martes, 24 de mayo de 2011

Especiales.-

Ando con una nostalgia de caballo, así que intentaré no derivarme en la extrema confitura que a veces traen los recuerdos. Ahí voy. Todos nos vemos cools, especiales y a veces radiantes, aunque parezcamos y seamos idiotas. Nosotros, los guays, y el resto del planeta, lleno de gente normal, diríamos que incluso vulgar y molesta en la estética de la ciudad. O viceversa. Ellos los guapos y modernos, y nosotros, el clan de la ordinariez, todos muy corrientitos y más bien paletos. ¿Qué somos: el resto o la indiviudalidad moderna y fresca? ¿Nos creemos que nuestra masa humana es una tendencia social para modernos pretenciosos que dan grima? Solo se me ocurre una respuesta rápida. Existe gente que se provocaría felaciones a si misma si existiera la posibilidad física, gente tan indispensable que no podría vivir sin ella y además son amigos de Dios, pero no inspiran más que pánico, y una pena rara que viene a ser un miedo triste, esos temores que sugieren los psicópatas. Nosotros tampoco podemos vivir sin nosotros, pero preferimos que los favores (sexuales, afectivos o morales) y la vida nos llegue del exterior. Nos necesitamos para afianzar nuestra conidición especial. Somos gente de feed back. No somos ni queremos ser Platón, salvo cuando sí queremos ser Platón y nos escondemos en el huevo.
Creo que todos somos igual de básicos. Iguales. Antes éramos guays y ahora nos da miedo lo desconocido. Por mucho que existan los toreros, que exista Messi y que Monica Bellucci esté viva, es una gran verdad eso de que estamos hechos de la misma pasta. De la costilla, del barro, de la biología, de la metafísica o de la generación espontánea, aquí estamos, jugando a la vida que nos vamos inventando. Y nos creemos tan especiales porque a veces, tras una penumbra, llega una luz. Y todo es una palabra demasiado grande, como para desecharla. Todo puede ser especial, salvo cuando somos necios y egoístas, o la vida venga puta. No somos más que el guión de una tragicomedia que se llama Universo, llena de horteras y modernos, y de idiotas que se la mamarían, y de horteras que se creen modernos, y de modernos que se creen referentes, y de molones religiosos que se inmolan, y de gente chunga que fue buena, y de gente, de gente, de gente, de gente como nosotros que se emociona por el flash-back de un aroma de la infancia, por el recuerdo de un verano largo, un viaje en el seat 1430 de papá, unos abuelos muertos y una playa inmensa, llena de niños especiales, que están muertos, y somos nosotros.



8 comentarios:

  1. Qué bueno, me ha molado lo especial que es sentir esos flashbacks. Emocionante, Marta

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  2. Me ha emocionado también a mi. Un abrazo, primo!
    Carmen

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  3. Estás que te sales, macho. De las de frutas digo. Y ya puestos un paracetamol, que no es melancolía sino resaca de la vida que ya te has bebido.

    Fabio

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  4. Abrazos, queridos, una resaca titánica, Fabio

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  5. Y total pa k, pa dos telediarios, brevedad odiosa de recordar cuando uno está melancólico por cierto. Mola.
    Besis

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  6. Somos especiales, únicos e irrepetibles! ;-) que la melancolia no te nuble ese punto que te hace único!

    Por cierto...estare por aqui...no me ire muy lejos...;-) aunque I am What I am se haya tomado un break.

    Un beso

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  7. Enhorabuena por tu increíble capacidad de poner en palabras y pantalla todo tipo de emociones.
    Me encanta el post, uno más....
    bs

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  8. Dos telediarios, sin intermedio, Jeza, dos besos
    Te seguiré la pista, bss
    Me gusta que veas el paisaje de las palabras, bss

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