lunes, 11 de abril de 2011

Antonio Vega: El Amante de la Muerte.-





Los domingos me levanto con Spotify, y recorro un poco de mundo a través de las posibilidades que nos brinda esa gran aplicación. Escuché tres o cuatro veces Love You ´Till The End, la prodigiosa versión de The Pogues, unas cuantas nostalgias de Brenda Lee y Van Morrison, el prodigioso piano de Eddie Palmieri, las últimas recomendaciones de mis amigos, es decir Mate of State, y The School, y como siempre, y por muchas veces, la interpretación de IL Cielo In Una Stanza, de Mike Patton.  Y con las nubes volando vagamente por una habitación se me presentó el fantasma de Antonio Vega, y me quedé un rato con él. Y con sus cosas, y con la tristeza y la verdad, que vienen a ser lo mismo. Me habría producido cierto desasosiego sentarme delante de él, un miedo de niño, un horror absolutamente de pena, y no tanto por su fragilidad y ese aspecto de muñeco de hilos, sino por su mirada profunda y aterrada, esos ojos frustrados, hundidos en la eterna insatisfacción, y por su pelo desordenado y trágico. Y tratándose de un genio que llevaba mucho tiempo muriéndose, pensé en la capacidad de resistencia del hombre, en esa gente que se agarra a la vida aunque penda su existencia de un miserable hilo, en esa gente que se levanta por las mañanas sin saber muy bien para qué, y en que todo se sostiene en un instinto salvaje del ser humano para quedarse lo máximo posible aquí antes de buscar las tablas.  Y a Antonio Vega lo venían matando desde 1992, como si fuera amante de la muerte y novio de aquellos demonios que le fueron consumiendo a fuego lento. Un atardecer abatido que renacía,  que curiosamente amanecía, pero que tenía próxima fecha de caducidad. 
Después estaba la leyenda. Un especie de vagabundo, de bohemio tirado, buscando plata por las discográficas, pidiendo anticipos,  derechos de autor, un hombre encorvado, perdido en las calles de Madrid, despistado, sin dientes, trasnochado, un muchacho que había sido guapo y ahora tenía el rostro sucio,  un maldito del arte con más principios que cualquier producto musical de los tiempos de nuestra tele. Una timidez absolutamente acogedora que emanaba muchísimo, muchísimo cariño. Yo le tenía mi querencia, y me emocioné en el velatorio, en el único velatorio de personaje relevante muerto que he estado en mi vida.
Ya sabemos que al pop le mola inventarse la vida de los músicos y jugar a las identidades y las conexiones con los álbumes, pero pocas veces, y es de una transparencia cristalina el caso de Antonio Vega, hay un vínculo tan excesivo entre existencia y obra, esa tristeza sadomasoquista, esa emotividad en el límite de la destrucción, de la muerte. Ese carácter de permanente catástrofe interior. Y esas afecciones de sus seguidores, tal vez algo de morbo, por ver el último concierto de un hombre que se va a morir muy pronto. Pues eso amigos, yo le vi el otro día, cómo no, en plena Lucha de Gigantes. Con la máscara de la muerte. Qué monstruo.






9 comentarios:

  1. Antonio Vega duele. Duele mucho. Y seguirá doliendo.
    Carmen K.
    http://gastronomiaflamencopunk.wordpress.com/2011/04/07/ensalada-de-huevas-y-espinacas-con-chisporroteos-policromaticos/

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  2. No es lo más adecuado para un día de bajón, pero su música mola mucho...

    dirty saludos¡¡¡¡¡¡¡

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  3. Me ha dejado un poco triste escribir ese post, no ya por Antonio Vega, sino por las reflexiones vitales que emanan del contenido de la entrada. Uff, no es lo mejor para un lunes. Abzos

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  4. Pues a mi me dio mucha pena, muchísima... cierto es que estaba muerto desde hace muchos años, como bien dices, pero jo... qué pena me dio

    Besicos

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  5. ¡Cojonudo! No sólo tu prosa es correcta sino que tambien comunica y emociona.

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  6. ...me encantó tu post Javier,me emociono tanto o más que un temazo de Antonio Vega o cualquier otro productor q me haga sentir q sigo sintiendo!!Esto hay que hacerlo llegar a mi gran amigo Pitu...xxx

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  7. Gracias amigos, un crack el señor Antonio Vega

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  8. Tres son los monstruos de la música que no puedo escuchar así como así porque me rompen y me matan, Antonio Vega, Mauricio Aznar y Gardel,
    besazo

    p.d.: Sade también me asesina un poco, entonces 4

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