domingo, 27 de noviembre de 2011

Pequeñas Cosas.-






A veces parece que no me dedico a lo que me dedico, la moda, que ya saben, es un mundo veleidoso, frívolo y exagerado, y no es que yo sea un transcendental de la hostia, que no lo soy, pero sí me gustaría hacer unas precisiones. Para empezar, me voy a permitir un matiz cursi de un poeta libanés, de nombre Khalil Gibran.En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura. Afectado y bucólico, pero mola. Miren ustedes, a mí la vida de los demás me importa bien poco, aunque a veces haya parecido lo contrario en este trabajo de bitácora que yo me he impuesto. Pero, a ver si me entienden la dimensión que les quiero trasladar. No me interesa mucho la vida de los demás cuando me la cuentan, es decir, por un lado no me interesa un carajo la gente que no ve otros intereses que no sean los suyos, y no me interesan aquéllos que se creen el centro neurálgico del Universo, como si el mundo conspirase para su éxito. No, por un lado no me aportan nada las chorraditas metafísicas de Paulo Coelho de complots planetarios y sueños, y por otro, no me resulta interesante la peña que tergiversa la conversación hacia el diálogo esteril, que desencadena un discurso vacuo para rellenar unos minutos de tu vida con sus éxitos personales, como tener un abrigo de Woolrich o haber vivido en Minnesota, y que todo gire en torno a una puta parka y una paranoia norteamericana. A mí me molan mucho los fracasos, las hostias de la gente y las maneras de levantarse. Sí, creo que nos une mucho más la derrota que el triunfo, y además, la trastienda del desastre es mucho más divertida, y más proclive a la identificación personal. De esta forma, les quiero decir que discrepo bastante de la grandilocuencia, sobretodo si es absurda, que hoy vengo aquí a renegar de las vidas triviales y desérticas reconducidas a la proeza y los blowjobs.
Disculpen, pero ya ven que no puedo con la vida contada al estilo pomposo y con las mamadas a cambio de. Yo sé que el encanto de las pequeñas cosas, y el disfrute de la vida real es un placer confidencial de gente como ustedes. Ay, caray que grandes son las cosas pequeñas. Explicar grandes cosas con palabras pequeñas, que decía el maestro Sábato. Pues ahí lo dejo. 

3 comentarios:

  1. Es que es difícil ser original para que la gente se interese por ti...

    Besicos

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  2. Y es que además los fracasos con elegancia nos hacen tope sexys, oiga.

    Besos

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  3. El problema de la originalidad es la subjetividad añadida y la falta de empatía. bs
    Mola todo Jeza, bs

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