martes, 28 de febrero de 2012

Para qué Viene Usted Aquí.-



A mí lo del juez Castro me ha molado y me parece toda una declaración de intenciones. Viene a decir: para qué viene usted aquí. Supongo que lo saben, si tienes un duque enfermo de amnesia en el estrado, cabe esta literalidad judicial: Para decir esto, es mejor que no hubiera venido a declarar. Y así fue. Yo lo veo muy sagaz y diáfano, aunque no nos hayamos enterado de nada, pero voy más allá, con independencia de las tropelías de Urdangarín. En el mundo de la demagogia donde todo es populismo y palabras desérticas y deshabitadas de toda realidad, me hubiera gustado a mí tener a un juez Castro hablando nítidamente desde el barullo. Más o menos lo de Goethe, la tendencia a poner palabras donde faltan ideas, en nuestros mítines políticos, platós de televisión, y porqué no, en nuestra vida cotidiana. Cuántas veces han interiorizado ustedes el pensamiento. Es decir: para qué ha venido usted aquí. 
En el caso del duque amnésico no tenemos palabras, ni tenemos ideas. Principalmente, un olvido acojonante, quiero decir una amnesia tipo senil, al estilo Marujita Díaz, una acusación tenaz a su socio Diego Torres, que tendrá ganas de hacerle un harakiri, y todas las exenciones de imputación para la Infanta Cristina, porque eso lo han dejado bien clarito desde Royal Palace, no les quepa duda. A Cristina ni me la toques, que yo por ésa mato, de parte del campechano de las estampitas. 
Lo demás ya lo intuyen. Tenemos un país con más republicanos que nunca gracias a las joyas de yernos que le han elegido las niñas al Rey, ante el gran paipái de posibilidades, desde Harvard hasta Suecia pasando por Dinamarca. (Empiezo a plantearme paralelismos entre la altura y la estupidez humana). Pero la cagaron, la una y la otra. Tenemos republicanos esenciales. Monárqucios convencidos.  Y tenemos gente con el único deseo de que la Corona no de motivos para la instauración de otro régimen. Se me ocurren dos disyuntivas, primero, que alguien le hubiera explicado estas cositas tan básicas al colega, y segundo que el cura de la boda en la catedral de Barcelona, hubiera sido visionario y se lo hubiera soltado: Para qué viene usted aquí.



sábado, 25 de febrero de 2012

Síndrome de Abstinencia .-

El despacho venía a ser un apartamento de setenta metros cuadrados. Había una cafetera de cápsulas nespresso, una consola de Louis XVI de madera dorada, un Mac de sobremesa, dos portátiles, un iphone, un ipad, dos ejemplares de la revista Vanidad, un sillón ergonómico modelo Estocolmo, un frigorífico moderno de la marca Bosch,  una mesa de despacho industrial tipo diseño nórdico de arce macizo, y una boliviana debajo practicando blowjob. El tipo miraba en la pantalla del Mac. Navegaba entre el free porn, las ginebras premium y las webs del DiverXo y el Sudestada. Le molaba todo el curry rojo de carrillada de vaca. Y sobretodo las mujeres con tetas grandes, al estilo res. Se sentía a salvo en aquel negociado de lujo, desde donde compraba la felicidad; las reservas a los restaurantes de lujo, el viaje a la Polinesia, la botella de Pingus del 98 que le regaló a Ramón, y toda la artillería Apple. No solo jugaba a ser Paris Hilton con un Mac entre las manos, sino que también se alojaba en sus hoteles.
A las once de la mañana le dio aire a la boliviana y se dio el paseo fresco por Fernando VI y Barbara de Braganza, antes del desayuno continental del Ríofrío. Luego a hacer un poco de tiempo en internet, y ojear la prensa, a ver si esa mosca cojonera llamada Quico Alsedo seguía con las maniobras de joderles la vida. A él, a Neri, y a toda la banda. Después llegó aquella perturbación insólita, como si de una vez por todas se empezara a trabajar en la Sociedad. Aquel bedel que ganaría unas olimpiadas de sudokus y autodefinidos corría a la pata coja delante de la Guardia Civil. Hostias. Alto la Guardia Civil. Se siente, coño.
Le parece que todos los guardias civiles se parecen a Tejero, o a Roldán. Será tanta excitación. A Teddy se le llena la boca de espumarajos y pronuncia unas cuantas expresiones del siglo XIX. 
- Sabrán que están cometiendo una humillante tropelía. Me repudia su intromisión.
- Se siente, Bautista, coño. No somos nosotros, es la Audiencia Nacional, a ver si nos vamos entendiendo. Flores, requisa todos los Apple.
- Válgame Dios que lo pagarán caro. 
Por ese sentido arbitrario que tienen los nervios, lo primero que piensa Teddy es que le han jodido ver la columna de Quico Alsedo en el mundo.es, y luego si salía airoso, le daría a la tecla de las big tits en el free porn. Joder, y la reserva del fin de semana en el Ambassador de Viena. A continuación le empieza a oler el aliento, amargo, quizá también a pescadilla podrida, porqué no. Se siente ulcerado, e igualmente violento y cansado, en el fondo un gran disgusto es una especie de síndrome de abstinencia. El vicio calma la ansiedad. Se caga en su puta vida, necesita un trago largo de ginebra premium, pero sin tónica ni hostias, a palo seco, y un cigarrillo, aspirado con mucha, con muchísima vehemencia, como muchísima es la pereza que le produce someterse al interrogatorio de Ramoncín. Tiempos duros. Mucha fatiga.
Una de las consecuencias de que un hombre esté abatido es que se le esté desmoronando la vida. La siguiente secuencia lógica sería que el cerebro derramara celuloide y la memoria lo hiciera sólido, es decir que uno viera la peli de su vida, y aquellas escenas de cuando eran jóvenes e insolentemente arrogantes. La pregunta será: Para qué.
P.D. Curiosamente esta misma mañana me encontré con la respuesta, por lo pronto para pedir una indemnización de 1.4000.000 euros por despido improcedente, y una pensión vitalicia de 23.000 euros. Vivan los Chateau Lafitte, las bolivianas y las Seychelles. Y Teddy, con el mono

miércoles, 22 de febrero de 2012

El Coraje del Domingo.-


Supongo que casi todos ustedes, alguna tarde de domingo, la más contemplativa y ascética de todas las tardes del universo, habrán hecho inventario de su vida. En caso contrario, les felicito, mejor para ustedes. Son animales de selva con poca consciencia, les irá bien; no traten de indagar en las fuerzas perversas de la naturaleza que les han fabricado sus miserias. Qué demonios, ustedes no gastan penurias.
Yo, como el resto de la semana intento pensar lo menos posible, algunos domingos por la tarde le doy a la tecla del masoquismo de introspección. Es el balance de los trances más reveladores de toda una vida, y la confirmación de que somos hombres (and Women) agotados por la realidad. No sé si me entienden, les quiero contar que los años nos han enseñado ciertos triunfos, la victoria del desengaño. Ya hemos aprendido que la belleza ha sido destruida por la monstruosidad, que la vulgaridad superó a la inteligencia y que los mitos, uno tras otro, eran mentira, y que el descubrimiento de las quimeras no ha hecho más que engendrar infelicidad al mundo. Cuando a uno le cuentan que el rey Baltasar es un inmigrante de Almería o un alcalde gordo jaspeado de negro, se le empieza a joder la vida, y entonces vendrán a por nosotros todas las perfidias del universo a contarnos sus conspiraciones. Cuando los hijos de la dictadura viven en nuestros palacios, van a la tele y les pegan a las mujeres y a la cocaína,  los duques roban el caviar iraní y la langosta de Formentera, los niños borderline triunfan en la tele, y Santiago Segura quiere ser Ricky Gervais, valgan paradigmas de que el mundo se vuelve un lugar horrendo. 
Si ustedes consiguen alguna vez en su vida ser un hijodeputaintegral, tipo hortera de Seseña, duque ideal, Bigotes o arribista marbellí, habrán perdido toda inquietud intelectual y dirán adiós a los domingos transcendentales, serán amos en el sentido absolutista de la palabra, tomarán viagra y Macallan, se reirán de las calles y los transeúntes, pensarán que las canciones de Bustamante y Sergio Dalma hablan de sus banales y adineradas vidas, tendrán aduladores, contratarán putas y sodomizadores, ellos, que han dado tanto por culo, y serán ustedes perfectamente estúpidos e imperfectamente felices.
Bien, quiero decir que me gusta la gente con motivos de lucha, con coraje dominguero, y que me siguen dando grima a día de hoy, después de la que ha caído, las piruetas de los arribistas. Pues eso.


En relación a la indigestión gráfica superior:

‘El Pocero’ junto a su madre y su mujer. (EFE).
  • Falete y Andy y Lucas actuaron para amenizar la velada.
  • Acudieron varios miles de invitados a la cita.
  • El constructor aseguró que levantará una nueva ciudad cerca de Madrid, con más de un millón de viviendas.






viernes, 17 de febrero de 2012

Crean en Ustedes y Caminen.-

Como el caos burocrático tiende a que nos escondamos en el underground, últimamente me están dando algunos ataques de introspección, pero no se asusten, no voy a hacerme un harakiri al estilo Salgari. Yo necesito mucho de la gente. Sentirla cerca. En la taberna, en la Divisa, en casa, en las calles, aquí. Vale, paremos estas ínfulas de Bisbal Style. 
A mí me gusta mucho creer en las contingencias de la casualidad, lo cual no me compromete a creer en el destino, es decir que nada está escrito, sino eso tan trillado de que nuestra existencia la transcribimos nosotros; pues sí. El destino es un concepto muy glorioso, muy melodramático, y muy cercano de valoraciones universales como Dios, la Justicia Social y las Ideologías, en fin, esas concepciones tan universales en las que yo creo cuando me viene en gana porque no dispongo de la perseverancia creyente de Pitita Ridruejo y Federico Trillo, ni de la utopía social de cualquier demagogo prematuro de Nuevas Generaciones. Ahora más que nunca creo en el camino (no en Escrivá de Balaguer, en el camino de verdad); creo en el camino inventado de Sartre, en el camino con despojos en el recorrido que vendrán a recoger los buitres, en el camino de las felicidades temporales, y en el camino de las hostias de la casualidad, de los pequeños triunfos, y porqué no, de nuestras decisiones. 
Perdonen si en este momento ven en mí cualquier sospecha por trivial que sea, en Paulo Coelho (yo siempre he pensado que detestaba a los alquimistas y los guerreros de la luz), pero creo que tiene algo de hechizo ese árbol de causas eslabonadas trazadas en el itinerario de toda existencia, fabricado por la creencia unilateral. Creer en nosotros mismos. Y caminar. En mí. En ustedes. Más o menos, para ser lo que hacemos, y morir por lo que somos.
Scott Fitzgerald se tomó el último gin y murió de un ataque al corazón. Hemingway se pegó un tiro con una escopeta de caza, alcoholizado y enfermo de alzheimer. Mark Twain murió al regreso del cometa Halley, el mismo que le vio nacer en Florida. Stefan Zweig se suicidió en Brasil pensando que el nazismo abordaría todo el planeta. Stevenson, un año antes de morir y de habérselo gozado con los indígenas de la Polinesia: Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he escrito con la cabeza dando tumbos.
Vale, y luego nos viene el Génesis con éstas: polvo eres y en polvo te convertirás. Y me acuden dos consideraciones, primero que todos hemos nacido de un buen polvo, y segundo, y hablando de partículas, tengo cierta esperanza de que si la muerte tiene el sentido inédito de nuestra existencia, igual no somos briznas en el espacio. O sí, maldita sea, pero al menos déjenme por un momento creer en las transmigración espiritual. O bien recordemos a Barrie cuando escribía que un hada moría por cada persona que aseguraba no creer en ellas. Vale, pues yo creo en las hadas.

sábado, 11 de febrero de 2012

Mutxa Kara Tenía el Kolega.-


Yo viví una vez con un etarra que tenía uno de los nombres más inconexos que ustedes han podido oír en sus vidas. Wilson Atorrasagasti. Era mulato, y un kale borroka super radikal que hacía terrorismo de baja intensidad, como a él le privaba llamarlo, es decir la guerrilla urbana, reventar autobuses, quemar cabinas de teléfono, preparar bombas incendiarias tipo molotov y beber mutxo kalimotxo. Le molaba la autodeterminación, el término abertzale y toda la Euskal Herria, ahí va la hostia, pero nunca tuve muy claro si él tenía serias aspiraciones de hacer extorsiones, secuestros y asesinatos, que ha venido a ser el trabajo de los etarras, o realmente quería ser cartero, que era el motivo por el que salió de Euskadi, para estudiar y presentarse a unas oposiciones de correos. Aparte de etarra de corazón, estaba en el paso posterior al borderline ,(muy kortito el txaval), y como apenas discernía nada de las estimaciones de la vida, esas deficiencias intelectuales le convertían en colosal aspirante a  Hijo de la Gran Puta. 
Wilson era el típiko kabrón que siempre andaba perdiendo las llaves, que te contaba una película nostálgica de kale borooka para que le dejaras dinero o le anticiparas el alquiler, y que se llevaba a sus colegas anarkistas a okupar nuestro salón, con el kalimotxo, los porros y la Soziedad Alcohólica. A mí me parecieron factores suficientes para mandarlo a tomar por kulo, pero un radikal deficiente te puede romper la casa por cualquier insinuación, y nos daba cierto paniko moskear al katxorro de Josu Ternera, porque un kale borroka haciendo de kale borroka en un piso de ochenta metros akojona mutxo. 
No sé si me entienden, uno de esos hombres de los que uno duda si ha tenido madre alguna vez en su vida, que se aprovecha de la benevolencia del casero más buena gente que he conocido en mi vida. En la fanátika existencia de Wilson vi las botas militares, las camisetas de Eskorbuto, los libros del temario de correos impolutos, folletos de la izquierda abertzale y diferentes aparatos electrónicos para el mercado negro. Ni siquiera tenía la grandeza de aquellos tirados que viven en el drama de su propia fatalidad y aspiran a convertirse en un hombre que haya tenido madre alguna vez en su vida. Wilson Atorrasagasti no tenía nada, más que un litro de kalimotxo y un cóctel molotov en las manos, y estaba deshabitado de cualquier valoración intelectual o artística. Uno de esos tipos tan vacuos de espíritu que igual pueden acabar de kale borroka que de ultraderechista de esa mierda llamada Democracia Nacional, no porque tengan el cerebro fácilmente moldeable, sino por la oquedad del cráneo y la carencia de cualquier tipo de masa encefálica. 
Un día huyó de esa manera que desertan los cobardes, con miedo y sin ruido, y con cinco mil de las antiguas que eran mías. Aquella vida sería una fuga vitalicia de la única realidad que podía ser aquel radikal. Por si acaso, anden con ojo. El destino sigue barajando las cartas y jugando a los dados.


martes, 7 de febrero de 2012

El Otro Día Estuve con el Mismo Dios.-

El otro día me di una vuelta por el Cielo porque Dios tiene internet de banda anchísima, super fiber to the heaven y me mandó las claves para dárselas a San Pedro antes de entrar, a través de Jim Morrison. Dios no es tanto como dicen un concepto teológico, filosófico y antropológico. La verdad es que es un Tío Atípico. Normal, normal, no es, pero tampoco es un ojo etéreo y abstracto en mitad de un triángulo. Enorme Mentira. Es tangible. Dios es Viejo, y se puede decir que adquirió protagonismo cuando murió Matusalén, muerto gracias al Diluvio Universal que había enviado el mismo Dios para que escribieran en el Génesis lo que realmente fue una conspiración entre Noé y Dios para hacerse con el Planeta. ¿Ustedes qué harían si ven a un paranoico construyendo un barco en el desierto de Ararat? Yo creo que ustedes se mofarían, pero me temo que puede ser muy peligroso un hombre omnipotente, omnipresente y omnisciente hastiado de la perversión humana, y eso Noé lo sabía de buena tinta. La puede liar muy parda y enviar una tempestad apoteósica del copón. Se puede decir que metafóricamente Bush era Dios y Aznar, Noé. Aznar siempre estaba dispuesto a construir barcas para Bush, porque sabía que diosito Bush le podía castigar con el Diluvio Universal, pero al final ha habido hostias para inventar el Diluvio Universal everyday by the face. El mundo está lleno de diluviadores universales y de Noés construyendo barcas. Pero en fin, prosigo, como decía, Dios es viejo, más o menos como un profeta hindú muy, muy trasnochado, y absolutamente anacrónico con respecto a todos ustedes, que van todos iguales. Y tiene este aspecto:

De buena gana le hubiera hecho una foto, pero en el cielo están prohibidas las cámaras de fotos. A mí me dio la impresión, de lo poco que hablé con Dios, de que pasa de todo. No diré que fume marihuana y beba cervezas con la gente anarkista que haya en el Cielo, porque no sería verdad, y yo no lo he visto, pero en la media hora que le acompañé, se mostró indolente, demasiado abúlico para tanta Energía que nos han vendido. Con dos querubines trompeteros a los que Dios les echó la bronca porque les tuvo que explicar que yo no me iba a morir y que se fueran a recoger cadáveres en un hospital de Nebraska,  y  uno de los secretarios de San Pedro, que precisamente es Jim Morrison, un tio guapo de veintisiete años (porque en el cielo tienes la edad de tu muerte) que ahora es dealer de una heroína maravillosa que no mata nada porque ya estás muerto, poeta y músico, y por supuesto dueño del Morrison Hotel, que es el nombre del quinto albúm de los Doors. Ah, y secretario de San Pedro, más que nada porque se lo quiere meter en el bolsillo y  tomarle terreno para negociar un negocio de chamanismo, y que la comunicación entre la gente del Cielo y la gente de la puta tierra sea más fluida. Y por ahí me contactó, como les conté, por Internet parasicológico. Pero a lo que iba, Dios pasa de todo. Le pregunté por el Terremoto de Haití, y me dijo que no había sido inducido, y que Él no tenía la culpa de las fuerzas generadas por los límites de las placas tectónicas. Le pregunté por Somalia, y suspiró, sí, con cierta resignación, pero con impotencia, que lo intentó una vez pero ahora la hambruna y el conflicto le superaba. Ah, y que Él se encontraba muy viejo para estas vainas. Entonces, yo le dije: pero si Usted, Señor Dios, siempre ha estado viejo. Y mi declaración no le inquietó ni lo más mínimo, porque Dios tiene muchas tablas. Tantas como Moisés y las tablas de la ley. No hay quien pueda con la gente mitológica, interioricé. A continuación le pregunté por Bin Laden, y me dijo que el terrorismo islámico era competencia de Alá, y Él no tenía jurisdicción ni en la movidas de los niveles de la Yanna, ni en la aberración de las setenta y dos vírgenes para los mártires musulmanes.
No crean que varió aquella inflexión de repeler con cierta indolencia mis balones. Continuó en la misma tónica. Me comentó que en tiempos del Holocausto se le colapsó el Cielo de judíos, y que acabó reventado de tanta omnipotencia. La indemnización con tres millones de casas de piedra con piscinas naturales, y un millón de jardines de rosas y sauces llorones había llevado su tiempo y le había pasado factura física y psicológica, porque también tuvo que recomponer más de cinco millones de cuerpos. Ah, y que no pudo hacer nada, que Hilter era un caso perdido de antemano, que aparte de antisemita y anticomunista, era borderline, y no había Dios en el Cielo con posibilidades de éxito ante el genocidio. Pues igual con ETA (aquí se ponía estupendo Dios y lo llamaba Euskadi Ta Askatasuna), nuestra Guerra Civil, la batalla de Trafalgar, los Jemeres Rojos de Camboya, la Segunda Guerra Mundial y las torturas de la Inquisición. Entonces ya me revolví de mi asiento de nube y le hablé serio:
- Joder, Señor Dios, de tanto dejar el planeta en manos de los hombres, mire como nos tiene, da vergüenza mirarnos, no sé donde está su omnipotencia. Explíqueme, porque no la veo...
- Mira no me jodas, vete yendo a la tierra, que tengo trabajo con las trasmisiones del Concordia, hoy hay un huevo de elevaciones. Además, en cinco minutos me llegan cuarenta de Ciudad de Juárez.  
Y de repente creó una atmósfera vaporosa, que me desapareció y emergí en la taberna La Ardosa. Y como yo entiendo muy bien las cosas con una cerveza, pensé que nosotros éramos las pesadillas de Dios en el Cielo y que la tierra no le molaba nada. A la vista.
Luego estaba San Pedro, que tenía esta fachada:

sábado, 4 de febrero de 2012

Así Son Las Cosas.-



Así son las cosas y así se las hemos contado, decía un periodista millonario, Sáenz de Buruaga. Yo creo en la evidencia de que las cosas casi siempre eran y son discrepantes de como las contaban y las cuentan en la tele, valgan los paradigmas de Herman Terchst y Urdaci. Siempre que oía esas palabras de Buruaga me acordaba del tío Charlie, que era muy de no hay vuelta de hoja, las cosas son así y así se escribe la vida. Toda una ideología y metafísica de vida hasta las nefastas y últimas consecuencias del malditismo. Imaginen a un doctor mirando el rostro agrietado al estilo Belmondo de mi tío Charlie, porque él era el doble ibérico de Jean Paul, contándoselo así de clarito: así son las cosas, y así se las tengo que contar, tiene usted cáncer. Sobra la catalogación del carcinoma y conviene aclarar que el tío Charlie se fue a buscar las tablas un par de meses después. Pero bien, me acuerdo de él porque era un profesional, y así les tengo que contar, sin vuelta de hoja, un profesional de la noche. Luego estaba el abuelo, que con esa visión protectora, paternalista, y alevosamente machista, decía que al tío Charlie las mujeres le habían dado muchos problemas. A mí con  dieciséis me daba la risa ante tal aseveración octogenaria porque era manifiesto que el abuelo no tenía ni puta idea, y que era justo la evidencia adversaria a aquella creencia la única realidad. El tío Charlie le daba mucha amargura a las mujeres, sobretodo porque cambiaba mucho de novia y era una especie de marinero de tierra. Y después, todo eso: un príncipe canalla, encantador, e irresistible, tal como le avalaba mi amiga Carolina, que fantaseaba mucho con el tío Charlie, veinte años mayor que aquella ninfa bronceada y sureña.
Un día, el tío Charlie me llevó a ligar a una discoteca. Fuimos al Pachá y no ligamos nada. Yo creo que llegamos al Pachá por inercia, por una especie de impulso de faldero, quiero decir, llegamos al Pachá, de la misma manera que los salmones migran al mar, para desovarse, alimentarse y crecer, que eran exactamente las mismas razones por las que el tío iba a las discotecas, salvo que aquella noche esa acción migratoria no tenía mucho sentido. A mí por unos momentos se me cayó el mito. Como tenía la prebenda de su perseverancia en el mundo de la noche, nos colocaron en un reservado y nos pusieron una botella de Johnnie Walker y una cubitera. Que le aproveche Carlos, dijo un camarero. Y nos pusimos a mirar la pista sin hablar, muy reflexivos, diría que tristes, como si aquélla fuera la táctica de los colonizadores de la noche, algo que no alcanzaba a entender, porque no veía yo mucho la vida del explorador nocturno y el triunfo en esta dinámica funeralista. Pero aquello duró poco porque a mi tío le empezó a doler o  molestar, o qué sé yo, ese pop naif que hacían Alex y Cristina. Cuando crees que me ves, cruzo la pared, hago chas y aparezco a tu lado, quieres ir tras de mí, pobrecito de ti, no me puedes atrapar.
Atrapado, pero en la enfermedad estaba el gran Charlie. Estuvimos en la playa hasta que el este empezó a sangrar y se hizo de día. Así eran las cosas y así me las contó, con mucha más veracidad que Buruaga. Todavía tuvo tiempo de recordarme alguna sirena de su historial (tal como él lo hablo, aquel día todas eran sirenas o ninfas). Después nos quedamos dormidos, y él, en dos semanas ya no estaba.

jueves, 2 de febrero de 2012

Fauna y Pijos de Madrid.-


Si ustedes han paseado por el centro en esta Navidades de Madrid que vienen a durar dos meses y se inician con Halloween, porque los muertos y su Día se fueron a criar malvas, posiblemente hayan sentido cierta misantropía, o cuanto menos cierto anhelo de introversión, de tanta manada humana y globalización sin complejos. Cortilandia, Claustrofobia, Callao, Pelucas, Payasos y Gente más o menos borracha, más o menos radiante en este carnaval de Madrid, que son las comparsas de la Navidad. Pues no, no tengo nada en contra de la familia disfrazada, con sus caretas, sus postizos y sus peluquines, al estilo Poltergeist, pero si tenemos un dealer del bazar de calle por cada tres habitantes vendiendo simple basura, será porque la marea humana demanda esa felicidad en forma de lengüetas estridentes, trompetas chillonas, zambombas, pelucas verdes y tamboriles para los enanos. Y esas cosas, creo yo, se sobrellevan cuando uno profesa ciertos afectos a quienes ejercen esa especie de felicidad fragorosa del subproducto de calle. En caso contrario, las Navidades de Madrid, en casas con amigos o alejados de los puntos neurálgicos. Me parece.
Ahora, los pijos. El clásico y una trilogía.
Si ustedes se cruzan con una rubia mechada, y con sus filones de tirabuzones en las puntas, posiblemente se les atraviese en la retina un bolso de Tous (http://janpath-broadway.blogspot.com/2011/12/el-oso-de-tous.html)   o de Gucci, y unas dramáticas gafas de sol, fulgores de swarovski, doradas y negras, de funeral, y unas botas de montar a caballo y una diadema sideral, y posiblemente a su lado vaya un tipo con un polo de tan excelsos como grotescos bordados de jugadores de polo al lomo de sus caballos, henchido de honor y de gomina. Ese aspecto de ir flechados a la caspa del Richelieu a comer unas gambas.
No obstante, por aquello de que la apariencia es engañosa, la catalogación del pijo es difícil. Analicemos, pues, tras la versión tradicional.
Pijo Desertor: Diría que es un niño bien del barrio de Salamanca, con el estigma mamado a hierro candente, pero tremendamente saturado y rebelde, disfrazado de rockero de Harley Davidson, o del infumable Mario Vaquerizo, como nuevo procedimiento de enfrentarse al mundo. Convendrán ustedes conmigo en que este ejercicio implica cierto cachondeo comunitario del entorno social precedente, y dificultades de acogida por parte de la nueva cuadrilla. Como añadido, la supremacía de criterio musical (vuelven Motorhead, Manowar y Ozzy Ousborne) y el resto es una puta mierda. Pues bien, yo creo que esto es una clase de Pijo Aguacate, duro por fuera, blando por dentro. En aval para la causa: todos hemos renegado de algo en algún momento de nuestras vidas.
Pijo Punk: Pues esos tíos que jugaban en el Madrid. Los Pignoise. Letras blanditas:  primero b de un bloque tres rojizo, hay sirenas que no saben nadar, en San Antonio siempre estás vencido, la gente sueña con escapar de aquí, pero no se está tan mal. Y duetos con los Cómplices y Soraya. Venga ya. Más o menos como los infumbales El Canto del Loco. Ropa cara de pobre, admiración a Extremoduro, camisetas de The Clash, converse, y rostros muy destroyer, y muy de problemático y esquizofrénico perdido. Muy de pierdo los papeles, estoy muy loco, y me cago en Dios, como no me dejes entrar a tu garito en zapatillas. Y de tapas por el Barrio de Salamanca. El pijo punk.
Wannabe: Y ésta sí es una figura apasionante. Digamos, un mix entre Bustamante, Dinio y el hijo de Andrés Pajares.  No sé si se han cruzado con ellos a la salida de un after o alguna vez que se hayan perdido ustedes por un polígono industrial buscando un dealer o una tarima flotante. En concordancia al pijo desertor,  ahora estaríamos ante una clase de obrero prófugo, es decir, un tipo de barriada, digamos, de Parla, bastante agotado de humildad, que se dedica a perder la cabeza, y el dinero. Un gran tipo, muy trabajador, influenciado por esos espejos del gusto deplorable que son Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, vestido de los horrores de la Martina, con las últimas zapas de Gucci, italianas, lo más. Estrambóticamente  impecable. Un hombre simpatizante de  la prostitución masculina, dispuesto a follarse a señoras tipo Marujita Díaz, y a expandir por el universo de las puretas y las viejas cualquier enfermedad venérea, con tal de conseguir una camiseta de Dolce y Gabanna. Lo último de la galería.