jueves, 2 de febrero de 2012

Fauna y Pijos de Madrid.-


Si ustedes han paseado por el centro en esta Navidades de Madrid que vienen a durar dos meses y se inician con Halloween, porque los muertos y su Día se fueron a criar malvas, posiblemente hayan sentido cierta misantropía, o cuanto menos cierto anhelo de introversión, de tanta manada humana y globalización sin complejos. Cortilandia, Claustrofobia, Callao, Pelucas, Payasos y Gente más o menos borracha, más o menos radiante en este carnaval de Madrid, que son las comparsas de la Navidad. Pues no, no tengo nada en contra de la familia disfrazada, con sus caretas, sus postizos y sus peluquines, al estilo Poltergeist, pero si tenemos un dealer del bazar de calle por cada tres habitantes vendiendo simple basura, será porque la marea humana demanda esa felicidad en forma de lengüetas estridentes, trompetas chillonas, zambombas, pelucas verdes y tamboriles para los enanos. Y esas cosas, creo yo, se sobrellevan cuando uno profesa ciertos afectos a quienes ejercen esa especie de felicidad fragorosa del subproducto de calle. En caso contrario, las Navidades de Madrid, en casas con amigos o alejados de los puntos neurálgicos. Me parece.
Ahora, los pijos. El clásico y una trilogía.
Si ustedes se cruzan con una rubia mechada, y con sus filones de tirabuzones en las puntas, posiblemente se les atraviese en la retina un bolso de Tous (http://janpath-broadway.blogspot.com/2011/12/el-oso-de-tous.html)   o de Gucci, y unas dramáticas gafas de sol, fulgores de swarovski, doradas y negras, de funeral, y unas botas de montar a caballo y una diadema sideral, y posiblemente a su lado vaya un tipo con un polo de tan excelsos como grotescos bordados de jugadores de polo al lomo de sus caballos, henchido de honor y de gomina. Ese aspecto de ir flechados a la caspa del Richelieu a comer unas gambas.
No obstante, por aquello de que la apariencia es engañosa, la catalogación del pijo es difícil. Analicemos, pues, tras la versión tradicional.
Pijo Desertor: Diría que es un niño bien del barrio de Salamanca, con el estigma mamado a hierro candente, pero tremendamente saturado y rebelde, disfrazado de rockero de Harley Davidson, o del infumable Mario Vaquerizo, como nuevo procedimiento de enfrentarse al mundo. Convendrán ustedes conmigo en que este ejercicio implica cierto cachondeo comunitario del entorno social precedente, y dificultades de acogida por parte de la nueva cuadrilla. Como añadido, la supremacía de criterio musical (vuelven Motorhead, Manowar y Ozzy Ousborne) y el resto es una puta mierda. Pues bien, yo creo que esto es una clase de Pijo Aguacate, duro por fuera, blando por dentro. En aval para la causa: todos hemos renegado de algo en algún momento de nuestras vidas.
Pijo Punk: Pues esos tíos que jugaban en el Madrid. Los Pignoise. Letras blanditas:  primero b de un bloque tres rojizo, hay sirenas que no saben nadar, en San Antonio siempre estás vencido, la gente sueña con escapar de aquí, pero no se está tan mal. Y duetos con los Cómplices y Soraya. Venga ya. Más o menos como los infumbales El Canto del Loco. Ropa cara de pobre, admiración a Extremoduro, camisetas de The Clash, converse, y rostros muy destroyer, y muy de problemático y esquizofrénico perdido. Muy de pierdo los papeles, estoy muy loco, y me cago en Dios, como no me dejes entrar a tu garito en zapatillas. Y de tapas por el Barrio de Salamanca. El pijo punk.
Wannabe: Y ésta sí es una figura apasionante. Digamos, un mix entre Bustamante, Dinio y el hijo de Andrés Pajares.  No sé si se han cruzado con ellos a la salida de un after o alguna vez que se hayan perdido ustedes por un polígono industrial buscando un dealer o una tarima flotante. En concordancia al pijo desertor,  ahora estaríamos ante una clase de obrero prófugo, es decir, un tipo de barriada, digamos, de Parla, bastante agotado de humildad, que se dedica a perder la cabeza, y el dinero. Un gran tipo, muy trabajador, influenciado por esos espejos del gusto deplorable que son Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, vestido de los horrores de la Martina, con las últimas zapas de Gucci, italianas, lo más. Estrambóticamente  impecable. Un hombre simpatizante de  la prostitución masculina, dispuesto a follarse a señoras tipo Marujita Díaz, y a expandir por el universo de las puretas y las viejas cualquier enfermedad venérea, con tal de conseguir una camiseta de Dolce y Gabanna. Lo último de la galería.








4 comentarios:

  1. Me parto con el Wannabe. Marta, b

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  2. Confesión: Mario Vaquerizo me tiene toa loca.

    Besos

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  3. El Wannabe se impone, lo más. Bs, Blue, Marta.
    Jeza, tírale los trastos al Vaquerizo, tú puedes. Bs

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