miércoles, 1 de junio de 2011

La Épica de la Muerte: ¡Mierda!





La muerte es una cosa seria, te mueres, te vas, y el bye-bye diario se convierte en un goodbye inapelable. Radical. Pero no por ello deja de haber cierta comedia entre esos silbidos moribundos que llaman los estertores de la muerte. Uno no se muere todos los días, pero a veces uno se muere con una frase mitológica, que le lanza a la gloria post-mortem, y morirse con gracia, valga el exceso, puede tener mucha gracia. Cuestión aparte, sería morirse por mala suerte, y a mí esto no me produce tanta chispa: sales una mañana a comprar unas velas aromatizadas de coco y acabas por la noche con las velas, unos cirios y unas flores rodeando tu cuerpo exánime en mitad de un velatorio. La muerte mezquina y grotesca de tropezarte con un bolardo de Madrid y abrirte la cabeza, por ejemplo. Qué tengan que venir los ángeles trompeteros para esto, da mucha pereza, la verdad. Pero no vayamos por ahí, busquemos la épica de la muerte, en las últimas confesiones.Galileo fue tenaz hasta el final de sus días, y se murió con lo que había estado diciendo toda su vida, si no, reventaba, y aún así reventó: no importa lo que ellos digan, la tierra gira alrededor del sol. Y punto, ahora me muero tranquilo. Ana Bolena, aquella especie de gitana de ojos negros que le ponía los cuernos a Enrique VIII, todavía tuvo tiempo para dar ánimo a su verdugo: “No os dará ningún trabajo. Tengo el cuello muy fino”. A Henry James le faltó poco más que darle las gracias y un abrazo a la muerte: "Al fin, esa cosa distinguida". Manolete se acordó de su madre en el último suspiro, aquel día de la cornada de Linares: "Qué disgusto le voy a dar a mi madre...Don Luis, que no veo ná, que no veo ná". Thomas Edison, el auténtico inventor del invento, ya vislumbrando la muerte: "Es muy bonito todo allá". Y así se fue a ver el paisaje. A Heri de Xavière le fue ofrecida una copa de vino en el cadalso de su condena: “No, gracias. Cuando bebo suelo perder el sentido de la orientación”.
En semejante equidistancia de gente buscando las tablas, cuenta la leyenda que Humphrey Bogart lamentaba haber dejado el whisky: “No hubiera debido cambiar el whisky escocés por el martini”, y siguiendo por la vereda alcohólica vuelve a narrar la apología la útlima frase de Al Capone, con un tiro mortal: “¡En esta ciudad soy yo quien fija el precio de la cerveza!”.
Pero a mí, para última palabra, me parece prodigiosa la última expiración del poeta Walt Whitman, que se las estuvo dando toda la vida de humanista, de trascendental y de filósofo del Realismo y se empeñó en dejar un discurso en el lecho que sintetizara su vida, todo para nada, para darle un giro a la novela de su propia existencia, y condensarlo todo en una palabra universal: "¡ Mierda!".
Si bien de poco sirve, esa pena no se condona,  decir una cosa u otra, en nuestro último desamparo, el más brutal de todos ellos, supongo que nos pareceremos a Whitman, y diremos:"¡Mierda!". O: carajo, no me vengas ahora con las putas prisas, el túnel de los huevos, maldita luz, mierda.

7 comentarios:

  1. jajaja, grande Whitman. Mierda resume toda una vida, Marta

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  2. Me gusta la de Manolete, me parece muy generosa. Hace un par de semanas, media albóndiga me dejó sin respirar, fue horrible, no se movía ni un milímetro, estaba como muy arriba, no tenía aire para toserla, a base de contracciones de tráquea, faringe, laringe, paladar y yo que sé, se soltó un trocito y la pude ir bajando, luego pasé horas pensando en que es increible que sobrevivamos tanto tiempo a las múltiples formas estúpidas de morir.
    Seeeeeeeeeeeeeemos l´hosssssssstiaaaaaaaaaa,
    besos

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  3. Whitman, shit!
    Qué psicópata la albóndiga, cuidado, entre el hambre y una bola de carne asesina te mueres. .-))

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  4. Qué buena ! cómo tomamos a la muerte en estos días, ya se vuelve una huésped de nuestros días y la invitamos muchas veces sin descaro.
    Mierda, también me recuerda a la última palabra en la novela "el coronel no tiene quien le escriba" de García Márquez pero es ya otra historia,

    ayer nomás leía una noticia que una anciana de 90 años vendía por internet kids de eutanasia, que más se puede esperar, ahora...

    interesante entrada, besos

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  5. ah y te sigo y pongo en roll para no perder tu ruta :)

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  6. Je... yo creo que no tendría tanto genio e ironía como para poder dar una frase célebre... creo que estaría super acojonada...

    Besicos

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  7. Yo también te sigo Mixha, la eutanasia se vende??? Uff, qué no se vende!!!, bss
    Acojonados todos, Belén , bss

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