lunes, 3 de diciembre de 2012

Sidi y mi Adorable Vecina de Chueca.-




Mi vecina andaluza, Belén, tiene la cara y la cocina de porcelana, un lunar de ésos super-erótico sobre la comisura de los labios, el pelo rubio de bote y  un niño negro de tres años que se llama Jaume. Diría que todo es mucho más cosmopolita que extravagante. Ser malagueña, casarse con un mauritano de ascendencia senegalesa, trabajar en una fábrica de Hospitalet, tener un niño en Manresa y ponerle un nombre catalán. Luego se vino a vivir Madrid. El buzón dice Belén Romero y Sidi Abdallahi. Las cartas al pariente son solo de Justicia y de malos rollos; y la policía ha llamado alguna vez a mi puerta preguntando si yo soy el mauritano Sidi Abdallahi. Mírame bien poli, interiorizo, tengo yo las raíces de Mauritania en la rodilla derecha y soy un musulmán fanático de la muerte, yihadista por los cuatro costados y el corazón de Mahoma.
La miro desde la ventana del patio interior. Lava los platos sola, y a mí ver a una mujer lavar los platos sola me parece uno de los mejores paradigmas de la soledad y me da a entender que no hemos avanzado nada. Hay un tema claro de destierro, desamparo. Al niño a veces parece que lo va a tirar por el balcón. Toma todo su contorno con el brazo derecho y entonces la pierdo de vista y ella va diligente por el pasillo con el negrito en volandas. Me consta que le quiere, aunque también sé que de vez en cuando le fatiga que sea hijo de Sidi Abdallahi. Cuando cocinan juntos y  Belén le habla, mola todo. Como decía aquel soldadito borderline de Gran Hermano, eso es la simbiosis. 
Pero lo que llevo fatal es que lave los platos sola. Me parece tremenda la escena. Todos los muertos del telediario de telecinco con Pedro Piqueras y José Rigaborda, y que el niño esté entre la divulgación de la tragedia y la cabeza gacha de mamá pensando con el fairy y rascando la grasa con el estropajo; eso ni es vida ni es nada, caray. Putos platos que hacen pensar tanto, y ese maldito suspiro del final y alguna lagrimilla justo en el momento de pasar la bayeta por el fregadero. 
Sus vecinos de puerta son unos gays. De esos gays que no parecen gays sino curas comunistas o misioneros. Más buenrollito que perroflauta. Ni de coña Melendi, ese perroflauta reconvertido a moderno de Avilés. Cuando los gays buenrollito llaman a su puerta, huele a laurel o a coliflor y se oye la música de Camela o Andy y Lucas, porque Belén no tiene gusto ni criterio musical. Sueño contigo, y tal. Y le piden una cebolla o un poco de leche semidesnatada, o bien algunas nociones sobre el precalentamiento del horno para la merluza de pintxo porque todo el mundo sabe que hay una clase de gays que siempre, siempre, siempre comen bien, y todos los días son domingo. 
Me calzo mis nudies, mis new balance, mi abrigo de Springfield y mi fular de Matthew Williamson para H y M, porque soy un moderno tranquilo de Malasaña, y bajo al chino a comprar pan bimbo rústico de molde que está a 0,99, para las tostadas. En el portal coincido con Belén. El niño está malito, ha pasado mala noche, tiene fiebre. Sale un buenrollito del ascensor y le hace unas carantoñas al pequeño Sidi y la vieja del segundo también, una especie de currucurru. Belén es una de esas canis muy guapas, una belleza malagueña con piercigns , tatoos, el pelo frito, a veces como repasado por la lengua de una vaca y unos ojos de insomino, grandes y muy verdes. Entra un policía y la mira de arriba a abajo. Y tomamos nuestras direcciones:  el centro de salud, el chino y el gay buenrollito a correr al Retiro. ¿En qué clase de líos estará metido Sidi Abdallahi? A mí me da por pensar con el café y la tostada, quizá con esos alimentos que no están ni buenos ni malos, solo son para sobrevivir la mañana. La supervivencia es un estado de ánimo. Suena el timbre de la puerta. Y ya. 


6 comentarios:

  1. maravilloso tu escrito impregnado de palabras que hacen leerte sea un placer

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  2. Es brutal, es de un naturalismo atroz.
    Es fantástico este relato. GENIAL!, Javier, Genial! (con mayúsculas)
    [Me parece, que en todo esto hay un toque frívolo; mejor dicho, sensual]
    Un buen lavavajillas, además de ahorrar agua, cunde mucho y no cuesta tanto. A mí también me pone tierno el asunto.
    Los tienen fichados y como efecto "colateral" te pilla a ti de por medio.
    Qué bonísimo relato. Has estado acertado en cada palabra, da gusto leerlo, con dinámico naturalismo como aquel de antaño, realista.
    Unha aperta, deica d:D´
    dl·J

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