miércoles, 29 de diciembre de 2010

Algún Quejío Entre Tanta Calamidad.-


Al fin acaba este maldito año. Por mí, podía haber acabado en junio, entre otras cosas porque se me murió gente querida entre julio y diciembre, pero lo hemos visto pasar con sus doce meses y sus doce causas de la tarjeta roja de telecinco, y sus millones de muertos, sus temblores, sus epidemias y su cuota diaria de calamidad en el paquete que dejó el diablo la noche del 31 de diciembre de 2009. Vale que los 33 mineros rescatados se podrán emborrachar de whisky del bueno, y  tranquilos en la víspera del nuevo año, muy, muy lejos de la mina y el desierto chileno. Vale que fuimos campeones del mundo y todos aprendimos donde queda Fuentealbilla, y nos reímos un poco con un segundo guardameta al que le pagaron la millonaria prima del mundial por hacer el payaso y carrera para trabajar en la tele cuando el Liverpool le de el finiquito. Vale que se fue a buscar las tablas, Massera, uno de los hombres de Videla, que jugaba al missing y gastó 30.000 fichas en pibes incordiantes, monjitas y curas sensibilizados por las miserias de los negritos. Vale, pero no compensa.
Maldito año en el que los videntes optimistas acabaron estrellados y en el paro.
Fueron buenos tiempos para el terremoto, que desplegó su arsenal para buscar polvo, muerte, cólera y escombros, y deambuló a sus anchas por Haití, Turquía, China y Chile. Tampoco le fueron mal las cosas a las lluvias de Satán, que derramaron lodos de sangre en Río de Janeiro. Se estrellaron aviones en Rusia, India, y donde quisieron los dados. Los talibanes murieron matando y le ampliaron el contrato a Lucifer, y Pakistán continuó siendo una vividero de ratas y locos, donde llovíó torrencialmente y 1.700 personas murieron en mitad de la mierda y el agua. El ejército israelí siguió matando activistas palestinos. Agatha, la tormenta tropical se dio un paseo de la muerte por Centroamérica. Al Qaeda practicó con unas bombas de verdad, y con gente de verdad, del mismo Kampala.  Unos narcos mexicanos se fueron de orgía gore y asesinaron a 72 inmigrantes ilegales. Y cuantas desgracias les vengan en gana en este coleccionable del horror de un año condenado a morir, y a resucitar matando, porque no se aventura mucha gloria para el venidero, viendo los precedentes. En nuestro entorno más cercano, siguieron muriendo las mujeres a manos de esos machos graduados por la universidad de Juárez, las empresas quebraron día sí, día también, los conductores se siguieron matando en las mismas curvas por las mismas causas, la cola de parados dio la vuelta a la manzana de la oficina de Goya y llegó hasta Velázquez, las mafias italianas se fueron comprando la Costa del Sol y un trocito de Madrid, las mafias rusas trajeron más putas, y más armas para el clan de los Pertolos. Otegui siguió jugando al Disperso de Elgóibar, los sindicatos siguieron desfasados y hablando de clase empresarial, como si fueran todos los autónomos, primos hermanos del dueño de la imprenta de Cuéntame, o del señorito de los Santos Inocentes. El Congreso se pareció aún más al Gran Hermano. Ya echábamos de menos a Enrique Morente, entonando algún quejío entre tanta calamidad. Y se murió en Diciembre. Malos tiempos.

2 comentarios:

  1. Javi, estas cerca del lado oscuro, canaliza tu fuerza con un escrito más esperanzador. Me das bajón, hay más cosas que compensen que el mundial y el rescate de los mineros. Un abrazo

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  2. En la balanza, siempre gana lo malo, Tito. Abzo.

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