Hará un par de años, un tipo hindú, de nombre Punnet Gullatti, tuvo la ocurrencia de comentarme que yo era un enlace entre Dios y los hombres, que mi comunicación era evidente e inmediata. Punnet tomaba whiskies como nosotros cañitas de cerveza, y podía beberse perfectamente entre diez y doce copas al día. Pero yo nunca le vi borracho. Johnie Walker con pimientos del piquillo, con aceitunas, con anchoas. Parece que le estoy viendo, bailando los hielos del vaso y aspirando como si tuviera la resolución de la vida. Era un tipo raro, algo rechoncho, más bien guapo, ingenuo y puro de sonrisa, profeta hinduista, muy afectivo y eliminaba el alcohol mediante meditación. Tenía una esposa en Nueva Delhi, dos hijos, una novia en Singapur y un negocio de fabricación textil. Amaba a su mujer y se follaba a la malaya, y siempre sentenciaba de la misma manera: brother, enjoy life.
La noche que Punnet me buscó una conexión espiritual, apretándome las manos con fiereza rajastánica en mitad de un restaurante de Malasaña, no me importó demasiado que hubiera cierto desdén por leve que fuera, entre la gente próxima a nuestra mesa de metafísica, whisky y cerveza, porque él si parecía muy concentrado y místicamente abstraído en aquella variedad esotérica que a mí no me abstraía de ningún estímulo para la aspiración a esa cosa que llaman tantra y que lleva disolvente de cerebro. Si a los locos hay que darles la razón, a los fanáticos de Ganesha, supongo, habrá que acompañarles un poco en su paranoia, entre otras cosas porque el fervor y el cabreo, en fusión, tienen su peligro, ya lo creo. Andaba mi colega con esa sugestión de que el alma, no pesaba 21 gramos, sino en torno a medio kilo, y que además de inmortal, era reciclable, de forma que las migraciones se producían en inversa proporción. Más o menos, si habías sido jeque saudí y habías vivido entre oro y pompas de dioses, ibas a parar a una rana bermeja, valga el paradigma. Me percaté de que tenía mucha emoción entrar en el zoco de las almas, y que de acuerdo a la teoría de la reversión de las vidas, lo suyo sería vivir lo mejor posible pero morir desgraciado para una mejor suerte en el futuro, si ello se dictaminara por la situación del último suspiro, en caso contrario, qué se le iba a hacer. Mira Punnet, la vida me ha tratado medianamente bien, me estás contando que me van a putear cuando renazca en la muerte. No sé, no sé yo si va a ser bueno eso de la regeneración espiritual.
Todo a cuento de que me encontré con un post-it donde Gullatti había anotado cinco lugares imprescindibles en el recorrido de Delhi a Kerala, y unas palabras en el reverso: heart, fire, water. A continuación, me acordé de las últimas noticias, llegadas de fuentes de Okhla. Todo es un poco enrevesado como la teoría de la reversión, pero se resume en que se casó con la malaya sin haberse divorciado de la hindú. Por otra parte, se habló de cierta mala práctica empresarial, que no tengo muy clara. Al parecer, por hache o por be acabó en la cárcel.
En fin, he pensado que me gustaría volver a ver a aquel güisquero trascendental de sonrisa franca. Solo espero que no haya ido a parar al cuerpo de una rata de Chadny Chowk. Y que se pueda tomar un whisky con aceitunas. Solo eso.
En fin, he pensado que me gustaría volver a ver a aquel güisquero trascendental de sonrisa franca. Solo espero que no haya ido a parar al cuerpo de una rata de Chadny Chowk. Y que se pueda tomar un whisky con aceitunas. Solo eso.