lunes, 26 de diciembre de 2011

Dimensión Navideña.-



Yo no niego la festividad de la navidad, como tampoco le desvelaré el secreto al niño, pero no por ello desmentiré el sacrificio. A mí me parecen unas fiestas muy sufridas, y ciertamente expiatorias, independientemente del componente bíblico que es lo que menos ha importado de toda la vida en la Navidad. Valga el paradigma de que en Colombia los regalos caen del cielo, obra del niño Dios, lo cual tiene más coherencia dogmática, me parece.
A ver si me entienden, no soy el típico aguafiestas dickensiano, ni voy malcarado a las celebraciones. Todo lo contrario, voy con las mejores intenciones y participo en la medida de lo posible de la fraternidad, esa camaradería guay de reventar efímeras felicidades y estómagos; como, bebo y hablo. No obstante procedo a la congregación de putadas en torno a la navidad.  
Pobres ex-fumadores envueltos en la humareda de los cigarrillos  que acompañan al café, débiles títeres de la posibilidad de la reincidencia. Ya saben que no valen extravagancias culinarias, que las ensaladas no nacieron para Navidad, ni es presentable ni estética la presencia de guarrerías isotónicas de carácter dietético. Digamos que es como poner al malogrado Enrique Urquijo a hacer coros con Camela. Discordancia, se llama. Sintamos fascinación por el crujido de la lechona muerta para nuestras voluptuosas tragaderas, por los chocolates suizos y los turrones sevillanos, por las salsas barrocas de Bilbao y los tocinillos de cielo del Puerto de Santa María, engordemos al gordo, indigestemos al flaco, agravemos las úlceras. Sintámonos cómplices de la angustia del alcohólico anónimo con sus temblorosos labios en el borde de la copa de champán. Riamos la absurda borrachera del abstemio, que se autoproclama con ese estúpido adjetivo que viene a ser la palabra piripi, y las gracias de los padres cafres descubriendo la curiosidad alcohólica de los niños tontos. 
Después, el universo regalo. Los niños se empalagan de su propia existencia hogareña, y necesitan motivos para seguir vivos, es decir juguetes electrónicos y otros niños para jugar a putearse, la afición preferida y universal de la infancia, y los padres tienden a alcoholizarse en mitad de esa desgracia de ver demasiadas horas y demasiadas veces a esos monstruos que agudizan el ingenio de dar el coñazo en la Navidad. Y los regalos de los adultos son una fatalidad de urgencias y mucha carencia de conocimiento personal. No sé si me entienden, mecheros rocambolescos y plateados al que no fuma, exuberantes pañuelos de seda caribeños, forros polares en la sartén de Andalucía, botellas de vino al tabernero, objetos inútiles  en el más estéril y universal sentido, y toda la parafernalia que se les pueda ocurrir en este sindiós que llaman Navidad.
Feliz Navidad, y suerte, queridos. Esto no ha hecho más que empezar.

3 comentarios:

  1. Yo cené borrajas, es que en mi familia somos muy originales... verde hasta en esa noche!!

    Besicos

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  2. jajaja urquijo con camela, adoro tu mala baba. No arrincones los regalos inútiles, por una pequeña comisión te los vendo en ebay o segundamano, que hay gente pa tó.

    Besos

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  3. Yo también comí unos hierbajos de río, para acompañar a un cordero asado, con carne está muy buenas las yerbas. bs
    Un día te cuento mis experiencias en ebay, hago subastas a partir de un euro de cosas más o menos útiles como la ropa, y mis seguimientos vienen a ser cero. Soy malísimo en ebay. Besos, Jeza, Feliz Navidad.

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