lunes, 25 de marzo de 2013

La Chica de Ayer.-


Hace tiempo que las canciones no me provocan para que me recuerden algo y en cualquier caso canciones que me provocaban emociones cuando me vienen de repente me producen bastante desafecto. Por ejemplo, Cadillac Solitario. Ni la rubia del asiento de atrás, ni yo aquí borracho bajo las palmeras luce solitario. No es manía, pero casi, al carajo Loquillo. Ahora estoy muy pro-Extremoduro; no es que me conmuevan o me arrebaten ciertas pasiones, pero la verdad, no me molestan nada, molan. Stand By, La Vereda de la Puerta de Atrás, So Payaso, va a resultar que me gustan esas morrallas de las herrikotabernas y los antros de la alta Extremadura. Luego están las canciones tiernas que han marcado una época; son himnos, son sensibles, las han hecho autores depresivos, drogadictos, y parece que existían incluso antes de nacer de talento, pena y narcótico. Así, de primeras, La Chica de Ayer. Significa poca cosa pero parece que significa mucho, sobretodo veinte años después. No sé si es una utopía, una quimera de una chica bonita mojada por la lluvia de la ciudad, o un polvo de una noche con mucha más transcendencia de la rutinaria. Dan ganas de beber un poco mirando la lluvia repicando en el balcón, y ver que ya llevamos unas cuantas cicatrices bien agarradas a la piel. 
De la mierda presuntuosa, ya hablamos en otra ocasión.
http://janpath-broadway.blogspot.com.es/2011/06/musica-mala-y-trabajos-intimistas.html


viernes, 8 de marzo de 2013

Diálogos de Madrugada. María Vs Javier.-




Tengo que alimentar mi ego. Me ha costado convencer a María dos copas y dos arrumacos. Las preguntas las he impuesto yo. También la censura. Buenas tardes querido público.
- ¿Vas a ser sincero? Sabes que tengo muchos defectos, pero también sabes que la sinceridad me aborda desde la cabeza hasta los vasos sanguíneos de los pies.
- Vas de escritorcillo por la vida...¿No? No es eso, principalmente es que no tengo playstation, no soy tan espiritual para hacer yoga o pilates, no pertenezco a ninguna asociación de montaña, no canto en el coro de la iglesia y ni siquiera he aprendido a hablar en tercera persona de mí, y mi terapia para expulsar demonios es intentar hacer literatura, aunque no siempre lo consiga, claro, algunas veces hago churros y las menos me sale una tortilla francesa bien cuajadita, pero siempre tengo contradicción de valoraciones entre lo que le gusta a mi exiguo público y lo que me ha molado a mí. El público no tiene ni puta idea, por norma general, je.
- ¿Porqué eres tan idiota por las mañanas? Sabes que necesito un café para ser medianamente simpático y luego si me das un beso y has hecho un bizcocho de ésos de limón me resultas una persona definitivamente adorable. Lo que hace un bizcocho y un beso, eh... Luego sales por la puerta y los bancos y los proveedores te empiezan a joder la vida, nena.
- Cambiando el tercio... ¿Escritores favoritos? Jorge Javier Vázquez maneja fantásticamente la prosa de la homosexualidad y los bloques... No, en serio, me resulta un tío extremadamente patético, me gustan los barrocos conservadores como Antonio Burgos y Ussía... Tampoco, vaya chuflas...Qué va malditos folletines, ahora te digo... Antonio Orejudo, Benítez Reyes, Bolaño, David Torres me molan bastante, en poesía Estelle Talavera es una bocanada de aire fresco, una bofetada a los estímulos dormidos, vaya erección poética, joder, los disfruto a tope... De súper clásicos, los señores Fitzgerald y Stevenson, me lo sé todito, todo de estos dos colegas.
- ¿Te gustan nuestros amigos? Mmmm,  pregunta difícil, más bien porque igual leen esto en algún momento de sus monótonas vidas. Lo hemos hablado mil veces María, sabes que nos necesitan porque somos el alma de la fiesta y les rompemos los cánones de su absurda perfección, y eso es una verdad como un templo. No lo sé muy bien, normalmente me suelen dar pena aunque he de confesar que también en alguna ocasión les he tenido envidia porque los pijos rancios van a esquiar y comen en buenos restaurantes... Bien, sabes que les quiero, pero más por sus defectos que por sus exiguas virtudes, porque lo que ellos consideran excelencias para mí son defectos, y viceversa. Ya, ya sé que no me entienden, Meri...
- ¿Mi familia? Habiendo sufrido otro tipo de familias políticas que mataban corderos gordos en vivo y en directo para hacer calderetas en las comuniones, eran concejales de festejos de algún pueblo y decían mama y papa, cuando nosotros siempre hemos sido de decir papá y mami; tu familia es un bálsamo a ese tipo de mediocridades, los quiero pero principalmente en su versión más cool y moderna. Ver a tu padre el 31 de diciembre es un espectáculo sin precedentes. Parece que quiere emborracharme, nunca le parecen suficientes mis tragos, y no soy abstemio precisamente...Yo también encontré mi lugar en el mundo, en eso me parezco bastante a Simeone
- ¿Porqué pasas tan a menudo de lo banal a la muerte o la inversa?
Sabes que soy un hipocondríaco de la muerte, desde pequeñín... Habría que descongelar el pollo para comer mañana, chiquitina...
- ¿Facebook? Anda que tú, pasar de la muerte al facebook, manda huevos. Facebook está bien, es un buen lugar para que nos chupemos todos un poco las pollas y para hacer el ridículo con los happies. A veces me gusta , a veces me aburre soberanamente, tengo muy buenos amigos en el Facebook con los que no he hablado en mi vida, pero nos queremos, de corazón...
- ¿Porqué eres tan veleta en la política? Prefiero no contestar a ese tipo de monsergas, además me he levantado muy tocado con la muerte de Chávez
- ¿Has conocido el amor? Coño, pareces el Loco de la Colina, se te pone la mirada vidriosa y te pones de una trascendencia que acojona; me sorprende que me lo preguntes tú, princesa con la que llevo casado ocho años y viviendo toda una década. Pues mira, lo conocí con ocho años, se llamaba Topi y me dejó a las tres horas y media de conocerme, quizá porque la utilicé de poste para jugar al fútbol, o fui muy tocón, pero sí es verdad que fuimos novios y ella llevaba un peto muy bonito y tenía el pelo como una Amelie de nueve años, y un lunar súper erótico en la comisura de los labios. Luego estuve sin amor durante unos seis años y a los catorce en una playa de Cádiz conocí a África, mi maestra. Vino una chica por la noche a una bebecoa y me preguntó que si quería rollo, y yo no entendí absolutamente nada, o en fin, lo malinterpreté y empecé a hablar en plan rollo, es decir qué tal colega, qué guay eres, la vida es una pasada y ese tipo de soplapolleces. Cuando me quise dar cuenta tenía su lengua en la campanilla de mi garganta, babeé mucho,  y fue la primera y última vez en mi vida en la que me sentí acosado y tardé media hora en empezar a pasármelo bien. África tenía muchas tablas y era un poco fresca, como decían las señoras entonces; de modo trascendental la conocí poco. A continuación empecé a coleccionar neuróticas y conocí el amor a la manera amarga, y luego apareciste tú, la más buena y bonita de todas, y conocí la estabilidad emocional, joder no pongas la copa encima del i-pad.
P.D. Además de vender ropa y escribir también hago manualidades como la de la foto de arriba. No sabía qué  poner como foto y me encontré esto en internet. Pues ya.

jueves, 7 de marzo de 2013

Un Adorable Hijo de Puta (18).-


Tenía nombre de viejo, y de ron, y apellido de banco;  se llamaba Matusalén Santander y era uno de los hijos de puta más adorables que he conocido en mi vida, aunque durante un tiempo fuera mucho más lo primero que lo segundo; un buen hijo de puta. Era mi vecino de planta en Hortaleza, 72, y tenía una gravedad de voz que resonaba en toda la finca como aullido áspero de caverna, como si él no viniera de la calle sino de un subterráneo, de la cripta de los tipos duros del planeta . Llevaba chaquetas americanas de detectives neoyorquinos de los setenta, pantalones vaqueros ajustados, camisas de leñador y botas de narcotraficante. Bien, un detective o un chuloputas, siempre hablando para adentro y resonando hacia afuera las oraciones que había aprendido en sus treinta y tantos años de egos, tristezas y ciertos triunfos que acaban derivando en desasosiego como toda victoria que se precie. También hacía jooging por las tardes en el Retiro y fumaba marihuana por las noches en el balcón escuchando Sugar Man de Rodríguez. Un tipo así tiene todas las papeletas de ser un cretino, aunque yo siempre he tenido querencia por los imbéciles, sobretodo si son unos adorables hijos de puta. Me gustan bastante; aunque la verdad, Matusalén me despreciaba a veces, por mis fracasos y por toda mi colección de ambiciones truncadas, y yo le subestimaba a él por ser un tirano de la vida moderna y sus anhelos competitivos, obviamente porque llegó un momento en el que llegamos a ser amigos; la misma estirpe generacional de los setenta, inquietudes similares y cretino conoce a cretino. Creo que fue por la tragedia y también por interés; dos buenos hijos de puta en mitad de las simpáticas viejas avaras, el clan de los gays del gym, Sebas el Cojo, Belén, el pequeño Sidi, y que no falten los putos locos de Hortaleza. Eso de la afinidad, las conexiones, está muy bien, entiéndame ustedes. 
Matusalén no trabajaba ni de detective ni de chuloputas, aunque lo pareciera. Era tan guay que se lo había montado de directivo de una empresa de vanguardia relacionada con actividades culturales, nada de financieras ni aseguradoras, para eso vestía como Serpico, para montar exposiciones de fotografía de la vida de los gitanos y el trigésimo homenaje a Camarón.  Y un buen día amaneció Madrid con un día pulido de azules claros y una luz fascinante que arrebataba las tristezas tras las últimas lluvias de marzo; y como la primavera empezaba a enseñar las tetas, nos sentimos livianos de dolor y decidimos irnos a emborrachar juntos.
Los preámbulos de un día así son siempre prometedores y son la efímera victoria de un día que poco a poco nos irá trasladando al fracaso. Tomamos unas cervezas al sol de una esquina de la Cava Baja. En un momento dado una chica guapa que posiblemente sea actriz en paro y dependienta de tienda le mira con una media sonrisa, ciertamente alegre, comprometida con esta mañana laspislázuli, aventurada a conocer a Matusalén, que abre las manos al cielo al modo profeta y  siente la salvaguardia del dolor. Creo que me sentí orgulloso de él, incluso le juzgué como buena carnaza para ligar con las chicas bonitas de La Latina; hablar, flirtear con la chicas en un segundo plano, sin búsquedas alarmistas ni banales acosos y derribos de la noche de Madrid. Cómo señores, coño, le dije en un momento dado, una exposición sin premeditación, manteniendo un estatus, que no somos borrachos salivosos. 
El problema no fue que cuando los azules se fueron apagando hacia la noche nos hubiéramos convertido en borrachos babeantes, sino que nos habíamos transfigurado a borrachos tristes. Al ir a pagar el cuarto Glenfiddich con hielo se le cayó una foto de la cartera. Era un niño precioso, un príncipe de cinco años con los cabellos rubios y los ojos del cielo de la mañana. De entrada supe que era mucho mejor que él, y mucho más inteligente y mucho más feliz.  Y también entendí sus egos y sus razones de hijodeputa; Carlitos se había muerto en una mala hora de una mala mañana en un puto hospital y había sido el hijo de Matusalén Santander. Le había dado tiempo a besar la piel caliente de 40 grados de fiebre y sentir aferradas las manos más suaves y hermosas del mundo, y también a trasladar la cajita blanca como si fuera un bebé de madera. Entonces le callé con un abrazo y un trago de tres dedos de whisky y tuve la certeza de que querría a ese adorable hijo de puta todos los días de mi vida. Parecíamos dos idiotas lúgubres en mitad de la barra del Viajero guillotinando la felicidad del sábado por la noche. Y cuando una gran tragedia arruina el resto de las fatalidades es hora de irse a beber a casa.