jueves, 18 de octubre de 2012

Emmanuelle era un Acto de Pureza (Adiós Sylvia Kristel).-


Quizá fuera a finales de los ochenta cuando me decidí a entrar en un cine para ver cualquiera de aquella saga de las French softcore erotic movies, que llevaban por título Emmanuelle, y protagonizaba la más hermosa de aquellas chicas comedidas y ardientes que hacían cine erótico, Sylvia Kristel; su pelo corto de fogosa e inocente holandesa con cierto aire de oficinista recluida y aquellos ojos verdes clareados y  límpidos, como si aventuraran cierta tristeza por el paso del tiempo y la decadencia de la belleza.
Por mucho que la Iglesia nos hostigue y reprima con su visión arcaica y extremista del mundo, siempre me pareció que ver a Emmanuelle en una pantalla era un acto de una pureza increíble. Con Sylvia Kristel ganaba la satisfacción frente a la pesadumbre. No existía el remordimiento. Era imposible. Aquella mujer silenciosa, guapa, delgada, cosmopolita, sofisticada, extraña a la vulgaridad incluso cuando iba de acróbata sexual, que invocaba a la excitación reposada y renegaba de los bramidos del porno, era sin más una virtuosa manera de estereotipar el deseo sexual en la categoría de arte.
Más tarde, aprovechando las secuelas del éxito, hubo más Emmanuelle, pero quien yo conservo en la memoria es Sylvia Kristel, la más sutil, introvertida y audaz del cine erótico. Y luego llegó el declive que presagiaron sus ojos verdes, sobretodo en aquellos momentos de mirada agonizante y profética; la trilogía incesante: drogas, alcohol, enfermedad. Incluso tenemos el privilegio de aquellas palabras de Rubén Amón cuando la entrevistó en una taberna de Amsterdam:  “su aspecto orondo, ajado y sobrio la confundían con una catequista, con una matrona anónima o con una vecina jubilada del barrio”.
Ella murió durante la noche, mientras dormía, ha declarado su representante. Como tantas otras cosas. Por aquí nos queda María Lapiedra (no me subas el IVA, bájame las bragas) y cierta insolencia sin gracia ni belleza en las portadas del Interviú. Poco Picasso y mucho Lladró, quiero decir. Mucha Leticia Sabater y poca Monica Bellucci. Amén, y sí, quien la vio no la olvida. 

5 comentarios:

  1. Quien la vio no la olvida. Siempre Emmanuelle, c'est la vie, y sigamos con lo spanish chungo. FDF

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  2. ...Pues sí, amigo Javier, cuánta razón escribes cuando llevas razón en lo que escribes. Bella por encima de todo, una holandesa fuera de lo común; pero todo ese mundo sórdido al que se subió se le hizo tan grande que con tanta sustancia era candidata a cualquier trastorno que acabaría con ella mucho antes de lo que creemos es normal. Una pena.
    Cuando algo se internacionaliza es por algo más que por una cara bonita; qué cosas.
    [Ando escaso de tiempo así que si a menudo no paso, no me eches de menos, pues el próximo café me toca a mí; aquel estuvo, aunque con algo de prisa, estupendo y muy agradable]
    Breves saludos, amigo Javier
    Deica logo d:D´

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    Respuestas
    1. Un placer, cuando te apetezca. Y sí, la cara de Emmanuelle hablaba desde el silencio, qué cosas, y qué metáforas de viernes por la mañana, buen día

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  3. Triste y prematuro final para una grande de las pasiones calenturientas. Nos leemos.

    Saludos.

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