A mí la Operación Malaya siempre me ha desbordado, la emoción, quiero decir. Entiéndanme, no es que me gusten esos tipos que detesto profundamente, pero es precisamente el efecto de la aversión lo que me deslumbra de ese maderamen de bolsas de basura, comisiones y vanidades de esa puta gentuza. Mola. Les explicaré que es apasionante.
Hay paletos, frikis, y existen los catetos titánicos. Colosales. Pepe es un panadero de un pueblo de Málaga (caso real) levantándose a las tres de la madrugada para ir a buscar a cuatro colegas y acudir a recibir a Isabel Pantoja, es decir la Dientes dientes que es lo que les jode, o digamos, una cani coplera disfrazada de Falete. Se leen un par de chorradas de incisiva vulgaridad. Te queremos Isabel. Estamos contigo. Llevan estampitas de la virgen del Rocío y camisetas de la Dientes. Simplemente en Niza no te deja entrar con esas hechuras. Pero estamos en Málaga y se aproxima un Mercedes gris metalizado con chófer rociero y Pantoja a bordo. Para la ocasión judicial va vestida de Angela Channing, salvo que ella no tiene viñedos en el Valle de Tuscany, sino ingresos irregulares y millonarios en bancos andaluces. Traje beige, delgadez y leve sonrisa. No tanto Dientes, que es lo que les jode. La cabeza alta y el pulso bajo. Hoy quiero confesar .Que estoy algo cansada. De llevar esta estrella que pesa tanto. Que perdí en el camino tantas cosas .Que me hicieron a veces tanto daño. Tanto daño, hoy quiero confesar. La hostia, qué poema. Pues a eso, pero al revés. Yo no he robado ni un solo euro al ayuntamiento de Marbella, señores, esa frase tan pantojista.
Luego está el señor que lleva los pantalones debajo de los pezones, Julián Felipe Muñoz Palomo, como él habla de si mismo en tercera persona. Qué arcadas con esa plática, por cierto. Este señor, que parece un conejo ludópata con bigote hacía chapuzas financieras y practicaba sexo con la folclórica. No, no lo piensen mucho, a no ser que estén en un esatado de excitación titánica.
Los paletos se desgañitan. Los policías se descojonan, eso está captado por las cámaras. Real. Guapa, guapa, ánimo.
Pantoja entra en el juzgado y ahí se acaba el folclore. Arco de seguridad. Bolso y joyas fuera, señora. A la sala cuatro. Cachuli Muñoz (mola el nombre como futbolista de River) aguarda. Por fin llega Free Porn Mature Woman, la ex cuckolded de Julián, M. Zaldívar. A su lado hay siete procesados que nos importan un carajo, sabemos que también son unos chorizos, pero no tienen expectación mediática.
Comienza el circo. Al magistrado Federico Morales no le gustan mucho los payasos. Primera bufonada: el abogado de la cantante reclama la nulidad radical de todo el procedimiento, pero el fiscal habla de dos millones de euros blanqueados procedentes de sobornos. A continuación se pone estupendo: “La causa se inició sin una mera sospecha o indicio sobre mi cliente (…). Es un caso presidido por un principio inquisitorial, con un secreto de sumario innecesario, con dilaciones y con una exposición mediática continuada”. Segunda: el abogado de Muñoz pide la suspensión de juicio; una paranoia del árbol envenenado; todas las causas que se derivan de una causa troncal investigada irregularmente son inválidas.
Descanso: Julián Muñoz va a mear; Zaldívar le comenta a su abogado que diga lo mismo pero con otras palabras y que esa lírica de los frutos del árbol venenoso le parece una horterada; Pantoja y su recua de lacayos se meten en el cuarto de baño, y Agustín le canta un fandango para animarla. Este hermano que tengo es tonto de capirote, interioriza Maribel.
Doce de la mañana: Kiko Rivera se está levantando tras una farra hasta 5.00 am en Gabanna. Hostia quillo si hoy é el juisio, voy a llamá a ve que se cuenta mi madre, como me embarguen el audi me voy a cagá en tó los muerto.
Doce de la mañana: Kiko Rivera se está levantando tras una farra hasta 5.00 am en Gabanna. Hostia quillo si hoy é el juisio, voy a llamá a ve que se cuenta mi madre, como me embarguen el audi me voy a cagá en tó los muerto.
- ¿ Jessica, tú sabe si se puede coge el teléfono móvil en un juisio ?
- Tu madre sí, Kiko, tu madre sí.
- Ah, entonse la llamo.