miércoles, 30 de mayo de 2012

Divisa People.-


En primer lugar un avance introspectivo acerca de ciertos temas manidos de las últimas temporadas: que una inútil como Ana Botella o una incompetente como Cristina Kirchner ocupen altos cargos de responsabilidad supone una evidente evolución en la igualadad sexual. Cierta la progresión, aunque las cosas se iniciaron mal. Todo empezó con la abiogénesis, o con Dios, cuando puso en el Jardín del Edén a Adán y de una costilla le engendra a una mujer para hablar y fornicar, o viceversa, Eva. Pronto llegaron sus primeros vástagos: Caín y Abel; a partir de ahí se empieza a joder el mundo. A continuación estamos nosotros, y aprendemos Cópula y Violencia como vocablos esenciales de lo que vendrá a ser nuestro desarrollo. Y en esas idas y venidas de follar y matar, nazco yo del amor para escribir chorradas que leen cuatro gatos y aportan poco, y me convierto en un remache del engranaje de esta fábrica que es la vida. Yo solo quería decirles que necesito un reposo en la escritura. Ahora voy por aquí:




sábado, 19 de mayo de 2012

Toreros, Banqueros, Putas y Camareros.-

El otro día a consecuencia de la fatídica y pusilánime tarde de Julio Aparicio en las Ventas, que se rajó fiel y literalmente frente al morlaco del Ventorrillo a la misma hora que Holande se reunía con el Furher del IV Reich, la Merkel, mi amigo José me mandó el siguiente mail:
Dios, uno lee las crónicas de Joselito El Gallo, Juan Belmonte, y si vamos hacia atrás, Espartero, Curro Cúchares, Antonio Montes, Pedro Romero, etc y estos JAMÁS hubieran hecho lo de Aparicio. Antes se pegaban un tiro en los sesos. Eran machos dispuestos a morir cada tarde. Y ahí no había quirófanos, anestesia ni transfusiones de sangre: Ahí una buena cornada era sinónimo de palmarla con total seguridad. Y ellos lo sabían. ¡Qué valientes, qué arrojo!. 
A la deriva de las consideraciones de mi colega, empecé a proyectar aquel Who´s Next del crack del 29 cuando los banqueros se lanzaban al vacío de la quiebra desde las torres de Manhattan porque el toro les había corneado y porque a fin de cuentas y en boca de Proudhon, el suicidio era una bancarrota fraudulenta, y empecé a valorar la devaluación de una palabra muy antigua y muy fuera de onda que se aprecia como decencia; aquella época cuando se mataban los toreros y los banqueros, porque se entendía translúcida esa idea de que detrás de cada fracaso estaban los hombres, desde los millonarios más avaros del planeta hasta las viudas fascinadas y timadas por un par de alhajas, desde los toreros valientes hasta aquellos hombres, viejos prematuros y trémulos que se ponían delante de una bestia de seiscientos de Miura a dar la cara. Quizá porque hubo un tiempo donde existían conceptos como el honor y el sentido de la responsabilidad, cavidades del nuevo siglo, donde el gin tonic, las putas, la cocaína y el marlboro son el referente after work (porque el corrupto se lo curra) de un director de trabajo de la Junta de Andalucía. Y te quiero un huevo Paco, y contarás muchos años con mi lealtad, y tal. Blow, blow, blow, blowjob.  Siguiendo la analogía de esta España en la que no se suicida ni Dios con cierto poder,  sino currantes y jubilados, mi amigo me mandó otro mail:
Se me ha ocurrido a través de empaparme los libros de El Gallo y de Juan Belmonte que te dije que te leyeras porque ibas a flipar. Belmonte explicaba qué era el miedo (acojonante). Afirmaba que ese día la barba te crecía más deprisa y era el miedo. Sentía terror, pero JAMAS a la muerte ni a una cornada, sino al fracaso, a no saber expresarse, a no contentar al público… Un día en la Maestranza cuando estaba empezando como novillero, las cosas no le estaban saliendo bien y la gente empezó a pitarle con sarna, lo intentaba pero no podía siquiera matarlo, y más le pitaba la gente. Lo mató de mala manera y sonaron los 3 avisos e iban a salir los cabestros. La Maestranza iba a matarlo… hasta que el tío abochornado tiró la muleta, se fue para el morlaco, se arrodilló delante de él y a pecho descubierto le empezó a gritar llorando: ¡mátame! ¡Mátame asesino! ¡Mátame ya!  Hay fotos de ese momento. Es esta
Efectivamente, eso es la diginidad. Y el valor. Paseo por Montera; pienso en los toreros, en los banqueros, pero solo veo guiris y putas, es decir voyeurs y currantes de medio pelo, Alemania y España, y recibo nítido el eslogan, Madrid: Camareros y Putas. Fotos de un canadiense con una meretriz rumana, vídeos de viejos especulando y pactando precios, trajín de proxenetas contando dinero y expectantes desde la tragaperras del bar, dos ecuatorianas meando en Caballero de Gracia. Podría ser el nuevo turismo. A fin de cuentas el paisaje es equidistante a la coyuntura burocrática. El Estado proxeneta y nosotros meretrices, le custodio con el Reglamento y la demagogia, y en caso de infracción u omisión, le castigo, o igual le parto la vida, como el proxeneta de la mafia a la puta rumana. Quizá, como apuntaba Baudelaire, el odio sigue siendo un borracho al fondo de la taberna, y los camareros, diestros de la taberna, manejan la rabia y la farra de los países extremistas. Que Dios reparta suerte y ahuyente la mala muerte.

lunes, 14 de mayo de 2012

¿Ustedes Tienen Corazón?



A mí me gustar mirar a María cuando cocina; en general me gusta contemplar a las mujeres diligentes entre fogones. A veces y como secuela irreversible me ha tocado trabajar porque en la cocina no se puede estar mirando, es decir, no es territorio para voyeurs, pero como  todo en la vida tiene cierto estímulo, yo necesito una cerveza para picar una cebolla porque si no, no soy persona, pierdo la identidad, y funciono a desgana. Si ustedes me dan birra fría y me ponen Janis Joplin, porque ahora ando muy joplianista, ustedes me están haciendo vivir y yo les haría el menú de un par de días, sin problemas. A fin de cuentas, como decía Lawrence la vida interior necesita de una buena cocina. Sí, como no, y un buen estómago para fraguar la salud del alma. 
Cuando María terminó la tortilla de patatas nos fuimos con el tupper, el queso y una botella de vino a casa de unos primos franceses que yo no había visto en mi vida. Se llamaban Arnaud y Chantal, y parecían como sus propios nombres advertían un grupo indie que tatareaba naif y dócil. Esa blandura esponjosa. Eran unos trendy, de ésos. Tenían una gata blanca torpe y cariñosa, bonita y cobarde, gorda y peluda como un angora turca. Isidora (hay que tener bemoles). Con la tercera copa de vino y en vista de que los gabachos solo hablaban de sus vidas como si no existieran otras vidas en el universo, empecé a ver a Isidora como el corazón humano, mirando fijamente a aquella gata mema y afectiva, que ronroneaba y se restregaba contra mi pierna; siempre he creído, que con cierta querencia sexual.
Yo no controlo la opinión de ustedes, pero me dio pensar que el corazón de los seres humanos que no son psicópatas ni Berlusconi, y no están en la cárcel por pedofilia o violación de ancianas, es análogo a un gato de andar por casa, es decir antojadizo, voluble, necesitado de amor y esquivo con la soledad. ¿No les parecen a ustedes de este pelo los corazones de sus congéneres? ¿Acaso no moriría Isidora a las cuarenta y ocho horas de gato callejero? Un corazón está amaestrado como las mascotas de los viejos y los niños; si lo dejamos abandonado en mitad de la selva o de la inhóspita ciudad no tengo muy clara la supervivencia. Dios, esto no va bien, no quiero ser un ventrílocuo de saldo de Punset, ni mucho menos de Paulo Coelho, al cual pensaba que detestaba; yo venía a hablar del erotismo de la mujer en la cocina, y estoy terminando con una melosidad alarmante, y ya no hay salvación. Por ello no me resisto a preguntarles. ¿Tienen ustedes un corazón que maulla y busca la caricia detrás de la puerta cuando se queda solo, o más bien son ustedes témpanos de hielo, de naturaleza sufridora, o quizá aquéllos perfectos hijos de puta que fabricaba Dickens en la Navidad? 

miércoles, 9 de mayo de 2012

Una Breve Historia de la Evolución Humana.-


Ellos eran otro arquetipo de los cool de Malasaña, y yo siempre les imaginaba con el trasfondo del sonido de The Animals, tal vez The House of the Rising Sun en mitad de una nube de aceptable polen de Casablanca, lo cual tampoco es demasiado original pero queda poco inédito, queridos. Se permitían licencias como decir que eran unos postmaterialistas trasnochados que mamaban de los setenta. Es decir, otro tipo de modernidad que solo entiende de apariencia y tiene idioma de clave y contraseña, pero sin conspiración ni policía. No sé si me entienden, habían leído Los Detectives Salvajes, les gustaba Rimbaud, pero no tenían ni puta idea del movimiento simbolista (ni yo) , eran físicos pero se volvían abstractos, y hacían sus reuniones en un ático de la Plaza del Dos de Mayo, donde se saludaban con consignas enigmáticas y con ese sarcasmo de la juventud de estar por encima del bien y del mal y vivir la vida en torno a un clan. Aunque había demasiada afectación, sobretodo cuando estaban borrachos, no dudaré de cierta apariencia de humildad en la condición sobria, porque había y existía esa modestia que sabía de la fecha de caducidad de aquella  facción pseudoprogresista, que en ningún momento eran los infrarrealistas, quede claro, aquéllo era otra cosa.
Yo estuve alguna vez entre ellos, manteniendo la distancia, aunque hablando bastante con dos o tres que me caían bien, quizá porque tenían cara de corderos degollados, no mordían y eran tan abiertos mentalmente que parecía que estaban especulando contigo. Y me divertía. Otros en el fondo eran gente bastante extremista, y amaban y odiaban al mismo tiempo en un intervalo de cinco minutos, o de dos, y hablaban igual de una tasca como del último residuo amable de la Madrid tabernaria o del infrarrealismo de Roberto Bolaño, y entonces odiaban a Octavio Paz. También detestaban los sitios snobs y la moda de la ginebras premium. Miren en el fondo, yo creo que era un especie de secta postmodernista que estaba en disidencia con la vanguardia conservadora, los que a su vez, cierto es, porque también los conocí, tenían un estilo vacío, y teniéndolo todo tenían mucho miedo de avanzar hacia ciertas verdades del universo. Esta gente iba al Buddha Bar, al Snobissimo, y a comer croquetas al José Luis, y también tenían su propia burbuja, aparte de las del champán francés y fever tree. Tomen consciencia: todo el mundo tiene su pompa.
Luego, pasaron los años, y los postmaterialistas vieron sus objetivos cumplidos. De repente fueron gente juiciosa, hacían reservas en los mejores restaurantes asiático-peruanos de la ciudad, bebían ginebras premium y se apuntaron al gym del conde Lecquio. Asimilaron las palabras sacrificio y trabajo en su formación personal y el placer tomó magnitud de recompensa, y no creo que inventaran mucho su vida pero sí estoy muy convencido de que modificaban la tuya en función del sarao de turno. Si no encajabas, ni siquiera se molestaban en inventar, entonces te ignoraban. Eran ese tipo de gente que decía que la muerte de Amy Winehouse se veía venir como si no hubiera muerte que no se viera venir, ese tipo de gente que prefería escuchar cualquier mierda de Dani Martín (ese destroyer del barrio de Salamanca) en el local rancio de moda antes que a Janis Joplin que también se murió con veintisiete porque se veía venir. Ese tipo de gente que decía: estas tías golfas y drogadictas que no curran en una multinacional, pues se veía venir. Este tipo de gente que cantaba en la pista de una discotecta: Zapatero fue un error. Era un tipo de gente bastante ridículo, en cualquier caso.
Otro día resultó que los postmaterialistas eran la sucesión analógica de sus padres, no clones, pero seriamente afines. Hacían estrategias para ser brillantes, argumentaban y desarmaban posiciones políticas, decían que Bolaño era una leyenda ficticia, es decir un autor supravalorado, e incluso algunos leían esa literatura de legionarios de Pérez Reverte y panfletos fascistas de Salvador Sostres, y soñaban con los códigos de barras porque todo el mundo tenía uno y era descifrable e invariable. Y no se sabe muy bien si creer en Dios era moda o fe, pero sí puedo dar constancia de que a veces daban ganas de irse a vivir sin tele y sin electrónica, y sin debate de cena de sábado por la noche, y sin poses y sin justificaciones, al puto campo, aunque estoy seguro de que nos hubiéramos aburrido de las margaritas y las gallinas porque el ser humano nunca ha estado bien acomodado en ningún lado, ni siquiera en el postmaterialismo, y yo en en caso de ustedes, desconfiaría de aquéllos que les vengan con el cliché bien definido.
Tuvo que venir un francés, un chovinista llamado Benjamin Clemeceau, a decirnos que el hombre absurdo es el que no cambia nunca, y un marica universal de la República de Irlanda de nombre Oscar Wilde a contarnos que no hay hombre suficientemente rico para comprar su pasado. Amén y buenas noches. 





lunes, 7 de mayo de 2012

Osos Panda y Elefantes.-

Un coche negro. Un Audi A-8 de inyección directa y cuatrocientos cincuenta caballos atraviesa José Abascal y la prolongación de María de Molina dirección Hospital San José. Los gitanos cojos de la mafía de Transilvania se acercan a los cristales tintados y la reina mira una revista de osos pandas de una ONG del zoológico de Chapultepec en Ciudad de México dirigida por una banda de fresitas de Louis Vuitton. Doña Sofía no levanta la mirada al mundo de la mafia rumana, porque es ver un oso panda y sufrir una absorción mental en mitad del abismo osezno; y reflexiona con el trasfondo de la sonata para clarinete y piano op120 de Brahms sobre lo que hubiera hecho con las pelotas de don Juan Carlos si hubiera participado en una cacería de osos panda, digamos, en una selva del norte de Tailandia. Le dice a Sebastián que pare en el Vips de María de Molina, y un guardaespaldas se dirige bien adiestrado a por el pack diario de la reina: dos coca-colas light, una cajita azul de smints de menta y el National Geographic que trae una crónica especial en la sección Reino Animal Mamíferos del oso panda gigante en las regiones montañosas de Sichuan. Un nuevo tropel de rumanos lisiados hostiga el camino de la salvaguardia real, un gorila de Leganitos, y un reportero de telecinco conecta de inmediato con el programa Sálvame para asegurar que las palabras del escolta han sido: quita bicho, quítate de ahí cojones, no me interceptes el paso que me pierdo y estoy trabajando gilipollas.
La reina lee el baby boom 2005 del oso panda, la madurez sexual y la gestación del embrión y suena la obertura trágica de Brahms. Solo habla para decirle al chófer que baje la temperatura a 17,5 grados, y por una torpe maniobra de Sebas se intercepta una melodía odiosa:  que la detengan, que es una mentirosa, malvada y peligrosa, yo no la puedo controlar.
- Siento mucho asco con esa canción, Sebas, que vuelva Brahms, por favor, por mi madre, Federica de Hannover, por favor. Bastante tengo con el cedé de Operación Triunfo que siempre está poniendo mi nieto, el pieza, Froilán - comenta abstraída doña Sofía.
El director del hospital anda un poco arqueado, como si tuviera un universo de escozores e irritación en la entrepierna, y la recibe con una genuflexión  del siglo XIX. 
- ¿Dónde está el abuelo? - pregunta con una afectación ciertamente forzada; gesto estreñido. A continuación sonríe a las cámaras y saluda con la palma de la mano derecha muy a ralentí, slow motion. 
Sube en el ascensor con un buen amigo, de absoluta confianza, Paco Peñalver, el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología, y habla de meteorología.
- Está el tiempo igual de revuelto que los Borbones, Paco, que parecen todos medio gilipollas, mira, no me hables que tengo un disgusto. 
- Ya Sofía, ya, te la están dando bien, paciencia, mantén tu sitio, un día comemos en el Telégrafo y hablamos. Tienen unos espárragos de Haro a la plancha maravillosos. El abuelo está en la 202. Te espero aquí. Suerte.
La reina atraviesa la puerta y contempla a don Juan Carlos postrado en la cama y leyendo Mundo y Motor. A sus pies hay un ejemplar de Intrepid Safari.
- Buenos días gilipollas, ¿qué has hecho ahora?
- Ya ves Sofía, un tropezón, me he equivocado, no volverá a pasar, jejeje.
- Pero Juan Carlos, por favor, qué pocas luces.
- Ya lo sé cariño, que tú eres la más equilibrada de la familia, me pongo negro mirando a los yernos y a la niñas, vaya joyitas de la corona, Sofía, jejeje.
- Pero por Dios Juan Carlos, me puedes explicar qué coño hacías matando elefantes, con lo nobles, cariñosos y humanos que son...Arggghhh...Mira, llega a ser un oso panda y te corto los huevos. De verdad, qué sindiós de casa, qué anarquía. Por Dios, por todos los santos y por nuestra Señora de la Geróntisa, eres un canalla.
- Jejeje... Yo soy el campechano, Sofía, no lo olvides... Anda vete ya , que me van a meter a Corinna de extranjis.
- Arggghhh, gilipollas, que sois todos unos gilipollas. Qué familia. Que te la chupe un mono, o mejor , que te la menee un elefante. Adiósss.
En el exterior abordan decenas de periodistas y cámaras buscando las últimas palabras.
- Buenos días a todos, el Rey está muy bien, no se preocupen, gracias a todos por estar aquí. Con la fortaleza que tiene lo superará sin problemas. Gracias, buenos días.