domingo, 23 de diciembre de 2012

Sebas, el Cojo (10).-


También tenemos un vecino cojo que habla mucho. La polio. Zapato ortopédico y muletas. A los niños le gusta mirar mucho a los cojos; el primer avance, la dificultad, el impulso, el compás, la cadera oscilante y un pie a las dos y cuarto. Se flipan con los cojos porque todavía no conocen el universo ni el sistema aleatorio de la discapacidad física. Se llama Sebastián y sus grandes pasiones son la literatura, el porno y la cháchara de portal. Cuando Sebas, que nunca va apurado para nada, porque él dispone el tiempo de la vida y no viceversa, me coge alevoso y a traición en el portal, se hace difícil parar ese acecho de saliva, palabras, onomatopeyas, grandes gestos oculares, mucosidad y tics que viene a ser su lenguaje. Me cuenta que se ha leído todo el siglo de oro. Quevedo, Lope de Vega, Fernando de Rojas y Baltasar Gracián.  De Cervantes, la obra comprendida entre La Galatea y Los Trabajos de Persiles y Segismunda, incluida el Quijote, la primera novela polifónica y moderna y un tratado ecuménico del humor, porque a él le mola ponerse muy redicho y enfático de la muerte.   Me dice que es un apasionado de  de la novela francesa del XIX: Balzac, Stendahl y Flaubert. Y de la rusa: Dostoiveski y Tolstói. No sé como coño decirle que me tengo que ir. Todo esto empieza porque le he dicho que era muy bonita la edición que llevaba de Crimen y Castigo.
A continuación pasa Belén; buenos días vecina; y los dos le miramos el culo. Dice voyconprisaluegonosvemos, diligente y rápida. Sebas, el Cojo, me guiña un ojo, aunque parece que bizquea los dos y le sale un hilillo de saliva; vaya culo, eh chaval. Ésta es la del negro, me habla. No me hace mucha gracia el comentario; le miro la bota ortopédica. A las dos y cuarto. Y me quiero ir, pero no hay manera.
Me quiere contar su reciente viaje a Londres. Es de esos tipos que a menudo se ríe de su propia tragedia. Y eso no tiene precio. Son la gente que le saca las vergüenzas al universo.
Dice que fue un evento para discapacitados físicos; una recua de cojos de todas las índoles siguiendo a dos gemelas rubias, tipo Dolly Parton con chandal de la selección, tullidas las dos de la pierna derecha; las organizadoras. Lo primero que le ha sorprendido es que en Londres hablaran inglés y no se siente explícitamente preparado para los registros y las afecciones del ingles británico. Su mundo viene de la películas dobladas y la literatura traducida. Es decir, desenvolverse en una novela es fácil, ustedes y el cojo juzgan a los personajes, pero pisar el territorio es otra cosa, porque llueve mucho, hablan inglés y el metro es una putada para andarlo renqueando. Le mola bastante una de las Dolly. Dice que le compró, sin hablar, en una tienda de souvenirs y globalización, un pequeño Big Ben de escayola, y a Dolly, que era una especie de cojita inflamable, se le pusieron chiribitas los ojos,  y él, que no conocía el delirio de las mujeres más que por los vídeos pornográficos, pensó que al llegar al hotel tendría una escena parecida a cualquiera de las trilogías de Ginger Lynn, que era su actriz porno preferida, junto a Jeanna Fine y los dibujos de Hentai. Y pensó que por ahí iban los tiros, por esa variedad de acatamiento y salvajismo que tiene la pornografía. Que Dolly se quitaría su bota ortopédica, como así hizo, y acudiría dando saltitos a desabrocharle la bragueta y a fabricarle una erección con la boca, como no hizo. Se quedaron los dos tumbados encima de la cama, cada uno con una pierna más larga que otra, y él exhaló cierto iconformismo con la literatura, porque ningún autor le había explicado del amor entre seres deformes, con defectos físicos o asimétricos. O sí pero no les había ido bien: a Quasimodo en Notre-Dame de Paris, o a un parapléjico de clase alta sufriendo la desgracia de su mujer follando con un fornido hombre de la clase obrera en Lady Chatterley´s Lover.
Dolly es una chica perezosa, no ha trabajado mucho para ser una anaconda sexual. La vida colérica y sexual de las estrellas del porno está en internet y en los dvd´s; apuesto a que Sebastián tiene una gran colección. 
A continuación sale María del ascensor; ya saben, Sebas es un autómata de la cata visual de culos; lo circunscribe con los ojos como si fuera apuntarlo más tarde en una libreta. Tipo manzana, redondo, respingón, y tal. Luego te veo, me sacuden las prisas, porque si no, es imposible. 

6 comentarios:

  1. Es todo un personaje... he visto la divisa en face
    me he apuntado a la pagina. Un beso y que pases felices días con los tuyos :O)

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  2. Eso te pasa por ser indulgente y diligente con "el Sebas". "Sebastian JF" también era aquel personaje de Blade Runner con síndrome de Matusela. ¿Matusela? Bueno, he oído otros aún más raros. Los cojos son la leche y tienen más recursos que sí mismos, es su propio recurso y sus padecimientos tienen la excusa perfecta; no cómo el mayordomo que de antemano siempre es culpable.
    Y eso...que su pierna llevaba rato indicándote lo tarde que era, tú aferrado a la cordialidad no eras capaz de darle puerta. Te salvó la última gachi, qué sino...
    Me encanta la Dolly que vive en su testero, ya sabes que me encantan, como a todos, supongo.
    Divertido tu relato, cada día más naturalista; aunque no sé muy bien donde empieza la parte irreal y donde la ficticia. En cualquier caso es fantástico que tengas ese contacto con unos vecinos próximos, de barrio. Te hace más universal, humano y necesario, aunque sólo sea para departir y que de ti piensen bien... :))
    Breves
    dl·J

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    Respuestas
    1. Pues algún cojo afectivo, que se hacía querer, e involuntariamente y como algo instintivo iba transformándose en plasta sí que he conocido, la verdad, jaja

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    2. Me encanta ese London "rojo", en apariencia; donde circular es motu propio y donde el "look" tan de tu gusto y el mío cosmopoliza la imagen confundiendo a todo el mundo con el paisaje hasta que se dicen cosas. Después uno regresa y se acuerda que en Malasaña andan lugares tan cosmopolitanos como esos, con nombres mahometanos, con nombres de bares.
      Espero te pueda ser útil la foto pues, además, tengo mucha documentación de fondo de armario,jeje
      Salud y Libertad
      Deica, amigo Javier

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    3. Muy curioso el Sidi, sobre todo por la mezcla; el moderno, la niña bien tomando una copa de vino blanco, el punk con el perro en la puerta, ludópatas y borrachines del barrio, chavales de los colegios mayores, actores, el farmceútico de la plaza, estudiantes tomando la primera copa, pensionistas, etc. Nunca sabes lo que te vas a encontrar a diferencia de otros muchos más estereotipados, y eso mola, claro que sí

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