martes, 1 de febrero de 2011

Olviden al Muerto.-


La humildad, el ansia de poder y la búsqueda de una imagen honesta se integran bien y pueden venir a ser una misma cosa cuando los que hacen girar el mundo -giro chirriante y oxidado, por lo general-, gobernantes de medio planeta, han adquirido en el siglo XXI la costumbre de pedir perdón por las brutales agresiones a la humanidad que ellos no cometieron. Por lo general, los asesinos y los tiranos crían malvas desde hace decenas de años. Ningún dictador les ajustará cuentas a los políticos llorones, salvo que los espectros no hayan ardido en el infierno y tengan aún capacidad para joderles la existencia. Cual si fueran los gobernantes los herederos de la culpa se apuntan a la moda de la expiación y el equilibrio del mal causado. No creo que ello atenúe el dolor de la víctimas de  Stalin, Hitler, Franco, Mao...Y hasta pudiera ser que se les revuelvan las tripas. Incluso el Papa se ha bajado los pantalones y ha pedido perdón por los pantaloncitos cortos que bajaron los curas. Y tampoco creo que Ratzinger haya catado churumbeles durante su eclesiástica vida, pero arreglar cuentas con el pasado es la última moda de los dirigentes del universo, para limpiar conciencias y seguir mandando sin complejos.
Los alemanes siguen mamando las atrocidades de Hitler y sienten en el alma la desgracia de Varsovia, los macarras Chávez y Morales todavía se están cagando en los muertos de Colón y Hernán Cortés y casi que le exigen al rey Juan Carlos que se flagele, y el Reino Unido de vez en cuando llora por la crueldad del imperio británico y va repartiendo las rupias por Calcuta.
Lo hecho, hecho está, que diría un abuelo español, y no hay vuelta atrás, pero por una vez eximamos a los gobernantes de las culpas arcaicas, y exijamos con firmeza la responsabilidad del presente. En cualquier caso no pedirán perdón por el pasado más inmediato, la corrupción que ha invadido este país por los cuatro costados, Fabra, Gürtell, Filesa, Gestcartera, Marbella... Ahí se trata de salvar el culo,  cabe la posibilidad de que algo acabe  salpicando, y con tanto chivato y tanta delación entre la clase política, mejor callar. Ya vendrá otro a pedir perdón, medio siglo más tarde.  ¿Será más electoralista el perdón a largo plazo? Me temo que sí. No pierdan el tiempo en abrirles causas a los muertos, no podremos verles las caras humilladas, demacradas, ni el tembleque de anciano, ni las babas de seres aparentemente indefensos que dedicaron su vida a destrozar la de los demás. Vayan a por los vivos, a menudo impunes y libres en mitad del delito. Ya es hora de que empiecen a quemar expedientes.
Juzguen a un nazi por viejo y enfermo que sea, lleven a la trena al corrupto que esgrime amnesia, encierren al terrorista y denle duro a Videla, pero olviden al muerto que escapó de la justicia y la humanidad. Y controlen a Chávez y a Evo, antes de que alguien tenga que pedir perdón.

1 comentario:

  1. Estoy contigo, pero parece que es más fácil pedir perdón años vista que intentar no hacer una barbarie...

    Besicos

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