martes, 29 de noviembre de 2011

Jaime Peñafiel Tiene Criterio.-

Aunque pueda ganarme alguna hostilidad, hoy les vengo a contar que me cae bien Jaime Peñafiel, y que me iría con él a la taberna La Dolores, a tomar unas cañas y unas aceitunas con anchoas, aunque igual le parece  vulgaridad plebeya. Bueno, pues al Palace, que está al lado, a por un trago largo. Por un lado creo que es un tipo coherente y me produce cierto afecto su fragilidad  octogenaria, por otro esa voz entre pringosa, desdentada, segregada y salina, o de mazapán ácido; no me digan que no tiene toda la gracia del mundo. También les confieso que me molaron aquellas ojerizas que se dedicó en combate con Belén Esteban, como púgil ciertamente trémulo frente a ese terremoto tele-cutre, que viene a parecer una frutera renegada disfraza de pija wannabe del barrio de Salamanca. Lo de la mona y la seda, pues con eso. No se si lo recuerdan: No sea demagoga. Falta hacía que le tocasen el cerebro. Usted es una persona que no tiene arreglo. Es usted bastante grosera. A usted le falta un mínimo de educación que lamento que no haya tenido. Con todos los parados que hay en España no sé que está haciendo aquí. Etc. Lo que vienen a pensar buena parte de ustedes y yo. Le vi más frágil que impávido, todo hay que decirlo, pero muy digno en su debilidad, con la voz más hojaldrada que nunca, envuelto en ese agotamiento y esa senectud  que se enfatiza cuando los jóvenes atacan a los viejos, lo cual me produce un profundo asco. Creo que aquel episodio aumentó mi aprecio, por la fragilidad frente a una neurótica jaleada por el público del plató y los soplapollas de colaboradores que tiene telecinco. Pues sí, sí me gusta porque Peñafiel es una especie de marujo intelectual con una guindilla en cada sentencia y una pesadez que se hace liviana, y a menudo confortable, aunque seamos veraces, como padre o marido, igual resultaba algo coñazo. Por eso tenemos la suerte de verlo de vez en cuando. 
Ya saben algunos de ustedes que no tengo mucha querencia monárquica, y precisamente por ello no me exonero de opinión. Miren, yo creo que el gran fallo borbónico viene a ser la merma de la libertad de prensa, que siempre les ha molado la rotativa de las estampitas y los periodistas amables, el buen rollo, el barco, los esquíes, los niños, las regatas, la pose de prole próspera, y eso les perjudicará a largo plazo. Precisamente en esta época de brete y recesión, al pueblo le jode más que nunca que le vendan las excelencias de la familia real. Y ahí sale mi Peñafiel, con esa quisquilla de culo inquieto, bien pesadito, opinando con enjundia, porque a él le vale más su propio dictamen que cualquier reportaje de corona. Para eso es bien caprichoso y anda sobrado. Es evidente que Letizia le cae mal, rematadamente, principalmente por afanes protagonistas le leí en una ocasión y porque no, porque Jaime es un purista, y una consorte no ha de buscarse tanto el personaje, y el Rey, más o menos le mola, y creo que Urdangarín entre poco y nada, y es obvio que le alarma la vulgaridad de la corona desde el punto de vista institucional, aunque también es patente que le convienen ciertas contrariedades para hablar y sacarse su jugo de mazapán ácido, porque, queridos, Peñafiel es un freak del puritanismo monárquico, un hombre de otra época, un melancólico, que tiene criterio, y eso es lo que yo admiro y no comparto.
La fidelidad a una idea.



2 comentarios:

  1. Bos días amicus:
    Javier, yo diría en este caso: ..."Criterium"..
    suena más "real".
    [Y ésta está muy relacionada con la siguiente. Apariencia ganada con esfuerzo. Sea en este caso legítima o casi]
    Breves saludos honorables
    Amicus deica logo...(vaya me hice un lío)

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  2. Sí, criterium, en cualquier caso es hijo del puritanismo monárquico, Jaime, claro, Felipe no mucho, no lo parece. Abz

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