martes, 16 de octubre de 2012

Unas Palabras Caóticas.-



Pues sí, tienen ustedes razón. No ando muy productivo y no les fabrico yo las rentas éstas gratis que de vez en cuando salpico en esta brújula desorientada que viene a ser mi blog. Y bien, como muchos de ustedes saben no acostumbro en exceso a hablar de mi vida, sino de la de los demás, y no precisamente de manera amable, que ya saben, intento divertirme al modo transgresor y vulnerable, quizá por dos motivos, por una parte y seamos sinceros, cierto filón para llegar a algunos de ustedes y cierto placer embriagador y de mal gusto en la rajada de nuestro entorno y por otro lado, pues ahí les doy el sentido axiomático y positivo, como dijo aquel marica universal ajusticiado (gran Wilde), solo hay una cosa en el mundo peor que estar en boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
Pues y con esas, sin que sirva de referencia y como dijo aquella folclórica vengativa y cleptómana de los cielos de la caspa marbellí (como ven, no puedo evitar el rejón subliminal) hoy quiero confesarles algunos de los motivos por los que no escribo tanto como antaño: en primer lugar, y como a muchos de ustedes les ocurrirá si tienen esa buena mala suerte o viceversa, le debo determinadas ausencias al trabajo, es decir que me tengo que levantar temprano para irme a la Divisa, examinar facturas, dar de alta productos, etiquetar, atender el teléfono, escribir misiles a los bancos que nunca encuentran ni su vida sentimental ni su linea de flotación, pelearme, e incluso a veces ser amable con los proveedores, y la parte más guay, hablar con chicas super interesantes e incluso venderles y hacerles fotos, lo cual es puro esparcimiento y desahogo en mitad de la marejada de las cosas chungas de todos los curros del universo. 
La culpa también la tiene Houbelecq, quizá porque me divierte por encima de hechuras y estilos literarios esa dureza crítica con el arte contemporáneo y toda la frivolidad y la cantidad de soplapollas que lo rodean, aparte de esa angustia vital de sus personajes, y es que no saben ustedes el placer que siento, con El Mapa y el Territorio y la botella de Oporto reserva que me compré hace unos días en Portugal a modo capricho y extravagancia, cual si fuera yo un snob de los licores, que es mi eterna aspiración. 
En paralelo y por diferentes coyunturas, he estado dos fines de semana haciendo esos paseos  de turismo rural en bucólicas casas acomodadas en mitad del pueblo, ambas sin excesivos alardes ni  pretensiones chabacanas en la incesante búsqueda del lujo. El dilema del ocio melancólico es que alguna vez asola cierto sopor y termina uno con su amigo tomándose una lata de cerveza en el cementerio de la aldea tratando de ordenar el mundo; o bien en una taberna oyendo las aventuras y las cornadas de un cazador furtivo, y lo más grave, pensando que aquel montero sigiloso con sus perros y su machete, tiene la válvula exacta de la felicidad, quizá porque ese barniz acuoso de los ojos del cazador farsante no es tan frecuente en las ciudades, ni la generosidad, ni la serenidad que a veces da la incultura. El gran Mateo, y qué vivan los paletos, y como decían los de Séptimo Sello, todos los paletos fuera de Madrid; pues sí, que no se contaminen de la mediocridad capitalina, no vaya a ser que mancillen su identidad y terminen comiendo costillas en el Tony Roma´s y haciendo cola en el Labra pa un cacho bacalao grasiento.
Pues en eso ando, más o menos en lo mismo que ustedes, en esa querencia de buscarnos la identidad que tenemos por norma los que habitamos las grandes ciudades, qué sé yo, entre medias, María, amigos, familia, niños pequeños, afectos repartidos, y toda la supervivencia de nuestras crónicas para evacuarles a ustedes unas palabras caóticas. 
Ahora me voy; me esperan Houbelecq y el Oporto. Disfruten y encuentren su identidad, si acaso tienen de eso. Buenas noches. 



4 comentarios:

  1. Muy genuino y auténtico este post, me encantó; marta, b

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  2. Que razón tienes .... Yo tambien buscco mi identidad día a día :O) Y lo que más feliz me hace sin lugar a dudas son esos pequeños momentos que dices. Lo más sencillo. Un beso y a darle caña a la divisa.

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    1. Yo no me reconozco ni el DNI, o él no me reconoce a mí. Beso, María, y Marta

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