lunes, 21 de marzo de 2011

Japón, Murakami y Carpe Diem.-


A Murakami siempre le han interesado los terremotos, tan parecidos a la muerte, esas catástrofes que nunca pasan pero aguardan su día maldito para el gran crujido. También a los sicilianos (fuertemente sacudidos en diferentes ocasiones), y a los chilenos (recientemente afectados). Y a tanta otra gente en el disparadero de la ciencia en plan exterminio. Murakami ya recreó los días del terremoto de Kobe, veinte segundos de temblores y más de 6.000 muertos. Los terremotos cobran mucha muerte en poco tiempo. Gadaffi, Husseim, Bush lo hubieran flipado si tuvieran la maquinaria de manipular terremotos. Murakami ya habló del gran terremoto que esperaban, pero tales desastres ni siquiera son profecías. Son, y punto. Serán. Lo profético sería determinar la fecha, como el día de una muerte, que también es. Es, y punto, y será. El terremoto volverá a Catania, a Lisboa y a Sumatra , lugares donde ya arrasó a modo de genocidio, cual si fueran corrimientos hitlerianos. El terremoto del Holocausto nació de un artificio de gas y pureza. No fue la naturaleza.
Ahora la migración asola Japón, como aquellas gentes de las novelas de Murakami, tan afines al éxodo físico y espiritual. Nadie como sus personajes y Japón llevan con tanta reserva el dolor. En un país como este, donde a menudo se llora por gilipolleces y demasiado alto, y se arregla todo con una feria y un rebujito, tendríamos que aprender.  Murakami es como Japón, celoso de su intimidad, de una discreción patólogica. En Sicilia la parranda les invade mientras aguardan el terremoto. En Japón no son así, porque sufren distinto, pero lo sabían, por eso siempre han sido Carpe Diem. A su estilo, pero Carpe Diem. Lloran bajo, todo queda en las entrañas.


7 comentarios:

  1. Estos japoneses son dignos de admiración, me gusta eso de que "lloran bajo"... Y sobre los terremotos, esperemos que la naturaleza nos de una tregua, aunque tb está en su derecho de hacerse notar y reclamar lo que le vamos quitando... Al menos en Japón no hay belenes estebanes; así uno con el anterior post ;P...

    dirty saludos¡¡¡¡¡¡¡

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  2. Están llorando, y eso me aterra, que los japoneses lloren me aterra, y no sé porqué...

    Besicos

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  3. Rocio Alberruche Rico21 de marzo de 2011, 22:51

    Bueno Javier, a mí me parece muy bien que en Japón lloren bajito, más que bajito lloran para adentro, porque así son ellos y su poco o nada exacerbamiento de todo sentimiento y de su gloriosa intimidad, y digo lo de gloriosa por ellos, porque yo, sin duda alguna, prefiero las ferias y los rebujitos a pesar de los llantos histéricos e históricos.
    Tienes razón, aquí se habla demasiado alto y muchas veces, demasiado en público, pero qué haríamos sin el grito de una madre:..."Javierrrr, ven ahora mismo a comerte el bocadillo", mientras Javier juega distraído riendo y gritando con sus primos en María Amores..., digo yo, por ejemplo.
    Con esto lo único que quiero decir es que cada cual es de dónde pace y de dónde le ha tocado. Los japoneses son japoneses, y los españoles somos españoles, pá lo bueno y pá lo malo "hasta que la muerte nos separe".
    Un besazo enorme, y por favor, sigue alimentando mi cerebro con tus escritos, que sabes que me gustan tela marinera.

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  4. Rocío, me estoy haciendo mayor, cada vez detesto más un grito, una bronca en la cola de un mercado, una feria, un rebujito y un llanto histérico. Me he quedao pa los restos, pa tomar una gin-tonic en casa con amigos y música, o en un parque por la tarde viendo corretear a la infancia. Del resto, me interesa poco, puedo ir a una feria, pero me sobran horas. un besazo

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