lunes, 7 de febrero de 2011

Mourinho Meará Colonia.-


  • "Es una cuestión de educación, nada más. Si yo veo a mi hijo hacer eso, simplemente no vuelve a entrar en un estadio. Si lo hace un amigo mío, se lo critico cara a cara. Yo no puedo impedir que la gente haga lo que le dé la gana"
    Yo no quiero que se muera Mourinho pese a mi vocación rojiblanca, me desmarco del mensaje globalizado de las canchas de fútbol, jacobinos con la guillotina en la boca, borregos de esta España banal donde lo grosero y la envidia conviven bien, desahogan más que el pilates, y resulta más barato. De igual modo me contraria la figura del entrenador que se vulgariza y rebaja él solito, sin ayuda, el tipo que viene a cantarle las cuarenta en plan mc-freak rebozado en complejos. Por un momento pensé que era un entrenador de regional que entrenaba desde la cantina con un chato de vino y veía desde allí a sus peones en el   campo de tierra. Pasado un tiempo dijo que Mou era la hostia, de bueno, y que sé iría de cañas con él. Caliente, la sangre española.
    No obstante, hablamos de The Special One  y no se le perdona el éxito, y cuando no se va con toda la artillería asturiana al Nou Camp, no se va, y punto. Y cuando no se le llega a la suela del zapato, no se le llega. Y cuando se tiene envidia de lo que no se llegó a ser, se tiene. Al otro crack, en cambio se le permite todo, entre la masía, las hipotecas del Sabadell y los estilismos de Prada y Miró, de vez en cuando mea colonia, eau de Messi, habitualmente. Vive en un perpetuo orgasmo de alabanza. Solo le falta que Coldplay le dedique una canción y que vendan sus esencias en frasquitos de 15 mililitros en el corte inglés de la Plaça de Catalunya. Que el pueblo dictamine la pauta, el comportamiento deontológico y erudito en esta democracia de chichinabo es más antiguo que la entrada de Goiko a Maradona. Que la categoría y la gloria del portugués duele, ni lo duden. Y el tema arrastra fango, lodos que arrastran a Dios, el ser superior de todas las presidencias de clubes del planeta, y al poeta Valdano, ambos tan dignos, y tan turbados por el daño a la imagen del madridismo, cuando uno pensaba que la imagen era Juanito desafiando a los italianos en el túnel de vestuarios y Camacho corriendo la banda izquierda en plan centauro desbordando a Teseo. Ah, ahora el tema va de Zidane como embajador e institución, guau.  Emblème français, le monde vous aime. Mola, imágen, marca y reconocimiento mundial. Camacho se hizo capitán general en Osasuna y Juanito, pobre, buscó las tablas en la carretera. Y Mou quiere ese Madrid, el de los centauros, el de los hombres de Hernán Cortés tomando Potonchan, me da la impresión. En fin, Mou, que no tiene mucha afinidad con la poesía de el Filósofo, y no tiene a Florentino por Dios,  algún día emigrará de este país donde algunos tienen que pedir perdón por su éxito.  Y se hablará mucho de la preeminencia de la orina con aromas florales. Meará colonia, si no al tiempo, solo hace falta que se vaya el enemigo. Yo le veo por Inglaterra. Guardiola, por mucho que me cuenten, mea colonia porque es un enfermo del fútbol,  tiene una flor en el culo y reza cada noche al Messías. Otros mean normal. Como todo dios. Y algunos se mean encima. 






















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