jueves, 31 de marzo de 2011

El Pajerong: un Romántico de la Donación.-



Habiéndome percatado de que en este blog hay mucha afición a los espermatozoides y a su expulsión. Me lo han contado las estadísticas de lectura, que daban  première position  para esta entrada : http://janpath-broadway.blogspot.com/2011/03/las-cosas-del-esperma.html, os he buscado otro material relacionado, ya que tanto os distrae el mundo de las secreciones y las consecuencias. Es una entrevista a un romántico de la donación, un onanista sin fronteras, un tal Charles Edwards, jugador empedernido del cinco contra uno y apasionado defensor de la creación abstracta.
1. Porqué donas tu semen?
He leído mucho de genética y mucha de la información se pasa de padres a hijos, y eso es importante. Nunca he estado enfermo. Mis padres son artistas, y creo que si combinas salud con creatividad, son dos buenos genes para heredar a niños. Creo que aquí hay mucha gente que necesita el servicio y es importante que ocurra.
(Ah, nace la figura del pajerong, un altruista de la masturbación que se empolla la herencia biológica, la genética desde Mendel hasta el Genoma Humano, que come espinacas y bebe probióticos y bifidos, y practica Tai Chi . Yo que había mitificado al polaco juerguista y futbolero, craso error. Un hombre mitad Darek, mitad Punset, he ahí el gran donante).
2. ¿Quieres conocer a tus hijos?
Sí, y seré paciente, porque es un proyecto de largo aliento.
(Aquí no entiendo nada, ni el proyecto, ni el aliento, ni el sí. Sobretodo no entiendo el ).
3. ¿No te gustaría tener tu propia familia?
Sí, pero en verdad no tengo tiempo, no quiero ser padre ahora, no quiero tener hijos, es distinto que hijos biológicos. Por ahora no tengo el tiempo, y no tengo la plata. Creo que si tuviera mi familia ahora, mis proyectos creativos serían menos importantes, los hijos serían lo más importante en mi vida. Ahora soy muy egoísta, y debo hacer de mis proyectos lo más importante.
(Ni que lo jures, puro temor a los niños, esos salvajes que absorberían tu mente creativa, crack. Para amarse  a sí mismo, sin rivales, al estilo Cicerón. Un monstruo creativo como nuestro amigo Charles no está para cambiar pañales y ver películas de Shrek, lo suyo es proyectarse, sin sentido peyorativo, buscarse a sí mismo a través de su cosmos de creación y hacer felices a las muchachas que anhelan ser mamás. Los niños, esos bandidos paralizadores de la creación, no, los niños no, pura quimera).
4. ¿Qué lugar juega en tu vida ser donante?
Un respeto por la naturaleza, un respeto por vivir. Creo que la gente que quiere tener hijos debe tener la oportunidad de hacerlo y ayudarles es bueno. Me pone contento. Pero tengo novia, y ella no está tan contenta.
(Hombre, colega, si te pasas la vida haciéndote pajas para cooperar con la naturaleza, no es tan rato que tu novia te ponga morros, carente pobre muchacha de otras contribuciones. Me temo que entre tu ONG de donante y tu proceso creativo, la tienes en el olvido. Esa consideración con la naturaleza no la veo, no logro verte como un fanático de la ecología, ni siquiera como un reflexivo de la procreación, ni mucho menos te aventuro vida ascética. Estamos continuamente obviando el bussiness de la masturbación en plan concentración, morfología y movilidad del espermatozoide. La reproducción asistida ésa no es tan altruista ni tan buena gente, ni tan concienciada del planeta, ni se puede responder con ese aparente compromiso, que emana a su vez mucha frivolidad. ¿Eres un adolescente? ¿O esta entrevista va en plan: buscamos donantes, al estilo teletienda, esos mismos que anuncian alargadores de pollas y pulseras antironquidos tipo snore stopper? ).
5. ¿Cuándo vas a dejar de ser donante?
En octubre lo voy a dejar, creo que dos años son suficientes.
(No sé si creerlo con tanta cooperación a la naturaleza. Te veo muy yonki de la donación)
6. ¿Sabes cuantos hijos tienes?
No lo sé, ni lo quiero saber.
(Tienes un poblado en Oklahoma. Seguro. Buenos, malos, cabrones, torpes, enfermizos, listos, guapos, sanos, de todo chaval, por mucho alarde de salud, mente creativa y lozanía que te quieras pegar).
7. ¿Quieres conocerlos cuando ellos tengan dieciocho años?
¡Sí!
(Sí y nada. Sí a secas. ¿Seguro? Irán a por el parné y te echarán en cara tu larga ausencia. A mí me daría pánico verle la cara un pipiolo de dieciocho, sangre de mi sangre, y posiblemente futuro de tu escarmiento. Aquellas gotas de semen derramadas se convertirán en el gran diluvio universal donde terminarás ahogándote. No, no, no vayas a conocer a tus hijos. Ni siquiera podrás juzgarles, nos has construido nada de su vida, ellos tomarán venganza. No. Necesitarás psiquiatras y abogados).
8. ¿Qué pasaría si un día esos niños llegan aquí y dicen: papá, queremos vivir contigo?
No tengo espacio, pero podríamos tener un buen equipo de fútbol
(El entrevistador mete el dedo en la llaga y el tipo lo toma con humor. Si esos niños regresan, igual lo hacen en plan Sendero Luminoso y no tiene tanta gracia, igual fusionan comunismo y violencia, y te dicen que va a jugar al fútbol tu madre, es decir su abuela. Igual te miran como a la burocracia olvidadiza que has sido los últimos dieciocho años de su vida, y tus pequeños proletarios juegan a otra cosa, a los tormentos, por ejemplo. Huye, emigra, desliza al reptil que llevas dentro, antes de que recibas visita al estilo sanguijuela).
9. Pero son seres humanos...
Pero en sentido abstracto son creaciones, de hecho estás jugando al creador cuando diseñas algo o estás tomando parte en la creación de un niño.
(Niños sin concreción, niños que no son realidades propias, niños que atienden a una silueta difuminada, un color difuso, niños pictóricos de Malévich, chavales del Suprematismo, niños abstractos, como una silla Krojen de la sección vanguardista del IKEA).


P.D. Ahí va, en su Mitsubishi, atravesando desiertos, huyendo hacia ninguna parte, pero lejos, hacia el futuro, lejos del país de los niños de su dote. No quiere saber nada de su legado.


martes, 29 de marzo de 2011

Las Manos, la Masa y la Soledad.-





Siempre he admirado la resistencia y la rebeldía de los políticos ante la masa y las manos. Negarán lo primero y lo segundo, aunque estén jugando delante del fiscal con las manos y la masa, al monopoly de Benalmádena. O a los EREs de Catán. Pero la realidad a veces es tremenda, aparte de impertinente.  Y nosotros, aunque a menudo lo aparentamos, no somos gilipollas. Y nos gusta contemplar desde fuera los descaros de una verdad que hace pupa, mucha pupa. Una verdad de esas insolente y dolorosa. Creo entender que ser un político corrupto debe ser sufrido, no por la masa, sino por las manos, temblorosas ante cualquier mal movimiento, un teléfono pinchado, un espía, una puta de mala follá  o un juez arrogante y desagradable. El político corrupto madrugará, tomará café con ibuprofeno y verá su rostro hablándole en el espejo: "Venga chaval, a corromperse, a sobornar alcaldes, policías municipales y faranduleros, me cago en los prejuicios y en la mala prensa del cohecho, con lo bonita que es esa palabra, vamos, a jugar, cohecho, cohecho, cohecho...". Y jugará, cómo no, con las manos y la masa. Y luego ese deslome de la corrupción, ese secretismo (porque la corrupción no es una cosa para compartir, ni siquiera la gloria de una buena operación), ese retrato interior y esa soledad de la que tanto sabe el corrupto. Un corrupto es un místico en sus ratos libres, y avezado del oficio en la tarea de corromperse. En fin, ¿qué es un político y qué le une a la corrupción? Más o menos así. Se hace uno político por humanidad y prestigio (más por lo segundo que por lo primero) tal como nos cuentan en la entrevista de la última página del periódico, donde van a comer a un restaurante caro y a contestar a diez chorradas. El mensaje: yo he nacido para regenerar el bienestar social, hasta donde recuerdo, cuando ya levantaba tres palmos del suelo quería ser político. Guau. Además adoran a los niños, a los Rolling, se purifican en el camino de Santiago y son del Madrid, por ejemplo. Y toda la serenata. Y un buen día aparecieron los señores del maletín, esos malabaristas que aprietan bien la mano, prometen casoplones y caminan con audacia e insolencia. Es decir, con categoría. Camino de perdición, para llevar la contraria a Santa Teresa, que es mucho más divertido y tiene más emoción.
Y luego la soledad del corrupto, qué apasionante. Y la angustia.Y no poder hablar las cosas con tu colega de taberna,  esos silencios, qué fatigas.


PD.- Escribiendo manos en la masa en google, me sale Eva Longoria, mucho mejor que una foto de Correa o Marisol Yagüe.

PD.- Por si pudiera interesar, esta antigua entrada sobre la corrupción y el suicidio.http://janpath-broadway.blogspot.com/2010/12/algunos-corruptos-se-suicidan.html







lunes, 28 de marzo de 2011

Un Balcón a la Vida Misteriosa.-



Una forma de ver mucho y no ver nada es asomarte a una ventana. La vida desde mi balcón es confusa, y es real. Observo una existencia envuelta en brumas, si bien creo entender que toda vida es una nebulosa de azares y carreteras. Surge el misterio para cada humano que galopa o anda extasiado por la calle. La ventana y el enigma. Empieza la función.
Como vivo en Chueca, veo a un transformista que lleva una cesta de espadañas (posiblemente) ¿Qué habrá ahí dentro? Por las hechuras que se perfilan en la base, podría ser un balón de fútbol (lo dudo), una sandía (tal vez, pero creo que no es época). Por un momento pienso en una gran teta de plástico, moldeable, pero recaigo en la inutilidad de llevar una sola pieza. Ah, a no ser que tenga otra en su casa, interiorizo. ¿Trabajará en el bar de la esquina, de shows, de esos de maricas? ¿O será alguna cabeza de brujería para colocarla en un altar, dispuesta a mirar inerte el sacrificio de un gallo y el baile de un gigante negro de 200 kilos? Porque el transexual farfulla unas palabras, me temo que con lo que va dentro de la cesta.
Pasa un tipo con un esparadrapo al modo tenis sobre la cabeza, con una bolsa de la farmacia. ¿Qué le habrá pasado? ¿Le habrán intentado matar con un hacha? El color de su piel es amarillento. Por un momento pienso que esas medicinas son el peaje para salvar el cementerio. En silencio, pienso: buena suerte, y que no te vuelvan a tocar la cabeza en tu  vida. Camina con una decisión desmedida, como si fuera a cumplirse la hora de la primera toma de medicamento, o fuera a ajustar cuentas del hampa.
Un joven con una taladradora. ¿Qué taladro hará? ¿Será realmente para taladrar un muro o para quebrar el pecho de un hombre? ¿Estará bien de la cabeza o más pa allá que pa acá? O soy yo el que no centra bien. Coño...¿ no tienes una funda para llevar eso?...Me entran ganas de bajar y echarle la bronca: no seas tan grotesco, tío, guarda eso.
Un viejo con una bolsa de plástico (si os fijáis, a los viejos les gusta mucho llevar bolsas de plástico). En la bolsa asoma la cabeza un pez grisáceo con los ojos parados y rojos, y esa expresión de horror de todo bicho acuático fuera del agua. ¿Cómo sería su vida antes del terror de la red? ¿Habría visto la corriente de algún tsunami? ¿Algún galeón hundido? ¿Le reducirá el colesterol al viejo?
Una joven sueca, o danesa, o de por ahí arriba, con un ramo de margaritas amarillas, parece un emblema curioso, bonito, de la primavera en Goteborg, por ejemplo. Y un mendigo removiendo el cubo de basura, y pienso que aquel recipiente de desechos es una vida residual, si bien pienso que todas las vidas son excedentes, o recicladas, o cómo demonios sean las vidas. No hay premio hoy en ese desorden de cochambre para la indigencia de Chueca.
Entras para adentro, y el cristal te refleja a ti, y tampoco sabes muy bien quien eres, porque todo es un enigma, tú, la vida exterior, tu casa y el mundo en general. Pero uno no puede estar toda una vida jugando consigo mismo al misterio.


viernes, 25 de marzo de 2011

La Onda Chunga de la Adolescencia.-



Si ser niño era bonito y la primera teta tocada conscientemente en la infancia queda perdida para siempre, ser adolescente es torpeza, acné, despertar sexual (es lo mejor que tiene), malicia y confusión. Ser adolescente es ver que las tetas vienen con factura y venganza, que se pierden, regresan y cruzan otros caminos, y que te vas a pelear por ellas, unas tetas que ni siquiera te quieren. Ser adolescente es creer que quieres sin querer, creer que no quieres, queriendo y negando la evidencia. Amar algo destinado al fracaso. Ser adolescente es un práctica de dar por culo por pensar que el mundo te la está metiendo y llorar mamando desde le egoísmo. Caminar por la selva, cuando la jungla aún no ha jugado las bazas en tu vida. Es aquella postura socrática de tiranía, contradicción al padre, devoración de comida y  falta de respeto en general.  Ser adolescente y ser hiena es parecido. Yo nunca he querido volver a ser adolescente, sí en todo caso, volver a ser niño y por supuesto, volver a ser joven universitario (que tiene otras paranoias que molan más), porque al púber con las sombras de un incipiente mostacho y esa desagradable voz metalizada, por lo general le tengo cierta repulsión, salvo honrosas excepciones. Si sabido es que los veranos de la niñez son la patria de uno, los veranos de la adolescencia no los evoco con todos los afectos que podrían merecer, pues es demasiado estúpida (normalmente) esa mudanza en mitad de un niño y un adulto. Aparecen en escena unos chavales todo el día calientes como  berracos (lo cual no es censurable), que andan a trompicones por cualquier lado, se beben cualquier guarrería isotónica con alcohol, se marean, vomitan, se pegan por una tía,  no dan ni la hora (la generosidad y altruismo son vacantes de la edad) y articulan con esa voz de plomo una de sus ilustres frases: A ésa me la follo (Sí, ya lo sé, que eso se dice también con 30). Justo cuando ellas empiezan a decir: todos los tíos son iguales. 
Como en toda adolescencia, la imbecilidad reinante no quita la existencia de una presunta felicidad, más en una época en la que uno parece tarado,  apenas se entera de nada y ni siquiera se recreará en la existencia de cualquier tipo de componente trascendental. Es la época de ser fascista en grado de ferviente extremismo o anarquista de la lucha con galones, la época de los extremos y la sinrazón. De los extras hormonales, de la sudoración y de la psicodependencia de las pandillas. Dios, qué onda más chunga me transmite al adolescencia. Siempre he preferido al niño cruel antes que al adolescente gilipollas. Hasta donde llego, la crueldad del niño no da para tanto.




martes, 22 de marzo de 2011

Los Mejores Veranos de mi Jodida Existencia.-





Creo que hay pocas cosas más grandes (al menos en mi vida) que los veranos de la niñez. Esa evocación infantil nos hace viejos, pero nunca he hecho por evitar esa fascinante galaxia rodeada de brumas y emoción, que me lleva de manos de Nostalgia a cierta felicidad, y la consiguiente tristeza, quizás porque ellos también eran más jóvenes y nos brindaron su protección con una querencia sin mesura, y nosotros ahora somos como ellos fueron. Normalmente me dan ganas de beberme hasta el agua de los floreros, pero no por ello me libro de pensar de vez en cuando en aquella vida de la infancia. Y porque fue demasiado bonito y demasiado corto, paradójicamente en una época en la que los días parecían infinitos. Es decir, doloroso. En los veranos de finales de los setenta y principio de los ochenta iban llegando los forasteros (adoro esa jodida palabra), como aves de la migración, diligentes y en hora, en el mercedes blanco o en el 131 supermirafiori, y reintegraban esas sociedades presentes en la última temporada. Sacaban un arsenal de maletas y juguetes de playa del maletero, se ajustaban el pantalón, aspiraban la brisa e iniciaban la temporada. En este momento vislumbro guayaberas y habanos, gorras marineras, espuma y arena, colonias baratas y pantalones cortos, cubos, muchos cubos y muchas casetas de madera en el antiguo paseo marítimo. Y unos cuantos marines norteamericanos jugando en la playa al rugby, bebiendo cerveza y reclamando imprudentes  a las muchachas del pueblo. Y la gente año tras año, cambiaba. Los viejos se hacían más viejos, y se morían, los más pequeños de repente llegaban un año con las sombras de un bigotín, ellas con dos montículos que prometían mucho futuro y mucho esplendor, las muchachas de servicio se pintaban los labios de rojo y llevaban cosméticos de bagatela y baratijas por el cuello para ir a bailar al Number One. Veo el dominó, la botella de manzanilla y los aromas de los habanos. Allí pasaban todo el día los abuelos, debajo de un toldo o en la plazoleta de Virgen del Mar, y de repente en la nueva temporada, había incorporaciones, una silla de ruedas, un andador, un tembleque y una reciente torpeza. Y había ausencias, la gente se iba muriendo y las viejas descargaban el luto en el muro de la Costilla, con sus vestidos oscuros estampados que olían a naftalina y jabón. Veo a una joven con el bombo del penalty y a muchos niños en las rocas de Puntacandor mariscando a lo cutre, buscando cangrejos, camarones y cualquier tesoro oceánico, un caballito de mar o un chipirón arrastrado por la corriente, veo a las niñas púdicas y bellas  que tanto amamos, a las desvergonzadas de COU que fumaban y bebían cubatas mezclados en una botella de dos litros de Coca-cola.
Aspiro y huele a colonia de baño, almendra garrapiñada, helado de chocolate, bodega y langostino a la plancha, y  veo más viejos sentados en los portales de las casas de la calle Charco saludando con un quejío flamenco de cansancio y trago largo, y más adelante veo a los chavales con el bocadillo y la rebeca atada a la cintura, yendo al Royal Cinema a ver El Retorno del Jedi o una de Cantinflas en el Florida (Viendo una de Cantinflas en el Florida, yo toqué mi primera teta con consciencia, una pequeña loma de una tal Eva a la que  perdí la pista). Normalmente, toda teta acariciada en la infancia tiene el destino de quedar perdida para siempre, ella y su propietaria.
El verano de la infancia es inagotable, porque así eran nuestras horas, y nuestro tiempos sin reloj y sin pedófilos en el horizonte. Vivíamos en casa las horas de sueño, y mucho en la playa, en las calles del pueblo y en el puerto marítimo, viendo el regreso del pescador con las doradas plateadas, a reposar en la madrugada de la lonja, aquellas noches de las historias de miedo(http://janpath-broadway.blogspot.com/2010/12/el-santero.html) y el viento crujiendo en plan batalla de Trafalgar. Dios, me bebería un gin-tonic tan a gusto y mataría por volver a oír aquel rompeolas de mi niñez. Como dijo un tal Yoshida (japonés había de ser), el niño perdido llora pero sigue cazando mariposas. He ahí una alegoría de la felicidad intrínseca de la infancia. Ahora nos perdemos un día y buscamos al niño que un día fuimos en aquel verano del sur. Ya no cazamos mariposas ni tesoros del Atlántico.









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lunes, 21 de marzo de 2011

Japón, Murakami y Carpe Diem.-


A Murakami siempre le han interesado los terremotos, tan parecidos a la muerte, esas catástrofes que nunca pasan pero aguardan su día maldito para el gran crujido. También a los sicilianos (fuertemente sacudidos en diferentes ocasiones), y a los chilenos (recientemente afectados). Y a tanta otra gente en el disparadero de la ciencia en plan exterminio. Murakami ya recreó los días del terremoto de Kobe, veinte segundos de temblores y más de 6.000 muertos. Los terremotos cobran mucha muerte en poco tiempo. Gadaffi, Husseim, Bush lo hubieran flipado si tuvieran la maquinaria de manipular terremotos. Murakami ya habló del gran terremoto que esperaban, pero tales desastres ni siquiera son profecías. Son, y punto. Serán. Lo profético sería determinar la fecha, como el día de una muerte, que también es. Es, y punto, y será. El terremoto volverá a Catania, a Lisboa y a Sumatra , lugares donde ya arrasó a modo de genocidio, cual si fueran corrimientos hitlerianos. El terremoto del Holocausto nació de un artificio de gas y pureza. No fue la naturaleza.
Ahora la migración asola Japón, como aquellas gentes de las novelas de Murakami, tan afines al éxodo físico y espiritual. Nadie como sus personajes y Japón llevan con tanta reserva el dolor. En un país como este, donde a menudo se llora por gilipolleces y demasiado alto, y se arregla todo con una feria y un rebujito, tendríamos que aprender.  Murakami es como Japón, celoso de su intimidad, de una discreción patólogica. En Sicilia la parranda les invade mientras aguardan el terremoto. En Japón no son así, porque sufren distinto, pero lo sabían, por eso siempre han sido Carpe Diem. A su estilo, pero Carpe Diem. Lloran bajo, todo queda en las entrañas.


viernes, 18 de marzo de 2011

La Alegría de Estar Contigo ¿Me Entiendes?




Que Telecinco es un fábrica de monstruos que generan dinero, es tan obvio como que Mary Shelley en algún momento pensó en Satán y en el angel de la guardia para crear a Frankenstein. Y por ahí van los tiros en la cadena de Vasile, en crear arcángeles y luciferes, en combinar las vidas según interese al negocio, en reventar una identidad y levantar otra al son de la transacción de turno y los intereses del momento. Hoy me vales, mañana te reviento, pasado te recupero y algún día te mataré. O perecerás ahogado, como una rata de Hamelin. Todo viene a cuento de otro experimento sórdido de la cadena. La Princesa del Pueblo. Ya sé que voy con retraso. El mercader de Mediaset se lo montó al estilo encuesta, salió a la calle y preguntó por cualquier lado menos por Ortega y Gasset, y Lagasca. Más de 3.000 consultados y alrededor de un 8% de los sondeados dispuestos a votar por ella. Por tanto, tercer grupo en el Congreso de los Diputados y posible válvula de apoyo para arrancar un gobierno. De una popularidad mediática a una estimación política por  un sector social que se adscribe a la gloria prefabricada como miopes de la vida pública. Gente que cree en una supuesta espontaneidad, donde encuentran la frontera que les separa de la falacia de nuestros políticos. La heroína que se hizo famosa por tocarle la chorra a un torero (como bien apuntó Ángel Martín) y que tiene el beneplácito y abrigo protector de una de las cadenas más freaks del mundo de la emisión en plan Generación de Esperpentos, (desbancada únicamente por los realities de Laura Bozzo, con apología incluida a Fujimori, trato denigrante a la ignorancia y la clase baja y hostias a mansalva entre cornudos, vengadores y gentuza de  calaña avara y pobretona),  por muchos vítores que tenga de la narcosala, no vale para política, como tampoco vale Leyre Pajín para ministra, por mucha historia que nos quieran contar al estilo Robin en el bosque de Sherwood, porque ni estamos en Nottingham, ni ella es certera con la flecha, ni siquiera valiente, ni ninguno de nuestros mediocres políticos es el Príncipe Juan. En todo caso, una flautista de Hamelin de los tiempos del fangoso barrizal, caminando hacia aquel río, en el que además de ahogarse las ratas, ella será partícipe de su naufragio.
No obstante, me gustaría que no fuera patraña efímera y fugaz su candidatura, que se presentara, que nadie le  ponga un solo impedimento, que no todo sea leyenda de reality, que vaya ahí, con sus dos tetas bien puestas, matando por los españolitos para que todos tengamos para pollo. El mito de las emociones adulteradas, de lo irracional, caería en cero coma. Y las ratas pondrían la mano para cobrar. Y luego ese eslogan de Telecinco: la alegría de estar contigo. Hasta que el datáfono deje de aceptar la Visa Oro. Luego, la patada. ¿Me entiendes?

miércoles, 16 de marzo de 2011

No Le Querían Fiar.-

El otro día me fui de cañas a la taberna del Congreso, y creo que nunca había visto tanta gente de rarezas mórbidas y rencorosos reunidos en cuarenta metros cuadrados. Sí, una vez, ahora recuerdo, en una fiesta de Sanlúcar de Barrameda, durante las Carreras de Caballos. En fin, al tema, al recreo de la Cámara. Había una rubia a la que llamaban E, o Thatcher, como  vi que la requería un pelotari de Génova. Dijo algo de un puesto que habían dado en Caja Madrid, y que de esta forma se lo quitaban al "hijoputa". Vaya con el vocabulario de la señora, pensé, si parece una ama de llaves de Bristol. Es una taberna, no le demos importancia. ¨Hijoputa" es una palabra muy de tasca, y muy de lugares donde abunda ese género, y  está tan admitida y aceptada que viene a ser parecido a decir hola o maricón. Lo peor vino luego.  Uno con bigote que se parecía a Jeremy Irons, pero en feo y a lo españolito. Ah, ese fue presidente, corroboré. Hablaba mucho, reía como un conejo perverso y bebía Valdepeñas.
- ... Los letreros me los pasó por el forro. Te puedes creer que ahora por las autopistas hay unos letreros que te dicen cosas, gilipolleces como: no podemos conducir por ti... Y yo siempre pienso: y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí, soplapollas?… Pues eso, quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber, déjame que las beba tranquilamente mientras no ponga en riesgo a nadie, ni haga daño a los demás...
Joder con el conejo pérfido, si nos ha salido anarquista, le comenté a mi colega. Siguió hablando, y bebiendo vino.
- ... A mí no me gusta que me digan: no puede usted ir a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, no puede usted comer esto, debe usted comer esto, debe usted evitar esto, no debe usted beber esto y además a usted le prohíbo beber vino, ni la madre que me parió… No, no, mire usted, esa no es la solución.
Hostias, este a su padre le hacía cortes de mangas, sería medio okupa, susurró mi amigo.
A continuación apareció otro tipo que no sé si se parecía más a Mr. Bean o a Joker. Tampoco sé si estaba un poco borracho o era un poco panoli. Confundía los verbos con frecuencia, y cada vez que quería decir apoyar, pronunciaba follar. Era fatigoso en la conversación, abría mucho los ojos y tenía las cejas alzadas, como una alegoría de sobresalto continuo y una sensación de no enterarse de nada.
Cuando me levanté para ir al baño y vaciar un par cañas de la vejiga, vi a un hombre rechoncho y con cara de bollo. Parecía un carca de cortijo andaluz.
- Viva Honduras, viva Honduras - gritaba con ese tono entre melancólico y alucinado de los militares retirados.
- Viva - vitoreó al son uno que hablaba con la c, y parecía un niño grande, pese a superar los cincuenta. Se parecía un poco a don Pimpón pero era más espigado que aquel muñeco peludo, y no tenía la panza de ese peluche torpón. Dejó sobre la barra una copa de orujo gallego y habló algo de una comitiva militar
- Mañana tengo el coñazo del desfile…en fin, un plan apacionante. 
Debían ser de derechas, porque se les acercó un tipo con el pelo blanco y gafas de botella, un Richard Gere muy desmejorado y bastante grosero. No me gustó nada. Parecía un mindundi con aires de grandeza.
- ¿Por qué hay tantos tontos de los cojones que todavía votan a la derecha? - le preguntó a aquel miliciano inactivo que la había tomado con Honduras.
Y luego entró otro al trapo de no sé qué, empeñado en que el metrobus no existía, cuando todo el mundo sabe que eso no es un hecho refutable. El metrobus es algo tan verídico y evidente como que aquel patio del congreso estaba podrido. Antes de que fueran a por nosotros y pudiéramos terminar tan ulcerados como ellos, nos fuimos, pagando, 1,50 por cada caña y 1,40 por el café. Mr. Bean sacó un poco de calderilla para pagar una ronda. No le llegaba. Me dio pena, todo le parecía caro y no le querían fiar. 


lunes, 14 de marzo de 2011

Los Lunes Felices.-




Diario de sábado sin resaca:
Sigo con esa costumbre de viejo de salir a respirar el aire de la mañana, a buscar el café en el Santi, el periódico y cruzar palabras con la gente de mi barrio. Son las ocho y media de la mañana de un 12 de marzo cualquiera y me asomó a ese panorama arruinado de Madrid tras una noche de farra. No es tan puro el aire como lo pintan, y se hurgan en el ambiente  los orines, los alcoholes rastreros, los cosméticos de chonilandia y cierto a olor a sexo añejo, a travelo trasnochado y arrebatado por la carencia de farlopa. Ahí les veo cada sábado, bajando por Farmacia hacia Hortaleza con una especie de skins de Rumania. Y tiro pa alante como los de Alicante. Me ajusto la americana, y me asaltan  dos besos de rigor a la vecina  de San Mateo, mientras los cabrones del ayuntamiento, hacen la guerra con sus criminales mangueras de riego, que parecen importadas del holocausto. Avanzo, veo el mundo cosmopolita en plan mamado, con cierta demencia de cansancio y trago largo. Algunos llevan los pantalones por debajo del culo, otros llevan camisetas de Bob Marley, y también hay cuadros escoceses y camisetas doradas italianas. Unos cantan la rumba de la heroína, o un himno primitivo de aires caribeños. Otros evocan al amor con un quejido de cansancio y parranda. Y también, crestas, tatuajes del Minotauro, cabelleras fluorescentes, cejas de diseño, piercings tribales. No quieren saber nada unos de otros. No se miran, ni se hablan. No se mezclan, van por libre. Cada uno con su dios y su paranoia, y con la misma borrachera. Nadie se insulta. Hoy la vida no va tan mal. Quiero imaginarles un domingo de Latina tratando la resaca con una cerveza y un lunes feliz. He conocido lunes felices, con gente sabiendo regresar al mundo, y unos rostro arrojados y expresivos. Los lunes son un gran día  para intuir al hombre. Un lunes sin angustia dice mucho en uno de los países más depresivos de Europa.

viernes, 11 de marzo de 2011

Las Viandas de los Marcianos.-


En estos tiempos de gente sensiblera y suspicacia generalizada, apareció un reclamo de una cadena de gimnasios británicos tratando su estrategia mercante de este porte: “Cuando vengan los extraterrestres, primero se comerán a los gorditos”. Ahora que a los gordos se les llama fuertes, este tipo de enganches comerciales trajo consigo la irritación colectiva del mundo obeso, pues de los marcianos nadie tuvo conocimiento de queja, hasta donde sé. Podían haber dicho: nosotros comemos ratones como V, o gatos, como Alf (que creo que también era alienígena), o engranajes como los gremlins, nosotros a los gordos no nos los zampamos ni aliñados con meteoritos. Pero ni un sonido del universo sideral. Entonces yo me he puesto a navegar para saber un poco de las viandas de los marcianos (creo que es lo único que me faltaba), Aparece un tal Miguelín de Utrera, que se calzó una botella de manzanilla la Ina con una especie blandiblú con patas de titanio. Un colega de la Fundación Anomalía, al parecer, avezados en cuadernos de ufología, habla de un majara que le contaba de las aficiones de sus amigos cósmicos al helado de fresa, absorbido por la piel y metabolizado en una especie de carcasa saliente de un ombligo parecido a una seta. Otro freak del marcianismo, Manuel Carbalial, recuerda a un tipo que en los años 60 se fue de parranda con unos marcianos, y se dieron un homenaje de galletas  María Fontaneda, sin nada para mojar, ni nesquik, ni café, pero al parecer, aquellos planetarios de vacaciones lo fliparon en colores con aquel psicolabis de trigo. Por otra parte, gente como Eugenio Siragusa y Sixto Paz reniegan del pasaje anterior, y aluden al vegetarianismo cósmico. Y poco más he encontrado, un agricultor de Chiclana (en Andalucía se cree en ) anunció en la taberna que vio a una especie de abejas gigantes elevándose con sus lechugas adosadas a la espalda, como imanes. Fuera de todo este surrealismo envuelto en coñac, falacias y drogas duras, digo yo que algo comerán esa gente verde, aunque sea gasolina sin plomo o aerolitos, algo les debe molar, y de algo se pondrán morados en sus fiestas del espacio, algo les provocará alergia, intolerancia, resaca. ¿Porqué esa carencia de pruebas? Posiblemente porque no han pisado la tierra en su jodida existencia cósmica y  a la gente le gusta mucho hacer épica con los gremlins. Y si sabes algo de marcianos, cuéntamelo, que me mola el tema. Quiero saberlo todo, por si algún día emigramos. ¿Y qué comen? ¿Alguien sabe algo de sus viandas? Gordos, no lo creo. ¿Les gustará el jabugo? Cuéntame. ¿Tendrán ganaderías de caché en su cosmos?




jueves, 10 de marzo de 2011

Las Monjas de Santa Lucía.-


No, esto no es una novela de García Márquez, por incapacidad y porque no lo es. 
Pues ahí estaban, en el convento, todos rosas, dobladitos y verdaderos, aguardando no sé qué, hasta que llegó el ladrón y los trincó. Un millón de euros, en billetes de 500, en bolsas del Carrefour, o similar. Que si lo pilla el Roca, se compra un Paul Klee, y te lo coloca encima del wáter. Las monjas de Santa Lucía se rasgaron aquella mañana el hábito de puro dolor, y dejaron la oración para mejor coyuntura, que no hay forma de rezar con tal desastre y no todos los días te levantan un kilo y medio, más bien nunca, porque no va dejando la peña, millón arriba, millón abajo, sus billetes güenos en ningún armario krojen del Ikea. No sabemos si la poli está más preocupada por la procedencia de la fortuna o por la búsqueda del bandido. Desubicada del carajo, no me cabe otra sospecha, y cualquier suspicacia de un comisario anunciando la normalidad de las bolsas de dinero en los noviciados me dejaría la jeta de mármol. Dicen que las monjas echaron en falta la pasta, tan verdadero como que era primera actividad de la mañana, el check de los billetes gordos, antes de la oración, el café con leche y las torrijas ésas que fabrican, o los huesos de santos, o como demonios se llamen las cosas de la culinaria religiosa, que a mí particularmente me sientan como un tiro de gracia en el estómago, y he de tomar un gin-tonic para digerir tal abundancia de azúcar y almendra. Alguna profesa asustadiza pensó que podía haber sido peor, que podían haberlas violado, o violentado, como se decía antes, cuando las hermanas abandonaron la calle para ingresar en la orden. Y la madre superiora la juzgó severa. Coño, suspiró el inspector, esto me recuerda a una peli porno de Rocco Sifredi. 
Entre medias, en mitad de esta novela real que apareció en los periódicos hace un par de días, una monja pintora, Isabel Guerra, que vende cuadros en torno a 30.000 euros en el mercado del arte, la posibildad de un ladrón de guante blanco que supiera de la existencia del  botín, la opción del  ratero de pocas ínfulas pero con una flor en el culo, un convento de robustos muros, y esas bolsas al estilo Malaya, con mucha pasta, en un lugar de gente austera, teóricamente emprendedoras de la caridad. Cuanta rareza y oscuridad, tenía que ser en Santa Lucía, patrona de los ciegos. Y luego aquella ida de olla de Santa Teresa de Jesús. ¡Ay que larga es esta vida! / ¡qué duros estos destierros! / ¡esta cárcel, estos hierros / en que el alma está metida! / Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, / que me muero porque no muero
Yo no sé que tomaba Santa Teresa, pero me consta que las monjas del siglo XXI difieren mucho de su espíritu y locura. Nadie dijo que ser monja fuera fácil. ¿Amor de monja? Pues todo parece aire, como aquello del fraile.

martes, 8 de marzo de 2011

La Vergüenza Pública.-




Sabido es que los franceses no son muy constantes en el afecto, y sus relaciones con Galiano, María Antonieta, Robespierre, Platini o la casa Dior, se bifurcan según salga el sol, en amores y odios.  A John Galiano, el special one de la moda, ese gran científico del diseño por encima del bien y del mal del que hablan maravillas por sus malabares en la moda, sí,  ese tipo al que le dieron el porte de la bandera del renommée, ahora no le quieren bien. La privacidad de las personas, la tecnología y todo eso. Qué daño han hecho los chinos a la vida privada. Los chinos e Internet nos han jodido la vida. ¿Quién coño iba a saber antes acerca de lo que Wilde decía en una taberna, si no fuera por ese patán de Bossie que se llevó a la cama y todo lo chivaba? ¿Quién iba a saber de los exabruptos de Quevedo? Ahora la KGB y la CIA están por la calle, en cualquier esquina con una cámara, que ya habría de considerar el lesgislador como arma blanca, dispuestos a jodernos la vida. Que te lo cuente Paquirrín. ¿Y los campos de fútbol? Esos tristes empleados de oficina canturreando en masa la muerte de Mourinho, esos niños racistas insultando a Etoo, y esos mecánicos transformados en ultras con navaja, exentos de la deshonra social salvo cuando tiran una botella e impacta en la cabeza de un jugador. Normalmente todo pasa desapercibido, se trata de gente sin resonancia social, has de ser Charlie Sheen, Mel Gibson, Galliano o Ricky Gervais, para crear un Judas del siglo XXI, y la vergüenza pública siempre acabará acechando al mediático. No obstante de comportamientos bajunos, nuestra sociedad está plagada. Y a veces, son gente incluso simpática, crecidos durante el fin de semana por la masa y el alcohol. Si queréis reventar el país, sacad vuestra cámara en plan Europa Press. O aquello de Chesterton: ¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por tanto tengo dentro de mí todos los demonios. 
Hasta que llegó un día en el que nos dedicamos a filmar la vida de los otros. Normalmente, por joder, y por venganza. Si no pa qué.









domingo, 6 de marzo de 2011

Ricos Nuevos, Parranda y Créditos.-





Vengo congelado de la moto por Madrid, y con cara de pocos amigos, porque el lunes se asoma por la ventana. Vienen curvas. Este fin de semana he visto unos cuantos.
Finales de los sesenta, principios de los setenta. Todo vino rodado, lo bueno y lo malo, el proceso de Burgos, Massiel, los payasos, el Cordobés, Serrat, Torrebruno, la industrialización y cierta bonanza en la economía derivada del impulso mundial y la emigración masiva. Y salió aquel títere con voz de pito que nos tuvo contra las cuerdas cuarenta años, a explicarnos que ya eramos ricos, y además, debíamos mostrar toda la apariencia. Franco, aquel retaco fondón que hablaba inglés como mi abuela, fue el inventor de la riqueza cateta, del rico nuevo y de la aberración del dinero en general. Todo, como garante de su dictadura frente al exterior. Con Paco, llegaron los bancos cargados de créditos, y los españolitos nos compramos la tele, el 124, comimos langosta, criamos los pavos en casa (juro que tuve un vecino que tenía un pavo en su piso y lo mataba en navidad), vimos a Lina Morgan en el teatro, dimos de lado al bacalao (para recuperarlo años después a precio de delic) y sacamos el reloj de oro por la ventanilla del coche mientras fumábamos winston americano. Ricos bastante catetos, tras el hambre, la posguerra y la miseria que nos abordó previamente. Y ahí hemos estado mientras  nos han dejado, viendo camareros convertidos en alcaldes corruptos, electricistas en ministros, analfabetos en concejales, hemos estado especulando en mitad del burbuja inmobiliaria, forrando a las marisquerías y conduciendo coches de pompa alemana que han estado fabricando nuestros emigrantes, aquellos que nos dejaron terreno libre para la opulencia. Hasta reventarlos, iremos a por el pan en coche, a mear, a por el periódico, a dar una vuelta el domingo al campo de tiro, en plan Torrente. En un país donde se piden créditos para la feria de Sevilla, y ver a un lector en un parque es una irregularidad social,  donde la cocaína es guay además de razón de exuberancia, y se han venido atando los perros con longanizas, donde las farolas lucen hasta el amanecer, se lee poco más que las cortinas de humo y el as, y se mata la gente en coche al salir del after. En un país tan mal educado, el rico nuevo asoma los cuernos al sol, se compra un iPad para colocarlo encima de la tele de plasma y LCD, tunea el coche y tiene el frigorífico lleno de viandas insalubres. Solo importa la vida de cara al exterior. Y a Dostoievski, ni le conocen, ni ganas. Franco, qué mal ejemplo. Otro fracaso de un ingeniero social.







viernes, 4 de marzo de 2011

Las Cosas del Esperma.-





El esperma es importante, diría que es la base del universo. Vale mucho o poco, crea grandes criaturas y algunas veces grandes hijos de puta, pero es vital para la evolución. Qué vamos a discrepar. Nada. El esperma es una cosa seria y no se puede ir regalando secreciones de semen a cambio de 50 euros o tres gin tonics en el Bristol. Ahora vienen al mundo bellos churumbeles, y las secretarias y enfermeras de los bancos de semen lo agradecen, rubios del este y mazingers buscando plata fácil, directos a jugar al cinco contra uno, con una revista de la gran Dita Von Teese o con su imaginación (en China, vista la foto, no hacen falta revistas), rellenando botes para el cometido de la donación. Luego, el esperma se queda ahí, aburrido, congelado, triste, esperando a una mamá, mientras el polaco se gasta la pasta en una entrada del Bernabeú, se emborracha en Legazpi y  piensa en volver a hacerse otra manola de pago. Pero olvida sus riesgos. Hago el comentario, tras una noticia de la prensa alemana. Dos lesbianas, evidentemente con la jeta muy larga, dos teutonas de andar por casa y de dar por culo, requieren la pensión alimentaria del colega que les regaló el bote, un tal Klaus Schröder. Y todo ello, a pesar del pacto previo al onanismo que donaría vida. Las lesbianas le prometieron no solicitar jamás patrimonios o dinero del donante, pero pasado un tiempo disfrazaron su garantía de artificio al modo Orgullo Gay y se lo pasaron todo por el forro de su vello púbico. Ni que hubieran hablado con Zerolo y Mónica Naranjo. Entre tanto, el niño tiene ya cuatro añitos, va dejando de ser un bebé gracioso, y tiene ganas de un papá que le suelte parné. Y lo peor, cuenta con el apoyo de la ley alemana: un padre debe hacerse cargo de las necesidades de su prole si no cabe duda sobre su paternidad. El pobre Klaus, nunca mejor dicho, hasta los huevos.
Así de claro, genérico. Sin disposiciones específicas, sin claúsulas, a soltar la manteca, colega. Por tanto, cuida tu esperma, no dilapides tu fortuna testicular, no vaya a ser que te salga una lesbiana revenida y entre Zerolo y los abogados de Berkana, te saquen la sangre además de esa sustancia seminal que tanto te ha hecho gozar, y la depositen donde les venga en gana.
El esperma es una cosa muy seria. Cuando es de verdad. No, no es una coña como la de Lady Gaga, que nos quiere perfumar la vida con una esencia de sangre y semen. Pero habrá alguna que se lo ponga ahí, a ver qué pasa, en esa fusión del gran batallón de donantes que acapara el imperio de la diva.


jueves, 3 de marzo de 2011

Un Tirano Feo y una Risa Sucia.-




Creo entender que todos alguna vez hemos sido partícipes de la carcajada ridícula. Le hemos reído algo al matón de clase, al profe malo sin chispa en su absurda broma y al dueño del restaurante que vuelve gracioso con los chupitos y la cuenta saldada. Nos reímos, a modo de indulto, para no hundir a aquel que no tenía ni puta gracia (yo lo he hecho a veces, y me parto la caja cuando lo recuerdo al salir del territorio de la risa forzada). Zapatero, también, en cierta ocasión le rió la gracia a Gadafi, mucho antes de declarar como intolerables sus violaciones de los derechos humanos. No solo él, también la comunidad internacional (Chavez incluso le succiona), no toda la culpa y el ridículo van a ser monopolio de ZP. Incluso los predecesores de nuestro presidente, Aznar y González, claros referentes de los pasos de Zapatero en los países árabes. Todos le han reído el chiste.
Y así se dio una vuelta por Libia, Zapatero, a ver qué se contaba un colega de esos que nos suministra petróleo. Uno no va a Libia a verle la cara a un tío tan feo, y a tomarse un tajín de camello con té, si no es para sacar provecho. Luego le siguió Moratinos, ese ministro sensible (o llorica), a celebrar el 40 aniversario de la revolución (hace poco con Raúl Castro, por asuntos de apoyo en la FAO). Hasta que arrecia la condena universal, el trato con la dictadura será directo, cordial y claramente premeditado. Después vendrán las chapuzas de esa postrera denuncia de la violación de la humanidad. ¿Acaso no sabías antes que a una parte del mundo se la estaban metiendo hasta el fondo y sin vaselina? Claro que lo sabías. Le habéis mirado con agrado mientras hablaba salpicando saliva, como un tirano mal aseado. Le hemos visto reír, nervioso y cínico, como un títere cogido por los huevos, con una ironía de mentira, y con mucho miedo tras una bufonada que no se la cree nadie. Ahora, esperando que no salga libre de la grosería, los políticos de Occidente le negarán el té y no les hará ni puta gracia verle la cara de verdugo. O de payaso en los estertores de la muerte. La historia del universo es siempre, siempre, siempre, siempre igual.




martes, 1 de marzo de 2011

Cuando la Telebasura Mola.-

Cuando Ignatius Reilly, aquel malogrado articulista de La Conjura de los necios, se colocó una tarde delante de la tele para ver un programa de niños que querían ser cantantes, sabía que estaba viendo telebasura (un programa de niños que quieren ser artistas no puede ser otra cosa, salvo mierda televisiva, trash tv). No obstante, no dejó de verlo, cargó duramente contra aquellos repelentes aspirantes pero no presionó el off de la tele. De tal forma, tomando el paradigma en nuestros tiempos, no me cabe duda de que somos (y me meto en el paquete) seguidores de aquello que abominamos con toda nuestra fuerza, somos contrarios a esos chuflas amorales y a esas verduleras del pelo frito, pero no podemos apartar la vista de sus escenas.  Ahora en la tele, atrapa ver al que no solo no le  quieres bien, sino que detestas. El formato es malo pero de vez en cuando mola porque  ves a Salvador Sostres hablando de chochitos rosados, a Belén Esteban fuera de si con el dedo levantado y los ojos fuera de órbita, al enano Vázquez y su narcosala, al pésimo Pablo Motos haciendo gracias sin tener ni puta gracia, a Eduardo García Serrano llamando zorra a la consellera de salut de Catalunya. Y te quedas un rato, con tu vergüenza ajena y cierto placer. Coño, tengo dignidad, piensas, todavía no estoy perdido. A veces, casi siempre, el zapping viene con premios, te aburres con el telediaro de la uno, le vas dando a los botones, aparece una rubia con los labios de la Veneno llamando cariño a la peña en un programa de llamadas 806 porque se sortea un coche o 50.000 euros que nunca existen, a continuación Lydia Lozano llora por sus movidas con Al Bano, aparece una perforada del Gran Hermano mamando una polla debajo de un edredón, la Milá echando la bronca vestida de marciana de la fragua, la mujer de un pedófilo llorando en un parque con una carroñera metiéndole el micro en la boca. Dios, qué puta mierda de tele, y algunos de nosotros parando en mitad de tanta cochambre, qué extraña dependencia. No estaría mal reflexionar acerca del ocio televisivo. Vale que no todo es National Geographic, que queremos ver otras cosas además de tiburones, arqueólogos, nazis y judíos, pero la trash tv nos aborda, nos engulle y somos números del maldito share. La caspa y el pelo frito dan dinero. Vemos ese déficit de contenidos en plan masoca, y nos gusta, nos sentimos bien. O mal. O viceversa.