miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Mártir Millonetti.-


Una de las frases más afortunadas del mundo financiero, se la debemos a Mark Twain: Un banquero es un señor que nos presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover. Yo apostillaría otra al universo del poder: la enemistad de dos hombres acaba por un complot contra un tercero. Y ésa me la acabo de inventar, así, a bote pronto. Miren, a Mario Conde sí le hicieron una conspiración, yo estoy muy convencido de esa teoría, un complot partidista, digamos, pero  no por ello ha de haber dispensa por haber sido uno de los mayores ladrones de la historia de este país. Verifiquemos la crónica: un señor con gomina viene a representar el esfuerzo, el éxito y el carisma en todas las facultades de ciencias económicas y empresariales del país. Lo más rancio del pijerío español quiere ser Mario Conde, un tipo que en su época de estudiante hacía ejercicios de opas hostiles a empresas en función del capital. Un paranoico a lo Michael J Fox, en  The Secret of My Success, pero con mala hostia, con una mirada que acojona. Ostras, que ese tío tiene la llave de algo gordo, del éxito, que es lo más parecido a un alquimista que he visto en mi vida. Pal banco.
Luego llega el colega y frena una apremiante Opa a Banesto, y emerge una especie de Obama financiero. Banesto tiene presidente. Por si acaso, les comento a mi manera, una Opa es una traición, una cosa más o menos bajuna que hace un inversionista para sacar la máxima pasta del capital social, tras previo acuerdo con los accionistas más hijos de puta, para conspirar a la cúpula y tener el poder de la empresa.
En el banco las cosas van bien, magnífica gestión, curvas hiperbólicas de la economía, pero en un momento dado falla una cosa: también hay un hiperbólico desvío de capitales. Yo creo que la culpa la tuvo la política. En caso contrario, todos habrían estado más mudos que la hache, y se habrían revolcado en el fango de una democracia bananera. Mario Conde quería ser presidente del gobierno porque sabía de cierto éxtasis colectivo, y era muy listo y posiblemente guapo, sí, un tipo de guapo excitante, maléfico. El partido sería centrista, y una obvia amenaza para populares y socialistas, cuando ya éramos bipartidistas, y no se quería más enemigo en la batalla. Fue aquel día en el que Complot se chivó de Desfalco, y don Mario fue metafóricamente a remar a galeras.
Yo no digo que estar en la cárcel sea bonito. Tampoco niego que le hicieran la gran putada. Pero sí me parece que desapareció cuatrocientos mil millones de pesetas y que este hombre, renovado poeta y colega de  presos hace entrevistas con deferencias de periodistas de blowjobs,  y bebe vino en Intereconomía. Y yo no me creo la catarsis, ni le voy a definir como el inmolado financiero, ni el mártir millonetti. Venga ya.





2 comentarios:

  1. Y encima va el tío y va de experto... en intereconomía si, pero cobrando...

    Manda cojones

    Besicos

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  2. Bos días amicus:
    Xavier, además era y es de Tui.
    A fastidiarse tocan.
    Breves
    Deica.

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