miércoles, 16 de febrero de 2011

La India, Azarías y la Corrupción.-



Siempre he intuido la corrupción en la India, y supongo que algunas veces habré estrechado manos sucias, de gente cuanto menos inquietante, absolutamente sospechosa, pero tremendamente simpática. Lo curioso, es que una cosa nunca ha quitado la otra, incluso Raskolnikov (Crimen y Castigo), que había matado a dos viejas a hachazos tenía ramalazos amorosos de mucha candidez y mucha confitura.
Imaginad un tipo que se sabe mover, se corrompe con garantías, tiene amigos en el ministerio, incluso es pariente de Chavan, y le va la vida en las cuentas del banco de Hong Kong y en la casa estilo embajada de French Colony, con sus criados, su rotweiller y su clan familiar. Yo le veo feliz, despreocupado, sintiéndose protegido, inmerso en la fluidez de una vida donde las maniobras del dinero salen gratis y el alma no se ensucia si no hay conciencia. Además, le imagino con la mano bien armada y firme en el saludo, como los grandes tramposos. La mano flácida sirve para poco, tiene poca orientación, lo vulgar y lo desangelado ni roba, ni ama.
El pariente de Chavan podrá dar buen rollo y  regalar homenajes. La buena vida y la simpatía coordinan bien. La pobreza da mala hostia. Hay un camino fácil, ya sea un débito al favor o pura generosidad.  Recuerdo cuando estuve en el Holi, el festival de los colores, al inicio de la primavera (consistente en lanzarse polvos de pintura espolvoreados en agua, bailar al ritmo de los espasmódicos latidos hindúes y mamarse un poco), con ellos, entre sus chóferes, sus guardaespaldas, sus camareros, y sus criados. No hay nada como ir bien presentado a la India. Siempre he querido volver al Holi. Me trataron bien, a cuerpo de rey, un gran homenaje de cerveza foster, johnie walker, chicken tandoori, tikka masala, naan de curry y helado de marihuana. Grandes, los indios como anfitriones, como no he visto en mi vida. Al fondo, la gente de servicio veía divertirse a sus amos, como quien que ve una comedia de bollywood, con esa mirada limpia y conformista, esa sonrisa corpórea, sin añadidos de artificio, y esa tristeza de simas tan profundas que tienen los indios de la calle. Luego (después de hablar de Fernando Torres, Javier Moro, flotar con el helado, escuchar una y otra vez los alegatos de la economía hindú y el cricket, beber de todo, hablar de bellezas nórdicas y ver a las mujeres de los ricos silenciosas y aburridas)   nos llevaron a María y a mí a la finca de un fabricante textil y tras un baño en la piscina, vinieron unos criados a restregar unas plantas de aloe vera por nuestras espaldas (juro que miré con complacencia al criado que se dirigía a mí, y le rechacé con el codo la ayuda. Yo solo me apaño, don´t worry. Yo no he nacido para que me froten la espalda salvo que pague una masajista tailandesa. Sir, sir, please, decía el lacayo, feliz como un chimpancé). Hace una semana leí el asunto de las manifestaciones contra la corrupción en la India y me acordé de los sirvientes, de los amos, de la indigencia, de las plantas de aloe vera, de los negocios en Janpath y de la belleza de esas criaturas saltimbanquis de la vida en Chadni Chowk, y de Javi Sendín que también había mamado por negocios la India en varias ocasiones.
Un país donde se hizo una campaña de billetes de cero rupias con el lema "prometo no sobornar ni aceptar sobornos", en primer lugar, tiene una diferencia bochornosa de estratos sociales, en segundo, tiene una democracia de chirigota, y en tercero, tiene demasiada gente que no llega a fin de mes. Por descontado, ser funcionario tendrá su plus. Gratificaciones del cohecho. 
En fin, ahora sabemos que Ashok Chavan, otro paleto de esos que no se quita las gafas de sol ni para comer en el Imperial Hotel frente a Obama, está pringado hasta el turbante, y no lava las manos ni con aloe vera con concentrado de lejía, cuando yo pensaba que los pringaos eran los otros, el pueblo que chupa calle y masca esas hierbas energéticas, droga revitalizante cuando te has reventado los gemelos y el alma en un rickshaw. El pájaro en cuestión, es primer ministro de Maharashtra, estado cuya capital es Bombay, como bien se sabe, centro neurálgico de las finanzas y Bollywood. El semanario India Today sacaba a la luz las propiedades del colega, que ascendían a 300 millones de euros,  unas cien veces más de lo declarado. Antes de que Sonia Gandhi le mandara de penitencia al Taj-majal, pudo recibir a Obama en Bombay, consciente de su inmediata condena. La expiación estaba servida. Entre los tejemanejes del tipo, negocios con una ONG donde la compasión y el altruismo eran inexistentes, y por tanto se desvirtuaba su significado, una licencia para construir edificios para héroes de guerra (guerra de Kargil, 1999, India-Pakistán) y viudas, salvo que los pisos (valor de metro cuadrado mayor que Manahttan) fueron entregados a parientes y colegas y apenas llegaba a un tercio la entrega de la vivienda al ejército. Una vez Chavan es destituido, le reemplazan curiosamente por otro Chavan, será cosa de la casta de los chatrias , y sale a la luz el escándalo de los Juegos de la Commonwealth, un tal Kamaldi con la misma historia universal de la corrupción, los millones de euros, los desfalcos, la falsificación. Que te lo cuente Roca.  Resumiendo, sobornos a los inspectores de trabajo cuando mueren 67 trabajadores de la construcción procedentes de Bengala, el mayor fraude en la historia de la humanidad, licencias de móviles de espectro 2G con 23.000 millones de euros en pérdidas para las arcas públicas. En cuanto a las corruptelas domésticas, son el pan de cada día, una forma de vida como otra cualquiera pero jodiendo al marginado, y los planes de empleo son cutres, baratos y escasos.
Yo ya intuía que en la India los revólveres de la clase política disparaban gratis, sin peaje, y la complicidad de la clase empresarial formaba parte de la trama. Lo vi en el pueblo y lo trasladé al poder. Lo vi en la casta de los invisibles mirando las fiestas, en los basureros de Chadni Chowk, en la excelencia del anfitrión, en las sonrisas blancas de los ricos, en la lealtad del lacayo al mercader de Janpath, en la extraña sumisión de los conductores más solítcitos y serviciales que he visto y veré en mi vida y  y en las manos de aquel criado viejo que venía hacia mí con las plantas de aloe vera, corriendo como aquel Azarías de Los Santos Inocentes. Un país con Azarías, invisibles, sobornos y hambre, podría ser territorio infame y carente de honestidad, pero cuanto lo aman. Y cuanta sonrisa limpia. Y cuanta fraternidad, aunque sea de mentira. Siempre quiero volver.




6 comentarios:

  1. Llámame frívola pero... fenezco de ganas de ir al Holi!
    Besos

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  2. Excelente en el fondo y en la forma y ¡cuantas experiencias acumuladas por el autor!

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  3. Jeza, es una de las fiestas más divertidas que he visto en mi vida, te divertirías muuucho. Al inicio de la primavera, busca vuelos. Bss

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  4. Justo, pues mira que la forma, el estilo de esta entrada, no me tiene muy convencido, y no es falsa modestia. Pero si llega el fondo, me doy por útil. Abrazo

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  5. Love the rich colours of the photos. It inspires me to create new stuff!

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