miércoles, 6 de noviembre de 2013

He Venido Aquí a Hablar de mi Libro .-

Y como bien dijo Rousseau en cierta ocasión , en mitad de una teoría republicana y la Revolución Francesa tomándose un coñac con Voltaire: las ciudades son el abismo de la especie humana. Entonces yo me hice de un par de chinobirras y empecé una novela que iniciaba con una poeta que se iba suicidando en cada verso, y era cada vez más bonita en ese proceso evolutivo de ir cortándose las venas con la tragedia poética. Y aquello lo consideré catarsis. Sucedió en Madrid, como decían aquellos derrotistas de la tele autonómica. Yo iba a desarrollar la historia de las ciudades, que han sido universalmente la crónica de los sueños y la quimera, fabricadas de hormigón, cemento, hierro, deseos y miedo , y aunque el hilo del discurso era un secreto que aún desconocía, sabía que las normas absurdas de las ciudades, sus perspectivas engañosas y la máxima de novelar la ficción para convertirla en realidad o viceversa era un reto que me excitaba sobremanera. 
Escribí sin mirar la hora, en pijama, en calzoncillos, con café con leche y legañas, con cerveza, con bastantes cervezas, con considerables pelotazos de alcoholes de cuarenta grados;  incluso llegué a escribir con un vaso de agua porque la literatura me daba muchas ganas de socializarme conmigo mismo en aquella taberna que venía a ser mi mesa de trabajo desde donde contemplaba todo el recorrido de la calle Hernán Cortés de frente. Sí, también escribí en París, como se explica en la semblanza de la novela, sobretodo porque imaginaba los Faulkener, Fitzgerald , Hemingway extraviados en la Generación Perdida de aquel París del final de la primera guerra mundial y me entraban ganas de haber nacido 115 años antes para haber formado parte de aquel desconcierto de jazz, ascenso, declive y mujeres, aunque fuera de audiencia y hacerme un poco el guay; ustedes saben. 
Y llega un buen día de junio de 2013, y llenamos un barreño, de latas de mahou y botellas de vino, y me pongo a contarles a los agradecidos espectadores que era mis amigos, con una mano agarrada a  una cerveza y otra al corazón, que no hay héroe sin previa caída, por aquella dimensión bukowskiana de que no hay valiente si se ha visto la victoria como único rumbo. Por tanto la novela no está basada en la vida de Borja Thyssen. Y vamos a reflexionar sobre la muerte, el desamor, la vida más lunática de la noche, la bohemia, los viajes, las mujeres que nos amaron, los amigos muertos y las diferentes formas que tienen los hombres buenos de abatirse, besar el suelo, y de sublevarse, alzar el vuelo. 
Luego nos vamos a Soria, la firmamos con relativo éxito, al menos a mí me lo pareció desde la magnitud novel del acto de firmar novelas, pero ante todo me lo paso de puta madre, como un chaval en un carrusel. 
Después , distribución. 
Todo esto para decirles que estoy muy agradecido porque me llegan de vez en cuando sus mensajes, y hablamos un rato , y yo les trato de manera muy cortés y les mando abrazos y les emplazo a comentarla en una taberna; y como tengo el suficiente ego para ser pudoroso no le doy demasiada importancia a los halagos que quiere decir que si se la doy pero no los expongo de manera pública. Y algunos de ustedes saben que quiero seguir siendo el puto amo de la naturalidad. Las críticas me las como con patatas a la riojana, pero no me carcomen hasta el momento, porque he visto cierta equidad, tal el caso de Fac Magazine, y porque a veces puedo llegar a tener esa capacidad quimérica (por tanto no me crean demasiado) de encontrar una carantoña en un juicio de trazos irregulares, final desigual o fisuras. 
Pero para que algunos de ustedes tengan su propio criterio, deberían comprarla y así tomaría trayectoria y percepción en su intelecto algunos detalles que significan poca cosa, pero dicen mucho: La cuestión es que si uno cambia mucho de vagón puede acabar en las vías, pero eso ya no importa. 
Dan ganas de beber un poco mirando la lluvia repicando en el balcón, y ver que ya llevamos unas cuantas cicatrices bien agarradas a la piel. 
En cualquier caso , Tres Hombres para Tres Ciudades es mucho más comedia que tragedia. Se lo juro, por el alma de Fitzgerald. Y de Umbral. Que la peña se lo está pasando de puta madre, se dice, se cuenta, se rumorea. Hasta pronto. Javier Divisa.