sábado, 22 de octubre de 2011

Los Bohemios de Madrid.-

 
Nos han colocado al lado de casa un bloque con unas matrices de hormigón y con un acabado de ladrillo visto, o como carajo se diga, que es un mercado. San Antón, en Augusto Figueroa. Tiene escaleras eléctricas y en la planta baja, un Opencor. Moderno. No es un mercado al uso, digamos de abastos. No hay señoras con carritos, gruñendo por unas acelgas y un manojo de puerros, ni loteras, ni gitanas husmeando, ni viejos absortos entre una copa de coñac y un mondadientes, ni pobres buscando restos. Hay guiris y modernos, y guiris modernos, y guiris disfrazados de Cristiano Ronaldo o de Indiana Jones en plan dominguero, y españoles disfrazados de guiris modernos o matando la estética de la foto con la camiseta de Iniesta, y comida exótica al modo take away de sushi o croquetas de chipirones, o búscate un metro cuadrado de barra que somos cinco y tengo un estrés del quince haciendo cola en la mortadela siciliana. Por la noche se comen ostras y se bebe champán. Globalización diversificada. Arriba hay criba selectiva porque tienen una terraza de ático con porteros pijos y seguratas más cuadrados que esos mierdecillas de guardias que afluyen de los subterráneos de Madrid y no tienen ni media hostia, pero las reparten a pares.  Abajo están los negros de La Farola, los guettos de Rumanía, y en fin, los núcleos duros de Chueca. Por ejemplo, los Leatherman (http://es.wikipedia.org/wiki/Leatherman). Una cuadrilla de borrachos y de mendigos, que se dan a la San Miguel de medio litro y al brick de tintorro, y tienen los pantalones meados y el rostro de barro. Cuando salió del mercado un guiri disfrazado de moderno pobre, eso que llaman grunge fashion, botas de montañero, vaqueros rotos y camiseta roída y desmedida, un mendigo facha de los Leatherman le habló alto y claro: vete a tomar por culo a tu puto país. Alguna gente se ofendió, pero yo creo que no lo entendieron muy bien. Los leahterman representan la auténtica bohemia del siglo XXI, y en los mercados delic de los modernos donde no les dejan entrar, y quiebran de manera notable sus aspiraciones, siendo ellos en mayor medida bichos del habitat del mercado de abastos y del mercado de calle, donde se ha estilado en cierta manera, la compasión con el homeless. Claro, nos gusta la bohemia en el arte, en los teatros, cuando no huele mal, y no se mea en nuestras calles, y no nos pide dinero para renovar la borrachera, pero la bohemia es eso, un mendigo borracho cagándose en los muertos de un guiri mestizo. Lo demás es pose.
Aparte de estos bohemios que no hacen ni el huevo, está Jack London, que es el bohemio trotamundos que piratea ostras, caza focas en Japón, busca oro en Alaska y mendiga en Londres. Pero eso es mucho pedir a la bohemia de hoy día.  Y ya no hay, ahora se recorre el mundo con un proyecto, una subvención o un fondo europeo. O con patrimonio. Y luego está Bardem, en Vicky, Cristina, Barcelona, un bohemio que conduce un deportivo descapotable y tiene una casa de piedra en la montaña.  No, ese no es un bohemio. En fin. 

4 comentarios:

  1. ¡Qué verdades como puños!,¡y qué horror de modernidad y porqué no decirlo, de lugar!,el mercado de San Antón,feo,sin encanto,estilo centro comercial yanqui, tan falso y prefabricado como la mayoría de los que acuden a él. Muy buen post,¡felicidades!

    ResponderEliminar
  2. Hay mucho idiota por ahí...

    Besicos

    ResponderEliminar
  3. Bos días amicus:
    Entre las calles de otra ciudad conocí a un hombre que era así, fue hace más de treinta años. Creo que todos lo alimentábamos, era fenomenal. Era de aquella estirpe de los primeros ecologistas o ecológicos urbanitas, de los primeros recicladores. Por no contaminar las aguas, ni se lavaba las manos. Su nombre está en nuestro recuerdo. Era bueno, era normal, salvo para los que necesitan del cobro de impuestos...él no cotizaba por lo tanto tampoco le podían exigir. Era libre en su medida, mucho más que nosotros.
    Era el auténtico bohemio, él sí. Precursor del siglo veinte, casi al final...sucesor de esos antepasados que con más de cuatro mil años ya tienen estos ejemplares genuinos.
    Viajaba en un carro de bolas, aquí conocidos por sus rodamientos.
    Breves saludos.
    Deica logo amicus.

    ResponderEliminar