miércoles, 14 de noviembre de 2012

Giacomo Casanova vs La Caspa.-




Yo creo que el primer paso de mi bohemia se lo debo a mis padres comediantes; aunque cuando la miseria y la enfermedad llamaron a la puerta me mandaron a Padua donde me curaron de hemorragias y más tarde en Roma me tuve que hacer fraile por  no morir de indigencia y carencia de amantes, y entré al servicio del Cardenal Acquaviva, pero como el traje de abate me desprendía de todo sentimiento vitalicio, cuando tuve la exacta consciencia de que moriría no ya de afecciones físicas sino de la dolorosa tortura de no amar a las mujeres, me hice nómada de Europa, a hacerme aspirante a la erudición universal, y obviamente a consecuencia, conquistador capacitado.
(Yo, gracias a que mis padres eran comediantes, me hice famoso porque ello me supuso el trampolín para hacerme bastantes platós de Sálvame. Al ser un auténtico negado como alumno en los mejores colegios elitistas me dediqué a ser actor pero sin el previo de pasar por la Escuela de Arte Dramático. Conseguí un secundario de cinco minutos en Ana y los Siete y otro de treinta segundos en Médico de Familia. Hasta ahí mi historial. Cuando papá dejó de hacer gracia los españolitos caímos en la evidencia de que dejarían de llamarle para hacer las películas de Ozores, que ya no sabía ni como reinventarse, y yo comencé el tour de la prensa rosa, siendo protegido de María Patiño. Cuando sacaba algo de pasta hacía el éxodo de Ibiza, y a veces Miami. Allí conocí a Colate y a Paulina Rubio, pero no me aceptaron porque me faltaba caché. Ni que ellos lo tuvieran. Cuando me ninguneaban me refugiaba en la cocaína y en el Sálvame).
Los primeros desfiladeros hacia la creación de mi gran biblioteca se los debo a la música y la medicina. El violín por las calles de Venecia; y más tarde mi afectada lectura sobre cardiología fueron de gran utilidad para curar las obstrucciones coronarias de un patricio veneciano que me sanó a su vez del mal de la pobreza con un digno patrimonio. Gracias a ello, la Inquisición comenzó esa cruzada de buscar mis libros prohibidos, y tuve la ventura de huir por Milán, CremonaCesenaParma, Génova, Lyon, París y Dresde a darme a las mujeres, el vino y la literatura, que han sido mi trilogía ecuménica.
(Como bien saben, los primeros pasos de famoso casposo los dí en Sálvame. Cuando papá murió fui a contarlo, cuando mamá sacó las denuncias de malos tratos a su segundo marido me senté con ella a contarlo, cuando Falete me acusó de borracho maricón hice un De Luxe, cuando me lié con Mari Cielo Pajares también, luego cuando me separé de la poeta metro cúbico, más adelante cuando me hice representante de Chayo Mohedano e hicimos aquel chisme de los cuernos sin cornudo y los contratos sin contrato, y demás montajes con diferentes colegas de profesión. Un buen día dejaron de llamarme del Sálvame,y conseguí algunos bolos por Torrevieja, Peñaranda de Bracamonte, Parla, Chipiona, Dos Hermanas y Aceuchal, y me seguí dando a mi hat-trick favorito, la cocaína, las mujeres e incluso los hombres. En Chipiona tuve que salir escoltado por la policía municipal).
De vuelta a Venecia, por cierta vocación suicida, fui arrestado y encarcelado en la prisión de los Piombi, pero gracias a un monje logré escapatoria y exilio por dieciocho años. En París, aunque atesoré notables relaciones con Luis XVMadame de Pompadour y Voltaire, tuve contratiempos fraudulentos en un negocio textil y de nuevo me acometí al éxodo y las andanzas por Europa.
(De vuelta a Madrid fui arrestado por conducir drogado, borracho y epiléptico, y estrellar mi coche contra el Mallorca de Juan Bravo. Mis mejores contactos eran Terelu Campos, Kiko Matamoros y mi madrina María Patiño. No pudieron absolverme. Me la endiñaron bien, la justicia, quiero decir. A continuación, cuando salió la noticia de mi fraude por unos bolos adeudados a Belén Esteban me fui a Ibiza a ponerme hasta el culo de tripis y a follarme un par de chonis. Era la manera de olvidarme un poco de todo, de los marrones, quiero decir).
Debido a mis problemas de justicia, inventé un alter ego con título nobiliario pasando a llamarme Chevalier de Seingalt. De lo que deviene en la sucesión de mi vida fui condecorado por el Papa Clemente XIII,  mando de los cadetes del ejército de Federio II el Grande de Prusia, escritor político en Polonia y vuelvo a ser encarcelado en Barcelona por 42 días debido  a mis escarceos con la esposa del Capitán General del Ejército allá por 1768. Regreso a Italia y visito a mi hija Leonilda en Nápoles, fruto de mi relación con la bella Lucrezia: me ahorraré los detalles de la enfermedad de gota del noble marido de mi hija y la proposición por su parte para que yo le hiciera el amor a su mujer (mi hija, lo cual él desconocía) y engendrara una criatura, de lo que obviamente desistí y me di a los affaires con las doncellas en sus correspondientes alcobas.
(Mis problemas con la justicia supusieron un declive de imágen y no tardé en recibir la patada de TereluKiko y Patiño. Fue la época en la que me seguí dedicando a hacer el ridículo.  Básicamente yo venía a ser un señor de unos cuarenta y cinco años con los pantalones al estilo cagón y una cresta al estilo punk de Coslada con los cuatro pelos que me quedaban en el occipital. A veces llevaba una espantosa sudadera de El Niño y una cadena gruesa de plata, e incluso me depilé el pecho y me hice un un tatuaje de Ganesha para descojono generalizado de mis compañeros puretas. Mi gran problema es que pensaba que no hacía el ridículo sino que yo era estereotipo de algo, el hombre seguro y moderno, en mitad de una local nocturno de chavalería caminando la pista como si la discoteca fuera mía. La gente que me conocía de la tele, me señalaba y se reía con estruendo, una mezcla de risotada etílica y de  escarnio público. Cantaba las canciones en inglés como si  me supiera la letra, y pensaba que había ligado cuando invitaba a una copa de doce euros a unas chicas que se daba media vuelta con mi copa para buscar al demandado tableta o el auténtico casanova de discoteca. Tenía eso que llaman fama ridícula y efímera, pero por muy fugaz bien pesaba lo suyo).
El los últimos años continué con mi tour de viajes. VienaBerlín, París, Dresde, y cómo no, Praga, donde tuve la  ventura de conocer a Mozart y que diera creación a la ópera Don Giovanni sobre mis romances y aventuras por Europa. Luego, no tardé en morirme de tristeza y decadencia emocional cuando me hice cargo de la biblioteca de Dux en Bohemia, donde comencé mis memorias.  «Comienzo declarando al lector que, en todo cuanto he hecho en el curso de mi vida, bueno o malo, estoy seguro de haber merecido elogios y censuras, y que, por tanto, debo creerme libre.»
(En los últimos años me sobrevino un ataque de humildad, y no me llamaban ni para un bolo en Fuentesauco, e incluso leí alguna novela facilona del estilo Sin Tetas no Hay Paraíso, y ya era muy tarde para falsificar cualquier intento de parodia a Giacomo Casanova. Entonces entendí el significado de la palabra vacío, principalmente porque me dejaba los dedos marcando los teléfonos de los productores de telecinco. Y no había nadie al otro lado).

6 comentarios:

  1. Javi, yo soy de Casanova, la caspa no, no, no, b. Marta

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    1. Bien Marta, chica lista, o no, según se mire en los tiempos convulsos

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  2. Estoy con Marta, nada como Casanova (ou vella)
    [Nunca he visto estos programas, tampoco será ahora cuando los vea, nunca encuentro el momento y nunca lo tendré, por lo que me pierdo entre nombres y personas tan desconocidas. De Casanova sí he leído algo]
    Breves saludos
    dl·JD

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  3. Desgraciadamente tengo que reconocer que conozco mas lo malo que lo bueno, pero para eso leo tu blog :0) un besito!!!

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  4. Nunca es tarde cuando la lectura es buena!!!! Jijijiji

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