jueves, 13 de diciembre de 2012

Pink Floyd, Belén y los Putos Locos (6).-


Era Pink Floyd, sí, aquello de hay alguien dentro de mi cabeza, pero no soy yo. A mí me ocurre a veces, con esa nostalgia que viene a derrotar a la memoria, o mejor dicho, a abatirnos directamente en ese foco de las entrañas donde se trama la vida. A veces recuerdo cosas, y las siento con efectos narcóticos; veo difusa una vida que es ex-vida y viene con síntomas alucinatorios. No reconozco a la gente, ni siquiera a mí mismo. Supongo que es una especie de seísmo neuronal, con esa realidad deformada que viene a ser el pasado. Aquel naufragio de vivos y muertos que deambularon por aquel océano que un día fue nuestra vida. Pues esos psicodélicos del rock progresivo tenían razón. En la cabeza de ustedes también hay un forastero que les utiliza de conejillo de indias y experimenta con su vida.
Cuando ves a un puto loco (no hablo de un loco flemático o afectivo) , un lunático psicópata gritando: sois todos unos hijos de la gran puta, o me matan, o mato, también hay un extranjero dentro de una cabeza, al menos una transmigración muy, muy, muy chunga. El tipo está pegando patadas a la gente, hay cristales rotos, golpes a los coches que atraviesan por Gravina, amenazas de muerte a unos chinos, a unos bomberos que reparaban unas tuberías, al dueño de una tienda de moda gay. Llega la policía y el Samur, porque el tipo ha autolesionado con un pincho. Y lo reducen, como si en vez de un hombre estuvieran aplacando a aquella masa verde que llamaban Hulk. Un puto loco con un asesino o el síndrome de abstinencia dentro de la cabeza tiene mucho peligro. A tomar por culo, el marketing de coca-cola: el ser humano es extraordinario. Ay, qué miedo maricón, le dice el travesti al novio.
El mundo es alucinante porque camina hacia la imperfección gracias a la demencia psicopática y a la codicia burocrática. La culpa la tienen los malos políticos y los putos locos. Mañana el periódico puede decir que la Agrupación Nazi de Restauración Aria arrasa en las elecciones de Austria, y que su lema Blood And Honour se ha convertido en bakalao destroyer hitleriano. Mañana, podemos irnos a dar un paseo por el parque más abyecto de la sensibilidad moderna, y podemos ver niñas de cinco años violadas, hermosas sirenas de la heroína, locos dispuestos a joderte la vida en la calle Gravina, políticos gordos fumando puros y gente más sola que la una. Disculpen ustedes, pero el mundo va a ir a mejor, por los cojones. 
Después de esto me viene Belén con que se quiere meter a puta, aunque Belén un día quiere ser puta y al otro quiere ser princesa, o secretaria, qué sé yo. Esta chica tiene todo el universo de visitante en la cabeza. El problema principal es que debe cuatro mensualidades de alquiler y a Sidi Abdullai parece importarle poco. Pues bien, vamos a hablar de putas, Belén. Digo yo que no es un drama, como tampoco lo es ser barrendero; no lo es en sentido intrínseco y parcial. Otro tema, la mafia, la esclavitud y tal. A mí la calle Montera me da mucha grima. Las putas son más tristes que guapas, se gastan una innecesaria crueldad entre ellas mismas y se exhiben como escaparates de carne mustia y miseria real. Belén disiente, dice que no, que no ese tipo de puta, que ella se refiere a una cosa entre puta y secretaria, y que ni las niñas ni las viejas deberían ser putas. Ella quiere el high standing, follarse a señores poderosos, llevar el aroma de Juliette Has a Gun y cenar de vez en cuando en el Piu di Prima. Y cobrar el Ménage â trois a precio de caviar iraní y trufa blanca, porque ha leído estas pompas de la gastronomía en un folleto de cualquier tienda delic del Barrio de Salamanca. 
Pero ni siendo puta de lujo, te libras, le trato de explicar. Cocaínómanos, borrachos, niñatos llorones, halitosis. Podrías hacerte tres o cuatro clientes elegantes, educados y limpios, ya con esta trilogía ganas mucho. Mucho de todo, quiero decirte Belén. Se lo he dicho con poca evidencia; no sé donde me olvidé la certeza, y claro, ella lo entreve. Esa intuición le aparta de la prostitución, al menos por hoy.
Belén cambia de tema. ¿Viste ayer al loco en Gravina? Sí, pero era un puto loco. 
El niño reconoce a la madre por la sonrisa. Decía Tolstoi. El pequeño Sidi se tira a los brazos de mamá, y veo al cincuenta por ciento de la gente que camina por la calle Hortaleza como unos putos locos que me asustan algo. Sería muy bueno estar en casa escuchando a Morrissey y descorchando una botella de vino.

3 comentarios:

  1. Cada uno agota sus días como puede y se los bebe a su manera; cada una intenta librar batalla con las armas que ve en otras sin mirar las consecuencias intentando avanzar cada día con algo en el bolsillo. Ven a las chicas de fácil vida expuestas en la calle, como si eso fuera lo más que tuvieran que hacer y estando de plantón ceñidas en sus pantalones marcando líneas curvas y hendiduras profundas sin darse cuenta que esa vida es más complicada y vacía que las horas muy putas pasa un minero bajo tierra. Para tomar por oficio algo, antes hay que conocerlo y sólo así ser oficial de primera, como poco. El problema es que aquí no se pasa de chacha de limpieza por mucho cliente de cartera llena. Lo mejor o lo peor es que los que la suelen tener son repugnantes y capaces de dejar a cualquier prenda marcada de por vida o muy cercana a la muerte.
    Desde una calle a otra sólo hay un paso tan corto como el que se puede dar tras un traspiés en el bordillo y fenecer para siempre.
    Beato Darzádegos
    Breves saludos
    Deica

    ResponderEliminar
  2. Por cierto, los Floyd siempre me gustaron mucho; de su música todo.

    ResponderEliminar
  3. Curiosa y determinante la analogía entre la puta y el minero, incluso graciosa e irónica. Abz

    ResponderEliminar