martes, 8 de noviembre de 2011

La Gente de mi Novela.-


Ante las peticiones de unos cuantos amigos, y una solicitud editorial, aprovechando la coyuntura:
Helio Arista:
Profesor de literatura. Siempre en la controversia, como en toda vida que se precie de perra. A veces en el carrusel de un hamster. A veces en una montaña rusa. Vive dentro de la novela para encontrarse, y disipar su nueva convergencia con una nueva perdida. Sufre las embestidas de las visionarias marianas, las poetas de la tragedia, los adolescentes malditos del lumpen y las mujeres lejanas (aquellas que fueron y ahora no son, y aparecen purificadamente bellas con el devenir de los años, cual si fueran heridas de catarsis). Acude algunas noches al Dorian, un local vivo a base a deshechos de felicidad y música de amor vengativo, a beber licores infames y agitarse entre la chusma. Desgraciadamente en estos lugares, el tema, echar un polvo y consolarse, está asegurado. Consecuencia de la miseria de sus habitantes. Los vencimientos del placer, corto plazo.
Por encima de todo, un objetivo: salvar a su padre de los estragos de la ginebra y la muerte de mamá. Los efectos: caminar por el ancho mundo y beberse las botellas de panacea dispersas por el Universo.
Helio Arista (Padre):
Jubilado, solitario y gruñón renovado por la tragedia. Surca los mares de una autodestrucción consciente, y malvive entre la comida china, los gin-tonics y un programa infantil de una especie de pornstar de los Cárpatos. Y los recuerdos, demasiado buenos para haberse fulminado, y perniciosos para la buena vida. De vez en cuando se hace unos kilómetros en bicicleta estática, y siente los impulsos de salir del laberinto chungo, aquel atolladero de su propio destino. Más allá del fondo visible, las apariencias de su funesto universo, aparecerá París con sus razones.
Nicolás de Vinarés:
Trasnochado del mundo, y herido en proceso de curación del arcaico pasado, los años de la trampa, la vida excesiva, las mujeres, el hampa, Jonathan y las putas de carretera. Emprende viaje a París desde la cárcel del Puerto de Santa María, buscándose las exenciones de la libertad. Una especie de expiación contradictoria, que es un inicio de vida, una oportunidad existencial, para rastrearse aquella madriguera oculta de su vil existencia e indagarse un espectro metafísico. En paralelo, un bicho royendo sus entrañas, un anticuario francés, una novel meretriz del Caribe, un suicida cirrótico, la búsqueda de un cementerio bonito, una banda con los Helios y muchas brasseries de bálsamos añejos.
Beatriz Aldaba:
La poeta de los desastres reconfortada con la publicación y la notoriedad de la catástrofe. La chica de los brillos dorados a golpe de pulso lírico-trágico.
Carlota Torrisi:
La ninfa reciclada, que en aquellos tiempos, siendo novia de Helio, follaba hermética y sigilosa con el gurú del Rajastán, Punnat Gullatti, entre otras cosas, el hombre que desterraba el alcohol de su cuerpo con unas extrañas introspecciones hinduistas que llamaban meditación, y Carlota simpatizaba. Años más tarde, la metafísica hindostánica y Ganessa fueron desterradas por un viril marqués de Santander. Retomando las sombras del pasado, Helio, en las reapariciones clandestinas.
Patricia:
La niña que veía a la Virgen.
Olías el Capo:
El muchacho armado del polígono, por encima del bien y del mal, estéril de cualquier tipo de interés didáctico, víctima de sus propios demonios, pariente de Lucifer. Caminante del lumpen.

2 comentarios:

  1. Bos días Amicus:
    Helio, un crápula sometido por los residuos de su intelecto. Solterón por desgracia y educación.
    Helio páter, de un palo así son las astillas asá. Un misántropo social.
    Nicolás, un buscavidas pendenciero.
    Aldaba, una más, como casi todos. De ilusiones se vive mucho tiempo. Autodidacta.
    ¿Es de alguien o autónoma?
    Carlota, dudo que sepa para qué vino al mundo. Lo deja pasar y lo disfruta. Se acopla, supervive.
    Patricia, esquizofrenia endógena o interesada.
    Olías, un facineroso gallito con bipolaridad… de tanto leer cómics o porno.?
    Torpedos son lo qué son tus personajes; a Torpedo me recuerdan tus personajes fabulosos. El último se lo podría imaginar, entre otras muchas formas posibles, con un parche en un ojo; con una pierna chunga, más bien flaco como una vara, con un brazo algo tocado y diciendo por ahí que la cultura lo persigue pero él es más rápido…, como siendo el novio de la muerte….
    ¿Me recuerda a alguien?, mmmmm, no sé, no sé…
    Aproximadamente, claro.
    Muy buenos en temperamentos, sin carácter.
    Me gustan esos faunos tuyos o tribus.
    Breves saludos.
    Deica logo amicus…

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  2. Tendría el honor de pasártela si tienes tiempo y ganas, me gustan tus aproximaciones. Si quieres por privado. javierdivisa@yahoo.es
    Abz

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