Diría que el Toni 2 es un sitio trágico. De estar vivos, allí nos hubiéramos encontrado con Fellini, con Hemingway y con Fitzgerald. Porque ellos también eran excesivos al igual que los fieles de este piano-bar de Madrid. Allí se va germinando la vida triste de la madrugada, esa felicidad de las cuatro de la mañana que tiene mucho de tristeza y de drama, y de fracaso. Allí se va a matar la noche, a morir con las botas puestas, un piano, una copa y una voz desgarrada. Allí estaba un Scott Fitzgerald enjuagando en alcohol las amarguras y la desventura de un gran amor, Zelda. Allí vi el espíritu de Roberto Bolaño, sonriendo en una esquina como uno de los perros románticos. Allí hay muchos amores caducados y muchos hombres luchando en la derrota de los sesenta. Porque en el Toni 2, hay gente muy, muy triste, y mucha sonrisa fabricada por la noche, los licores y el piano. Incluso en los camareros hay cierta nostalgia de emigración y vida dura. La vida no era como nos la habían contado, eso es el Toni 2. Queríamos ser Sinatra, Nino Bravo, o José Alfredo, y terminamos en el Toni viendo las oscuras sombras del pasado, y las vacilaciones del presente. Un cabaret decadente, donde huele a antiguo, a moqueta, a ambientador de cine de los setenta, y (perdón, sin acritud) a señor mayor, al fin y al cabo, un sito con alma, y con memoria, un vergel posiblemente triste pero tremendamente interesante y ameno en mitad del tedio impersonal de muchos bares de Madrid. Curiosamente, a mí el Toni 2, me recuerda a Nueva York, a aquella city de Liza Minnelli, el Blue Note, y Marlon Brando descansando de la Mafia, nostálgico frente a Sinatra y My Way. A Nueva York, una NYC a lo cutre, y más mísera, pero en ningún caso un lugar de nuevos talentos de principios de los sesenta en Manhattan, sino un refugio de moqueta y extraña decoración para las glorias olvidadas.
También es campo de tiro para señores divorciados, viudos o mal casados, señores de gomina y traje, con una flor en la solapa y cierta aristocracia o estirpe social, caduca. Y también, mujeres con su billete de vuelta de la vida, que ya dejaron de ser princesas, y van buscando mambo, ya a estas alturas, con poca criba y mucha hambre. Dicen que de vez en cuando va José Luis Moreno, e incluso canta, local por tanto de pánico en mitad de aquel teatro de variedades añejas, donde los hombres van a celebrar la vida en esa época en que la muerte toma forma y consciencia. El Toni 2 es un vividero en mitad de la tragedia, creo entender.
Pues en buena hora, al fin se hizo una crónica sincera del Toni, enhorabuena. Silvia
ResponderEliminarDiossss, como lo dibujas, es un cuadro, qué arte. Marta
ResponderEliminarYo soy más bien de baretos tipo Cheers...
ResponderEliminarMe ha encantado, pero no es algo nuevo, que me gusten tus cosicas, ¡vaya descubrimiento!
Besicos
Solo es una versión, Silvia.
ResponderEliminarMarta, qué has visto? unos señores, un pianista y un poco de caza?
Belén, recíproco, bss
Muy bueno men! La próxima vez que pase por el Tony 2 , agarro el micro y te dedico una o 2 de Agustín Lara. Un abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte , men , q eres un puto crack
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ResponderEliminarAh que casi se me escapa esta entrada, que estoy algo atrasada en mis lecturas.
ResponderEliminarJavier, el toni 2 es un bar? por la descripción me recuerda algunos de mi ciudad. Donde se toma y a veces se canta. Auunque a mi me gusta más doinde se escucha música, se toma y a veces hay recitales poéticos, no sé,,, supongo que por allá deben muchos de ese tipo de bar.
disculpa que lo tuve que hacer otra vez que al leerlo me di cuenta de algunos errores ortográficos (por escribir rápido) por allí jaja
besos