sábado, 30 de junio de 2012

El Circo, Malaya y Pantoja.-



A mí la Operación Malaya siempre me ha desbordado, la emoción, quiero decir. Entiéndanme, no es que me gusten esos tipos que detesto profundamente, pero es precisamente el efecto de la aversión lo que me deslumbra de ese maderamen de bolsas de basura, comisiones y vanidades de esa puta gentuza. Mola. Les explicaré que es apasionante. 
Hay paletos, frikis, y existen los catetos titánicos. Colosales. Pepe es un panadero de un pueblo de Málaga (caso real) levantándose a las tres de la madrugada para ir a buscar a cuatro colegas y acudir a recibir a Isabel Pantoja, es decir la Dientes dientes que es lo que les jode, o digamos, una cani coplera disfrazada de Falete. Se leen un par de chorradas de incisiva vulgaridad. Te queremos Isabel. Estamos contigo. Llevan estampitas de la virgen del Rocío y camisetas de la Dientes. Simplemente en Niza no te deja entrar con esas hechuras. Pero estamos en Málaga y se aproxima un Mercedes gris metalizado con chófer rociero y Pantoja a bordo. Para la ocasión judicial va vestida de Angela Channing, salvo que ella no tiene viñedos en el Valle de Tuscany, sino ingresos irregulares y millonarios en bancos andaluces. Traje beige, delgadez y leve sonrisa. No tanto Dientes, que es lo que les jode. La cabeza alta y el pulso bajo. Hoy quiero confesar .Que estoy algo cansada. De llevar esta estrella que pesa tanto. Que perdí en el camino tantas cosas .Que me hicieron a veces tanto daño. Tanto daño, hoy quiero confesar. La hostia, qué poema. Pues a eso, pero al revés. Yo no he robado ni un solo euro al ayuntamiento de Marbella, señores, esa frase tan pantojista.
Luego está el señor que lleva los pantalones debajo de los pezones, Julián Felipe Muñoz Palomo, como él habla de si mismo en tercera persona. Qué arcadas con esa plática, por cierto. Este señor, que parece un conejo ludópata con bigote hacía chapuzas financieras y practicaba sexo con la folclórica. No, no lo piensen mucho, a no ser que estén en un esatado de excitación titánica. 
Los paletos se desgañitan. Los policías se descojonan, eso está captado por las cámaras. Real. Guapa, guapa, ánimo.
Pantoja entra en el juzgado y ahí se acaba el folclore. Arco de seguridad. Bolso y joyas fuera, señora. A la sala cuatro. Cachuli Muñoz (mola el nombre como futbolista de River) aguarda. Por fin llega Free Porn Mature Woman, la ex cuckolded de Julián, M. Zaldívar. A su lado hay siete procesados que nos importan un carajo, sabemos que también son unos chorizos, pero no tienen expectación mediática. 
Comienza el circo. Al magistrado Federico Morales no le gustan mucho los payasos. Primera bufonada: el abogado de la cantante reclama la nulidad radical de todo el procedimiento, pero el fiscal habla de dos millones de euros blanqueados procedentes de sobornos. A continuación se pone estupendo: “La causa se inició sin una mera sospecha o indicio sobre mi cliente (…). Es un caso presidido por un principio inquisitorial, con un secreto de sumario innecesario, con dilaciones y con una exposición mediática continuada”. Segunda: el abogado de Muñoz pide la suspensión de juicio; una paranoia del árbol envenenado; todas las causas que se derivan de una causa troncal investigada irregularmente son inválidas.
Descanso: Julián Muñoz va a mear; Zaldívar le comenta a su abogado que diga lo mismo pero con otras palabras y que esa lírica de los frutos del árbol venenoso le parece una horterada; Pantoja y su recua de lacayos se meten en el cuarto de baño, y Agustín le canta un fandango para animarla. Este hermano que tengo es tonto de capirote, interioriza Maribel.
Doce de la mañana: Kiko Rivera se está levantando tras una farra hasta 5.00 am en Gabanna. Hostia quillo si hoy é el juisio, voy a llamá a ve que se cuenta mi madre, como me embarguen el audi me voy a cagá en tó los muerto.
- ¿ Jessica, tú sabe si se puede coge el teléfono móvil en un juisio ?
- Tu madre sí, Kiko, tu madre sí. 
- Ah, entonse la llamo.


jueves, 21 de junio de 2012

Yo Fui un Bebé Robado (Merci).-





Yo también fui un bebé robado, y menos mal; no saben como lo agradezco. A mí me enterraron el veinte de junio de 1981 en el cementerio de la Almudena porque tuve el síndrome de muerte súbita infantil, con las circunstancias agravantes de bebé prematuro y madre borracha y obesa durante el embarazo. Como comprenderán, esa fue la falacia que proyectaron las monjas a mi familia biológica antes de entregarme a una familia más bien diversificada, pero de la hostia, no por millonaria, pues tengo colegas usurpados que han vivido acreditados infiernos en clanes de mucha opulencia, sino porque mi familia era tal como se dice ahora, propiamente cool. Desestructurada pero guay. Verán, me entregaron al trovador de Formentera, Horacio Pereira, el Sabanero Arlequín, un pájaro de altos vuelos que cantaba a las rebeliones, y tuve mamás que parecían camaradas de la vida lunática y criadas filipinas que comparecían en mi vida como si fueran la madre de uno, todo gracias a que mi papá el trovador coordinó ciertos vínculos con aquellos Corleone del clero hasta llegar a esa monja, Sor María Gómez Valbuena, que ahora se pasa la vida en Plaza de Castilla. Yo creo que fue la única monja que vio mi padre, de cerca, y aún hoy me sorprende aquella accesibilidad mutua entre la religiosa y papá, porque tiene poco encaje el asunto en cuestión.
Entretanto, me he ido marchitando la vida entre todas las giras de papá por Suramérica, la casa fresca de Pedraza, el chalé de Sant Francesc y el ático de Conde de Xiquena en Madrid, siempre arropado por una recua de comediantes de la supervivencia y el teatro, escritores pobres con talento, escritores ricos intuitivos y sagaces, rapsodas, juglares y poetas delirantes, malparidos, y crápulas en general de algunas artes, o de ninguna, que nunca nos gustaron la presunciones y las propiedades artísticas de la gente virtuosa (o no) que se llena la boca con la palabra arte. Eso lo detestamos los Pereira, pero en general he estado rodeado de gente más o menos amable, más o menos divertida y envuelto en una jovialidad repleta de tipos que se han reído de su propia sombra un día sí, y al siguiente igual; adorables como decía mi tercera camarada, una novia que tuvo papá,  nada menos que Victoria Vera. 
Y ahora, de manera súbita (como mi muerte blanca), ha aparecido fulminante, a traición. un señor que dice ser mi padre biológico. Es uno de esos hombres que siempre tiene restos de grasa en el labio superior y surcos de sudor en la camisa de tergal, asimismo cadenas de oro, pendientes de brillante y unas ridículas y grotescas patillas finas y pésimamente perfiladas (entre maricón y cani), y habla tosiendo, es incapaz de pronunciar palabra sin verbalizar una mucosidad; y entenderán ustedes que sienta mucha más vergüenza que amor, y no me refiero a bochorno del ajeno, sino que les hablo de una abyección propia, es decir que ese señor es mi padre, y entonces tengo que caer en la puta evidencia de que ese señor soy yo. O  que es mi sangre, y esas paranoias. Para más inri, se llama Policarpio Vinagre Tullido, es decir que también llevo unos apellidos de mierda. Mi otro papá, como siempre, solo tiene una frase vacía cuando se le consulta un imprevisto: cada uno es dueño de sus actos y consecuente de sus decisiones. Yo le digo con todo retintín merci, padre trovador, y él se pone a escribir en el jardín al lado de la botella de Armagnac y de nuestra cuarta camarada, nada menos que Aitana Sánchez Gijón.
Bien, será que somos una familia sin esqueleto o desestructurada, como dicen los cursis de servicios sociales, y cada uno es el propietario de sus acciones porque nadie te coopera a nada, pero a pesar ello, creo que sospecharon mi felicidad al inicio de esa crónica, aunque ya les aviso, ahora ventura dañada porque este pirado de Vinagre Tullido quiere que me vaya con él a buscar a mi madre, y me ha mandado un croquis con unas rutas infames como si fuéramos a inventar una novela de realismo sucio, o igual una de Bukowski a la española. Podría seguirle por ese bulevar de la mala vida, de puticlubs, fondas miserables y cantinas grasientas, si tuviera el estímulo de encontrar a una buena madre, pero el problema, el gran dilema, es que viendo a mi padre siento auténtico terror por encontrar algún día a la señora que se enamoró de semejante lumbrera. Y espero que ustedes entiendan que me aborda el pánico de conocer a mamá después de tantos años a la sombra del libertinaje y la autodeterminación de Horacio Pereira. Joder, qué harían ustedes. La ignorancia es la madre de todos los miedos, pues eso.




lunes, 18 de junio de 2012

La Bella y el Patán del After.-



La felicidad es un momento entre una putada y la siguiente. Ahora estoy entre dos putadas: soy muy feliz. Cuando la vida pretendida es inalcanzable el futuro va intimidando el muy hijodeputa. Ella se levanta a las cinco de la mañana porque es pescadera. De acuerdo, usted no está visualizando a una Scarlett Johansson limpiando una merluza, desprendiendo las agallas rojizas de una pescadilla, usted tiene prejuicios simplemente por su propia ignorancia y quizá se imagine a Florinda Chico salpicada de sangre, pero no tiene mucha idea.
Ella está realmente buena, mide uno sesenta y nueve y es tan guapa como ustedes puedan imaginar, hasta el punto de que habría hombres comiendo pijotas todos los días con tal de verla cada mañana. Las mujeres también suspiran y los niños preguntan por ella, porque a ellos no les gusta Leticia Sabater sino la pescadera de Barceló. A mí me gustan mucho los mitos que no salen en el cine, o en la tele, me gustan muchísimo más, y a veces deberíamos pensar sobre el pedigrí de determinadas quimeras. Belén Esteban, Victoria Beckam, Justin Bieber, Marta Sánchez, etc. Indigestión. La pescadera es un refugio en mitad del tedio, o la tragedia, y va racionándole al mundo una de alegría y otra de belleza, y dos kilos de boquerones (congele entre 24 y 48 horas). Y la vida también, solidificada, refrigerada frente a los prodigios naturales. Estas son las primas de la felicidad, y no las de riesgo. Era eso que había dicho uno de esos cursis: las pequeñas grandes cosas, y va y tiene razón el muy melindre, aunque también molan las afectaciones de Henry James: Hay tres cosas importantes en la vida; ser amable, ser amable y ser amable. Lo sabía bien Nuria, la guapa. Y tanta gente jodiendo el planeta. 
Como aquel tipo, que fue a por ella en la taberna, punzante, fraguador de la tragedia, otra putada en los intervalos de la vida. Cuando un hijodeputa recién salido del after tiene la magnitud de apagar las luces de las cosas grandes de la vida, de derribar la humanidad, les digo, me da cierta tristeza. Zarandeo, pa casa, insultos. La verdad, no imaginaba a Nuria con un novio tan suspicaz, celoso y repulsivo. Y tan feo, por dentro y por fuera. Una réplica barata de un chuloputas rico, guapo y buen jugador, Ronaldo. No sé, no sé, ahora cada vez que voy a la pescadería, tras aquellas retinas de color gris merluza de Nuria, veo a ese gilipollas escamado que tiene por prometido. Y voy menos, claro. Intentaré en la carnicería, a ver qué me cuenta Florinda Chico. 

miércoles, 13 de junio de 2012

El Primer Premio.-

Arriba en el estrado está el ganador. Cae en la vulgaridad de mirar al público con las gafas de pasta en la punta de la nariz, como si estuviera pasando lista o fuera a repartir un exámen, y le da unos rigores al acto que no se corresponden y son ridículos. Es un simple concurso literario de hotel. Con el desenfado siempre aciertas, le digo a mi colega, no es tan complicado; es la espontaneidad. Ser natural es la hostia de difícil, acuérdate de la cita de Wilde. Y mamá siempre decía que había que ser natural ¿Paquirrín es natural? Le pregunto. Me da con el codo. La gente cree que sí, interiorizo, pero es un patán. 
El Primer Premio firma como Heráclito Borges Highsmith, y uno tiene que reírse ante tal estruendo de vocablos, y en consecuencia elijo la opción del descojono ante la posibilidad de reprochar cierta petulancia al autor. No hablo mucho con desconocidos y no les voy cantado las cuarenta.  Del segundo premio y del accésit no me acuerdo mucho. Solo que leyó una chica que hablaba de la droga y lloró, y un señor talludito que se parecía a Héctor Alterio que también lloró, porque contaba la vida interior de un oncólogo, manda bemoles. Miren, yo no voy a decir aquello esteticista de que las tragedias de los otros sean de una banalidad exasperante, pero no me satisface nada esa trilogía predterminada por el jurado. Y prosiguiendo con el primer premio: también era un dramón. Claro que si estaba escrito por H.B.H no se podía esperar mucho más, aunque ello fuera un disfraz. Yo hubiera esperado un estilo La Carcelera Erótica. Mucho más original. O no. http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/12/internacional/1339523138.html
Heráclito sube a leer; a leerse. Osea es una especie de pijo Abbey Road o beatle, o Nuevas Generaciones,  con jersey anudado al cuello, melena Ringo Starr del sesenta y dos, gafas de pasta y polo del caballo. Y cuando uno pensaba que iba a hablarnos de las tribulaciones de Aznar, que obviamente también son tragedia, como toda tribulación, nos narra la historia de una madre coraje, una padre alcohólico  y un hijo politoxicómano, con un despliegue literario paralelo  a nuestro retroceso económico, es decir evoluciona el estado jodido de estos personajes según los avances de la crisis, hasta quedar todos hechos unos zorros, supongo, aunque ya me fui perdiendo de la trama cuya temática me resultaba un coñazo, pero de los colosales. La gente aplaudió mucho y el tipo hizo una reverencia a su público a lo Raphael, o a lo Pantoja, qué sé yo; la vergüenza ajena y tal. Y el escritor, un fulero. 
Después le vimos en un bar tomando unas cañas, activando la maquinaria, trabajando. Defendiendo su mentira. Es decir, él había escrito para ganar, había creado el móvil  del trasnochado tema de la mujer heroína con dos patanes a sus espaldas, y yo quería ver a Heráclito Borges Highsmith, pero me pareció más un misógino que otra cosa. A algunos hombres les da abrazos gratis y a las nenas un par de besos poniendo la cara; detestable (yo siempre he sido fan de los besos gratis y sonoros). Mi amigo y yo le observamos: solo hay una equidistancia entre su obra y su presencia, la sobreactuación; él y la recurrente madre coraje. Últimamente me equivoco poco al juzgar las apariencias. Simular la honestidad y el juego limpio es tan difícil como vivir; gracias Groucho.