lunes, 30 de mayo de 2011

Génova era una Fiesta.-


Me gusta mucho el París actual. Adoro esa ciudad, los residuos de la boheme, las muchachas de los labios rojos, las braseries, Rue du Montergeuil, Saint German des Près, y esa conjugación de estética arcaica e innovación que tienen las grandes capitales europeas, pero mi gran  delirio y aspiración histórica es una ficción imposible, y hubiera sido vivir el París de los años veinte y tomar copas con Scott Fitzgerald y Zelda. París era una fiesta. "Soy muy feliz antes de estar demasiado borracho", había dicho una vez Fitzgerald al modo confidencial, no sé si a la sombra de The Great Gatsby o Tender is the Night. En paralelo y con un siglo de retraso: lo había dicho Gallardón o Aguirre, pero podía haber sido Tomás Gómez o Lissavetzky . Soy muy feliz, os quiero, brindemos. Y a sus pies los ardores de la gente. Eran del Partido Popular, pero podrían haber sido socialistas. Eran políticos, pero parecían futbolistas. En cualquier caso, siempre son una banda de exaltados  los que van a las sedes de los partidos políticos a celebrar los triunfos. Ahora espero tu disparo, claro. Principalmente porque provocan la vergüenza ajena que podemos llegar a sentir por los políticos, con esa insuflación que viene de la masa, henchidos ante vosotros de hedonismo y ego. Parece que os pagan, coño. ¿Os pagan? Creo entender que la aglomeración efusiva ciega al ciudadano. No sé como transcribir el sonido del aplauso, pero pongamos, plas, plas, plas... Queridos amigos, ahora subiremos los impuestos, nos venderemos a los bancos, triplicaremos el IBI, recuperaremos al Bigotes, instalaremos la pena de muerte, desaparecerá el Tribunal Constitucional,... Plas, plas, plas, plas, oé, oé, oé, Mariano, Mariano, Marinao. Pero podía haber sido José Luis. Hubiera dado igual. A un loco saltando con una bandera azul de un pájaro que come peces pequeños y basura, lo que menos le importa es el discurso. A un pirado con una bandera de un puño apretando una rosa, también. Una cosa es la fiesta de derrocar al tirano, y a otra muy diferente la fiesta de seguir igual, o parecido, una fiesta, diría con un matiz casi futbolero. O en plan Camps: os quiero un huevo. Génova era una fiesta, no especialmente bonita, como podía haberlo sido Ferraz, porque todo es feo de acá a un tiempo. La fiesta bonita era la de París en los años veinte, con Hemingway, Fitzgerald, Buñuel y alguna muchacha de la Belle Epoque, pero nos quedó lejos. A cambio, toda esta caspa, de gaviotas. Pero podía haber sido una banda de rosas farsantes. O de llaves nacionalistas. Da igual, más o menos.







jueves, 26 de mayo de 2011

El After de los Domingos.-




Es curioso que los domingos por la mañana sienta cierto temor por salir de casa temprano, digamos a a las diez o las once. Por un lado porque alguna vez me ha vacilado de mala manera algún chapero rumano, y yo soy un heterosexual extremista, por otro porque no me siento activo de la fiesta after night y por tanto  no llevo grabado a fuego y garrafón el rostro de borracho zombie, ni tengo entre mis neuronas la manifestación psico-química de la felicidad en forma de píldoras de colores. No, no llevo esa heroicidad de la droga revitalizante, ni tampoco la resaca  de la muerte, y me apetece un carajo mantener cualquier palique fútil con cualquier héroe de la noche larga. No obstante, en esas segregaciones de la fresca dominical, se me presentó cierto día una muchacha bonita y triste, y como no era un chapero rumano ni un exaltado de la cocaína, sino una chica linda y melancólica, hablé con ella. Tenía veinticinco años, un hijo y un divorcio, unos ojos azules muy trallados y muy enigmáticos, y una melena tersa a lo Romina Power.  Llevaba la party en la mochila desde el miércoles por la noche. Y eso te mola, le dije, yo hubiera muerto el sábado a las tres de la tarde, si apenas me tengo en pié tras una farra corriente de cuatro y media de la mañana. Hay que querer vivir, me dijo ella, con la lengua pesada y la mirada extrañamente redonda, como dos huevos de reafirmación que poco o nada aseveraban. Pues eso, en unos segundos me percibí de que el enigma de los ojos estaba prefabricado, que había llevado el pedal de los siete colores, y hacía poco había tomado cualquier mierda energética, pero no por ello carecía de belleza. Luego me habló de su niño, incluso me enseñó una foto. Llevaba un pendiente, y el pelo radikal. Una especie de Jonathan de Jarraitz, y le dije: sí, muy mono, muy mono. En el retrato interior, vi a una figura infantil de la delincuencia. No sé si se parecía más a un cachorro de ETA o al Dioni ése de Camela. No quisiera yo a aquel niño que no había visto nunca para cuidarlo una tarde. La foto anticipaba peligro, y la mamá, cierta disposición a dedicarse profesionalmente a salir de fiesta. Estuve pensando en la droga, y en cosa muy raras como el pluralismo narcótico, la pose de la cocaína y toda esa vanguardia hedonista que tienen muchos drogadictos de fin de semana, y que apenas ellos sabrían nada de la vanguardia y del hedonismo, pero que a fin de cuentas les molaba molar con las sustancias, y a eso le llamaba yo poniéndome estupendo, vanguardia hedonista,  que viene a ser una deserción de la vida normal, una forma idiota de ser cool y mucho vacío, con efímeros intervalos de felicidad temporal. Vale, ya. Al rato, arrasó por la calle Hortaleza un Hyundai Coupe, se oyeron un gritos discrepantes y borrosos,  la chica saltó como si Iniesta hubiera marcado el gol del Mundial, y se subió al coche para seguir drogándose. Ni siquiera dijo adiós.
Y en fin, hablo en esta dirección, porque tengo yo por costumbre los domingos, irme de after desde la mañana,  por nueve o diez horas, por razones inherentes a trabajar los sábados, y en éstas andaba hace un par de semanas con María, y me encontré con una camarera de terraza que tenía el enigma en el ombligo, el hedonismo en el culo apretado por los leggins, el pelo frito mal agrupado en una coleta, unos ojos azules muy redondos, como de muñeca antigua y mucha mala leche. Necesitaba otra gran farra. O comprar la felicidad. 


martes, 24 de mayo de 2011

Especiales.-

Ando con una nostalgia de caballo, así que intentaré no derivarme en la extrema confitura que a veces traen los recuerdos. Ahí voy. Todos nos vemos cools, especiales y a veces radiantes, aunque parezcamos y seamos idiotas. Nosotros, los guays, y el resto del planeta, lleno de gente normal, diríamos que incluso vulgar y molesta en la estética de la ciudad. O viceversa. Ellos los guapos y modernos, y nosotros, el clan de la ordinariez, todos muy corrientitos y más bien paletos. ¿Qué somos: el resto o la indiviudalidad moderna y fresca? ¿Nos creemos que nuestra masa humana es una tendencia social para modernos pretenciosos que dan grima? Solo se me ocurre una respuesta rápida. Existe gente que se provocaría felaciones a si misma si existiera la posibilidad física, gente tan indispensable que no podría vivir sin ella y además son amigos de Dios, pero no inspiran más que pánico, y una pena rara que viene a ser un miedo triste, esos temores que sugieren los psicópatas. Nosotros tampoco podemos vivir sin nosotros, pero preferimos que los favores (sexuales, afectivos o morales) y la vida nos llegue del exterior. Nos necesitamos para afianzar nuestra conidición especial. Somos gente de feed back. No somos ni queremos ser Platón, salvo cuando sí queremos ser Platón y nos escondemos en el huevo.
Creo que todos somos igual de básicos. Iguales. Antes éramos guays y ahora nos da miedo lo desconocido. Por mucho que existan los toreros, que exista Messi y que Monica Bellucci esté viva, es una gran verdad eso de que estamos hechos de la misma pasta. De la costilla, del barro, de la biología, de la metafísica o de la generación espontánea, aquí estamos, jugando a la vida que nos vamos inventando. Y nos creemos tan especiales porque a veces, tras una penumbra, llega una luz. Y todo es una palabra demasiado grande, como para desecharla. Todo puede ser especial, salvo cuando somos necios y egoístas, o la vida venga puta. No somos más que el guión de una tragicomedia que se llama Universo, llena de horteras y modernos, y de idiotas que se la mamarían, y de horteras que se creen modernos, y de modernos que se creen referentes, y de molones religiosos que se inmolan, y de gente chunga que fue buena, y de gente, de gente, de gente, de gente como nosotros que se emociona por el flash-back de un aroma de la infancia, por el recuerdo de un verano largo, un viaje en el seat 1430 de papá, unos abuelos muertos y una playa inmensa, llena de niños especiales, que están muertos, y somos nosotros.



lunes, 23 de mayo de 2011

Un Cabreo Digno.-






Ya estábamos inmersos en la bajeza política, esa degradación del escarnio público a lo trash tv de Gran Hermano de éstos, nuestros políticos añejos y grotescos, y nos vinieron con el patetismo del sentido común. Esa lógica para niños pequeños que a mi parecer pone claramente en entredicho la capacidad intelectual del ciudadano, Vale, que lo digamos nosotros, pero un político, no procede. Y habló Zapatero: sin crisis inmobiliaria, no habría tantos parados. Ah, claro, gracias por abrir nuestros ojos, antes cegados, ahora atónitos ante tan fascinante declaración. Y con esa lógica apabullante mientras en Asturias seguía habiendo sidra, y el martes iba después del lunes, en Valencia Rajoy y Camps se lamían ante la bacanal de los fieles en la plaza de toros. Entonces los socialistas volvieron a ser unos antipatriotas, y Zapatero se autolesionó llamando bellaco a todo aquel que le acusara de haber tomado las tijeras para el recorte social. Rajoy, ese niño incordiante y chinche de la última fila le dio distancia y rió como una pérfida gaviota azul pepera. Por una vez, se sintió ganador ante tanto desmán. Luego apareció Puigcercós para llamar ladrones a los votantes del Partido Popular, y el etarra Ander Errandonea levantó el puño izquierdo y se fue de parranda con sus colegas de Bildu, una gente que mea pólvora al igual que Guardiola, colonia, que vienen a ser abertzales con pistola, una idéntica gota de eau de ETA. 
Y ante tanta pesadez y sopor electoral, surgieron los muchachos del Sol, la Spanish Revolution, con su poblado sioux, a ganarse los afectos ante tanta caspa vitalicia y político grotesco, como si Gandhi se hubiera aparecido en la madrugada precedente para buscarles el karma al estilo reunión pacífica de serenos muy cabreados. Printemps Révolutionnaire, para renegar del sistema democrático y echarle una bronca por omisión a los políticos. Nunca pensé de un país que de acá a un tiempo se mostraba ácido y bronco, y que sigue siendo ácido y bronco, se pudiera crear un pueblo bien organizado, en tan poco tiempo, en mitad de esta vorágine de mala hostia imperante, que curiosamente ha evolucionado a cabreo digno, cuando estábamos tan faltos de eso de la dignidad. Lo llaman el mayo español, desconozco si desembarcará en junio,  morirá de éxito fallido en julio o se irá de vacaciones en agosto, pero me ha gustado la bofetada, a pesar de la cara de Rubalcaba y la de Cospedal, y la de Trillo, que estaban igual que antes, como siempre, porque me temo que serán iguales que antes. Y eso es lo triste, las duras entrañas de nuestros políticos. De todos. 

sábado, 21 de mayo de 2011

Igual Llaman al Abogado de Polanski.-


Yo ya aventuraba, y no he de ser un lince por tan simple presagio,  que se iba utilizar la palabra complot en los días sucesivos. Las teorías conspiratorias siempre han velado por la presunción de inocencia de los peces gordos universales y siempre se han creado dogmas partidistas de la información. En Rusia creen que Bin Laden está vivo, por ejemplo. Igual, Strauss Khan no estaba tan caliente, se dice por ahí. Igual la camarera afroamericana le pidió una sesión interracial al caballero internacional. Igual fue Sarkozy cenando con Carla Bruni quien inició el plan maquiavélico, después de acabar con los escargots. Ahora me cargo a este puto caracol del FMI. Igual Strauss-Khan nació con el pene duro y está más salido que Nacho Vidal y Rocco Sifredi al cuadrado y Dios lo ha creado con un empalme vitalicio. Igual si hubiera llegado a tomar el avión a París, habrían cambiado los matices y no lo hubieran devuelto a Estados Unidos. Igual Khan ha llamado por teléfono al abogado de Polanski. Eh, picapleitos, cuéntame como lo hicisteis con el polaco, no entiendo nada, el hijoputa droga a una niña, la viola y se va de rositas, eso como se come, ah, los putos argumentos, que tenía colegas presidentes, que había ganado un Oscar, y que era un director de cine muy conocido, pues por ahí quiero que vayas, porque como vayamos por la justicia, estamos jodidos. Igual es curioso que el ultraderechista Le Pen salga beneficiado por una supuesta agresión a una camarera negra. Igual en el mundo se están peleando por ver quien toma el puesto de Dominique Strauss-Khan (vaya nombre de escritor o filósofo judío). Igual los chinos, quieren su papel, que ya apesta tanto Estados Unidos y tanta Europa para Banco Mundial y Fondo Monetario. Pues igual se lo llevan los chinos. Igual.

P.D. Igual da que se haya creado un plataforma para Bibiana Aido, llamada Secretaría de Estado de Igualdad. Igual no voto.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Hablemos de Racismo.-


El éxodo masivo de razas y la consecuente inmigración. Vale, no somos skinheads, detestamos a esos rancios fachas de polígono y a esos chavales tan feos de Democracia Nacional con cara de trasnochados de mesa camilla, nos da asco Eduardo Serrano, Blas Piñar y Le Pen (curiosamente beneficiado electoralmente por una agresión sexual a una camarera negra), todos somos Lucrecia Pérez  y no queremos saber y ni siquiera tenemos opinión de controles inmigratorios, pero nos molesta tener unos vecinos filipinos porque nuestro patio huele a sardinas aderezadas con vinagre y leche de coco a partir de las once de la noche. Podría decir que no me molestan los filipinos, pero sí me fastidian algunas de sus costumbres, cuando todo el  mundo sabe que el olor ahumado de las sardinas apesta, pero como una cosa lleva a la otra, me empiezan a molestar los filipinos. Ya hemos avanzado algo, podemos tener todos los síntomas de una discriminación comunitaria, porque no soportamos las extravagancias de los fogones de  Manila, y la borrachera ecuatoriana de la Bomba del Chota de panchitos que le menean a la parienta, mamados de ron y yuca fermentada sin destilación. Pues eso. Querríamos sentir indiferencia de nuestros vecinos, pero se hace un  hueco la aversión, por supuesto, mutua, porque ellos también nos desprecian a nosotros, que no entienden que odiemos las sardinas por la noche, el pedal de Quito y los zarandeos a la parienta. La interacción, el feedback cultural, una vez más ha fracasado. Si me subiera a casa del  colega ecuatoriano y me tomara con él cubatas de yuca con aguardiente mientras nuestras parientas nos sirven mazorcas de maíz a la plancha, otra cosa sería. Pero no.
Luego tenemos a los chinos y a los moros. A mí me da muchísimo asco (diría que arcadas) ver a la gente escupir por la calle, sobretodo cuando no se está borracho, porque las meadas y los vómitos institucionalizados del fin de semana de Madrid, ya los conocemos y hasta los podemos asumir porque los hemos visto toda la vida, desde que Felipe González llegó al poder, pero gargajear sereno un lunes por la mañana es de auténticos cerdos aparte de un homenaje a la mierda. ¿Qué hará borracho un tipo que escupe el lunes por la mañana sin un gramo de alcohol en la sangre?
¿Y los delitos? Qué ha pasado con nuestros choros con chandal, que no pasan un casting para una banda del Este, ni con metadona y transfusiones de sangre. Qué ha pasado con el yonki tembloroso y desdentado que le enseñaba una jeringuilla al farmacéutico, con el gorrilla agonizante, con el poli imbécil tipo Santiago Segura (y no Torrente), con el romántico carterista de Sol. Ha pasado que se ha renovado el crimen, y que nuestros bandidos no han estado a la altura y les han desbancado los rumanos y los albano-kosovares que sí eran gente preparada, además de perfectos psicópatas del tipo armario, que nos han enseñado encarnizados asaltos a los chalets de Pozuelo, mafias de trata de blancas y otro tipo de delitos de una extrema gravedad, inversamente proporcional a la capacidad de nuestros autóctonos bandoleros de chichinabo.
Por otra parte, me parece un fenómeno colosal que gracias a la inmigración, se puedan tirar grandes temporadas en Miami y Suramérica, gente de la estirpe Bisbal, Bustamante y Sanz, y a ver si se llevan pronto a Pitingo y Falete, que serán inmigrantes bien acogidos, como aquí lo han sido Kanouté, Dani Alves y los árabes con Visa Oro. No somos racistas, pero nos molestan los panchitos borrachos, la gente cutre, la música chabacana, las sardinas y los chaperos rumanos, porque adoramos a los gays, sobretodo si son guapos y educados, y no vienen en autobús desde Piedrahita a las fiestas del Orgullo. Pues eso amigos, por ahí va, ninguno somos racistas pero a menudo nos joden los vecinos.

lunes, 16 de mayo de 2011

Amor Platónico y Masoquismo.-


Llevaba ya un tiempo con ganas de subirme a esta tribuna para tratar el amor sin recompensa, salvo la gratificación interior del masoquismo, es decir, el amor platónico, si bien tal vez no soy el más indicado porque no siento los malévolos dardos de Platón desde los trece años, y entonces igual mi opinión vale lo mismo que la de Falete sobre esquí de travesía. Pero desde fuera a veces se ve bien, y me voy proyectar con brevedad en estos asuntos. Lo intentaré para decir algo más allá de que el amor platónico es una putada. Que no lo sufra, no me exime de hablar, solo te pido que no me mires como a los gilipollas de las tertulias de la tele que hablan sin saber y sin que les pregunten. Solo eso. El amor platónico es un robo a mano armada, pero por omisión, un espíritu chungo de un ser bonito al que le provocas apatía, te desvalija el corazón, y a continuación te hace una cirugía plástica interior y te fabrica un sistema de propulsión de sangre gangrenada. Mientras, el espíritu maléfico se fuma un cigarro, se pide un gin-tonic y se dedica a ligar como pura mercadería de la noche. Ni siquiera le inspiras odio, le inspiras nada. No existes. 
Yo creo que el ser platónico inteligente, es aquel se enamora de un ser absolutamente inalcanzable, de esos con pautas de diosa, tipo Monica Bellucci, o de alguna belleza muerta, al estilo Mata Hari. Luego está quien se enamora de la profesora de hindi,  de su cuñada, de las estanqueras de Hortaleza, o de la novia de su amigo, y las alternativas se van complicando. Ya solo queda llorar y sonarse los mocos, jugar al cinco contra uno con esa quimera de barrio y volver a llorar, aprender a beber solo, escribir un mail de horripilante confitura, hacer poesía autodestructiva, drogarse, dar pena, provocar vergüenza ajena y barruntar la mierda del suicidio. En definitiva, quererse poco y tenerse por basura. Y me da a mí que la tristeza, al igual que el orgullo, también hay que calibrarla, principalmente porque la vida no es más que un mal cuarto de hora (Wilde) formado por momentos exquisitos. Vale.
También me parece que la opción correcta es enamorarse de la mujer  en sentido generalizado que viene a ser un platonismo global y parecido a ser un hippy guapo que trata de vivir  entre y del universo femenino, al modo canalla que tanto ha cautivado a la mujer a lo largo de la historia, salvando que no todo el mundo vale para aparentar desinterés y postulados platónicos siendo un auténtico jeta, pero reitero que me parece una disyuntiva mucho más interesante que enamorarte de la portera de tu edificio o de tu cuñada. Solo una cosa, el amor platónico tiene prestigios de excelente y perfecto, porque no es amor en sentido real, ni tiene sexo, ni facturas,  ni cuartos de baño y legañas en los amaneceres de Madrid. Solo tiene a un ignorante de la existencia del otro, y a un inconsciente jodiéndose la vida. Siempre he pensado que Freud habría mandado al carajo a Platón, pues en el siglo XX ya nadie quería vivir del aire, los ideales y del amor compasivo. Pues eso.


P.D.- Sí, Bellucci es para platónicos inteligentes y con un admirable gusto.

 .

sábado, 14 de mayo de 2011

Cuando se Ligaba sin Orgullo.-




El orgullo siempre ha sido una cosa muy de autoestima y de reclamar una posición en el mundo. Salvo aquel soldado de Gran Hermano (siempre le ponían una pierna encima), Toni Genil, Paquirrín, las amebas, las lombrices y los bifidus activos (que son muy altruistas y solo ayudan en la digestión) todos hemos sentido alguna vez esa cosa del orgullo, o la vanidad. Yo creo que el orgullo cambia de apariencia según nos sople el viento de la vida. Ya sea porque en algún momento nos hemos creídos los reyes del mambo, o nos hemos tenido que levantar de la dentellada de la hiena, o porque en el paralelo de hacernos viejos está la equidistancia de que ya no estamos para nos toquen los huevos. Todos somos orgullosos y todos (creo entender) nos hemos divertido alguna vez perdiéndolo (y lo considero una manera de inteligencia). Sobretodo por la noche, allá por el año uno o dos antes de María. El otro día recordaba anécdotas en una cena de gente orgullosa de haberse conocido.  Pues, valga como ejemplo, aquella chica que no era ni guapa ni fea (o a lo mejor era fea, no me acuerdo), pero que yo veía guapísima en una época que yo bebía whisky por la noche, cuando tenía veintiocho y eran todas princesas a partir de las dos de la mañana.  Y uno de mis colegas asturianos ya se andaba inventando que se llamaba Nicómedes y era fontanero, o guardia civil. Ella debía estar a la entrada de un bar de copas cerca de Santa Engracia, donde a menudo lloraban las mujeres con tetas por algún despecho y los universitarios aprovechaban para romper las relaciones con esa épica que daba el sábado, la noche y el garrafón, y había una tensión que se podía cortar a cuchillo. Yo creo que Princesa de Noche iba vestida de pija de outlet, y hablaba arrastrando la ese y con un sabesss de largo recorrido que acababa en un mirada estrábica que no sé si era una duda o un estoy flipando, capullo. Le pedí un cigarro y me lo debió dar con pena y odio (como normalmente se dan los cigarros por la noche), y por otra razón de peso en el mercadeo de la madrugada: su novio había roto con ella. Por supuesto, tal circunstancia me produjo satisfacción, me hizo sentirme útil y me elevó la moral.
- Qué simples sois los tíos, sabessss...
- Sí, somo básicos - le dije, tomando su carta.
- Pero qué soso....Podrías defenderte... Sabesss
- No, es que yo aparte de básico, soy muy corto. Tengo psicólogo y eso...
- Pero, dónde tienes el orgullo?... Sabesssss...
- Yo no tengo de eso,
- ¿Te estás riendo de mí?
- No, hombre. ¿Estamos ligando, chica?
Supongo que no la volví a ver más (al menos, con consciencia), y si la volviera a ver no la reconocería porque Princesa de Noche eran muchas mujeres de esa época de Madrid, que huían con orgullo, y nosotros nos quedábamos en la puerta sin saber si esperar otra despechada con tetas o tomar el primer taxi directo a casa. Al día siguiente, entre las brumas del domingo reflexionaba un poco, y consideraba que no era buena táctica para ligar, hacerme el imbécil, y anular el poco orgullo que pudiera tener. Ahora pienso que aquella maniobra de idiota también había dado algún triunfo, cuando hubo afinidad y gracia en la interpretación de alguna mujer de la noche.


Por eso es bueno calibrar el orgullo. Contigo No bicho tenía su orgullo, claro. Porque el orgullo se recupera por la mañana.

martes, 10 de mayo de 2011

Gente Muy Guarra: Al Otro Lado no Te Veo.-


Ya tengo la pista, me sigue una banda de salidos del planeta, lo cual me parece improcedente cuando este blog no tiene contenido pornográfico, ni por asomo. Si pasara por aquí Rocco Sifredi, diría: vaya mierda, qué mariconada, qué carajo, me voy a verme al pornhub. Pero he estado viendo los contenidos de las palabras claves de búsqueda, y no me asalta la duda. Por otra parte, confieso que no me ha molado nada (llámame puritano). La gente es muy guarra. Transcribo con las carencias ortográficas incluidas, algunas obscenas maneras de acceder al contenido de este blog, espero que en la página 17 de google, pues si fuera la primera, el tema sería alarmante: "adolescentes y puberes cubanos follando", "facebooks pornografía", "niñas de laindiavirgenes porno", "pornografía en facebook", "puta de santalucía", "película porno en cache la deshonra ade un padre". No sé que tipo de enfermos se pasean por aquí, sobretodo el anormal de las niñas indias, el imbécil de la puta de santalucía y el pringao de la pubertad folladora. ¿Tan difícil es escribir free porn y acceder a los contenidos que les inviten los ardores? (quitame la careta de puritano e hipócrita). En paralelo, hay otras búsquedas en mayor cadencia con los contenidos, tipo janpath broadway, esperma, fotos de los marcianos o la alegría de estar contigo. Pero en fin, no dejo de mantener la curiosidad por los vigores pornográficos que pendonean por intenet, y trasladando estos paralelismos a la vida real, es decir jugando a las equidistancias entre la red y la vida, hago un ejercicio de imaginación, y busco a un hombre aislado en el más recóndito punto de la sierra de Grazalema, que no ha visto al tecla del google en su vida. Como primera opción,  él no yerra con su pulsador interior, él dice: "ver el atardecer", "ordeñar dos cabras" y no se le presenta una tía en pelotas entre los matorrales de la sierra. Él solo ha navegado de verdad, en barco porque hizo la mili en la marina, y eso de Internet se suena a ciudad extranjera, y está el hombre desinformado e ignorante en el mundo de las redes sociales, que las presagia como algo relacionado con la trata de blancas o con la pesca de jureles. No va más allá. En paralelo, hay jóvenes que casi deben su existencia a internet, tienen un millón de followers en twitter, se reafirman, insultan, se inmolan, se autoestiman, se autolesionan y follan por Internet. Son fabricantes de identidades, de 15 o de 85 años, sin sexo definido, no tienen rostro,  les da miedo mirar a la calle y ligan con chicas escondidas en un camarero de Guadalajara. Se las follan, y al camarero le gusta sentir que es mujer, y  que se lo hacen a cuatro patas. Claro, en Guadalajara, hay poca cosa. Como segunda opción, el pastor de la sierra tiene ordenador, i-pad, i-phone, y es el número tres de una red de pedofilia cybersocial. En la sierra hay menos que en Guadalajara y sobra el tiempo. La pregunta es: ¿Quién teclea en un rincón del planeta "niñas de laindiavirgenes porno"? ¿Quién está al otro lado y no vemos? Y porqué carretera se llega a mi blog escribiendo eso.

lunes, 9 de mayo de 2011

Perro Frito para Indio Universitario.-



El otro día estuve escribiéndome con un colega indio, un contacto del Janpath. Me cuenta extravagancias con un matiz tragicómico, lo que a mí me gusta, y me inspira para profundizar entre los mundos  de esta malla infinita que llaman internet. Vale, que en la India no hay chuletones de Villagodio, ni de Ávila, ni de Kentucky, y de igual forma, el pollo no les colma sus tentaciones de la carne, y se están comiendo media producción mundial de verduras. Vale, pero no les vale. Ahora van a por los perros. A mí comerme un animal al que hemos convertido en medio persona con sentimientos y mimos, me produce una enorme repugnancia, más que nada porque vemos en un perro a un ser curiosamente sociable, a ratos educado, a ratos juguetón, a ratos obseso sexual, y casi siempre muy tontorrón (les excita) a poco que le acaricies un poco el lomo, porque a mí me da muchísima grima meterles la mano en la boca (juro que tengo una vecina de barrio que les da morreos), pero ello no quita que en Nueva Delhi vayan al perro de la calle, como quién va a la liebre o la paloma torcaz. Cazadores furtivos de perros bohemios y callejeros. Ya les habían avisado sus amigos de China y Corea, acerca de que los perros saben del carajo (a mí me da la impresión, haciendo un esfuerzo de entelequia canina, de que saben a  tierra, basura,  sopa de nido de golondrina, sobaco revenido, pienso y sobretodo a perro), y estos tipos, monteros de Nueva Delhi, que (ojo) no son indigentes, ni triperos, sino universitarios de carrera diplomática y masters en ciencias políticas, que salen de noche a la cacería del cucho, como quien sale de copas en plena cinegética de mujeres, le han cogido devoción al tema. Unos se van de perros, otros al mercadeo de la noche, y otros de putas.
En fin, unos cuantos testimonios. Que si no hay otra cosa, se zampan el perro callejero, pero que el auténtico delic de la gastronomía chucha es el perro doméstico. Que las asociaciones de defensa de animales están en alerta. Y no les falta razón. ¿Por qué? Por atrocidades humanas. Los colegas se van al cine a ver la última chapuza de Bollywood, y todo procede de esta manera: “Por capturar perros, claro. Aquí salimos por la noche, al cine, por ejemplo, y a la salida se nos acercan perros callejeros. Con un poco de pan, nos siguen.” “¿Pan?” . “Sí, sí, con pan ya basta, tío, esto es India”, ríen. “Nos montamos en un rickshaw. Los llevamos a casa y en un cubo de agua los ahogamos. Con una cuchilla de afeitar los desollamos y los freímos, con mucho ajo, jengibre y guindilla, porque el olor de perro es muy fuerte. Lo mejor es la grasa junto a los músculos. Bueno, lo mejor es la piel, pero aquí no podemos chamuscarla. Apesta. Un amigo lo hizo y, el casero, que vivía en el mismo edificio, se indignó. Por la mañana llamó a otros parientes y entre todos les obligaron a abandonar el piso.”
En la misma onda: “Hace un mes. Los vecinos indios de un amigo (es decir, indios típicos), que ya nos conocen, querían desembarazarse de su perro, porque se había puesto muy gordo. No es la primera vez que nos regalan una mascota. Son perros sanos, mucho más ricos que los de la calle. Un cachorro callejero, por ejemplo, es una pérdida de tiempo”.
Sigo indagando, y me encuentro con un caso de necrofilia de perro, es decir, desenterrar en el jardín del vecino a las pocas horas del enterramiento, el cadáver fresco del animal, porque era cachorro y obviamente doméstico, el más grande de los manjares de la cocina perra. Luego habla un tal Toshi: “Yo el último que comí era del vecino de unos amigos. No les dejaba dormir con sus ladridos, se hartaron y lo secuestraron. Lo llevaron a otro sitio, lo sacrificaron y lo cocinaron. Me llamaron y fui. Ya te digo que la carne de perro es algo adictivo. Te tomas una sopa de perro y por la mañana se te salen los ojos, te llena de energía”. “Es algo muy masculino, a pocas mujeres les gusta”.
Joder con el perro, parece pharmaton complex. Parafraseando a Kafka, con aquello de "todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro", creo que la culpa no la tuvo él, porque los hindúes le tienen la misma admiración que nosotros a Shiva, es decir ninguna. La culpa es de la restauración hindú, que da poco de si,  de las vacas sagradas, de Johnie Walker (India se bebe una grandísima proporción de la producción mundial) y de los chinos, cómo no, que están en todas. Y del aburrimiento, como ya fue anotado en este espacio: http://janpath-broadway.blogspot.com/2011/02/young-made-in-india.html

viernes, 6 de mayo de 2011

El Cuento de los Reyes.-


La  monarquía, aparte de una institución, por lo general, unipersonal (pa mí solo), vitalicia (hasta que la palme) y hereditaria (uno en vez de un glaucoma,  hereda una corona, lo cual quiere decir que puede tocarnos un imbécil consumado), es algo que se debieron inventar los egipcios, necesitados de faraones, esos seres mitad dioses, mitad putos amos, que le tomaron devoción a esas cosas de los imperios y las servidumbre. Les gustó el cocktail y se lo bebieron. A palo seco. Un gran descubrimiento eso de la monarquía, sobretodo para el rey. En paralelo, la raza humana (gran parte) , con esa tendencia innata a la abstracción, tampoco se ha matado por quitarle la corona, el caballo y la capa de terciopelo y oro, aunque ahora lleven pantalones rojos, y tengan barco, barba de homeless y naúticos, y sean los gitanos los que vistan parecido a los reyes de los cuentos. Pues eso, más que quemar el yate, por lo general se ríe la gracia y se deja pasar. Como es tan buena gente y tan llano, ahí le tienes, el motero de los huevos fritos, qué guay. Parece que a la gente le gusta tener un rey cachondo. Si tuviera la jeta de Fernando VII, ese bollo de pan con una dulzura psicopática, a lo mejor se pensaban un poco más lo del indulto, y Pilar Rahola tendría su peso en el Estado. Pero dada la circunstancia, la coyuntura es establece de manera sencilla: el pueblo cree que un rey es un rey, y los reyes se creen que son reyes, como aquél que dijo que la reina de Inglaterra se había creído que era la reina de Inglaterra.
Pero en fin, no es mi intención joderles a los niños los cuentos de los reyes, donde uno se da cuenta cuando se los lee a los sobrinos, que los reyes siempre han vivido del cuento, incluso dentro del cuento. Esas majestades con barba de sij anacrónico, tan guays y tan buenas gentes, tocándose los huevos en el castillo, y esos príncipes virginales, calientes como perros en celo, buscando la desfloración en la princesa rubia, acechada por el maleficio de la bruja mala, que viene a ser una alegoría de Carod Rovira. Y todo acababa bien, con el príncipe follando y el rey comiendo cordero asado y bebiendo vino con la reina.  
Y de ahí, a los reflejos y a los espejismos que dictan que una gran mayoría del género humano crea que habita en la monarquía el antídoto del mal, una corona que se acerca al pueblo, por mediación de príncipes rebeldes que se enamoran de plebeyas, al modo Cenicienta (precursora de esta nuevo estilo de delirar una dinastía). 
Y cómo habrá por aquí algún primo de princesa con antecedentes republicanos, que le comente así, por el skype, como quién no quiere la cosa, después de preguntar por la dieta, los infantes y la suegra, acerca de estos tiempos de  miserables e invisibles. Joder, Leti, ya sé que estáis muy tranquilos porque nos movemos menos que las tetas de la Barbie, pero que está la cosa mu mala, no estaría mal que curréis un poco en un consejo de administración, y si la situación se va poniendo en su sitio, pues ya nos pensamos si os volvemos a financiar y os metemos otra vez en el cuento. Pero no nos lo jodáis, el cuento, claro, que a lo mejor no queremos que acabe bien.





miércoles, 4 de mayo de 2011

La Gran Resaca.-




Confieso antes del inicio que me aburre y me duele este tema (ya tratado en otros posts), pero hoy estuve con unos amigos en plena afectación y me ha venido como tifón del leviatán, o tal vez de los dioses de chichinabo que fabrican huracanes y lodos. Nuestros gestores.
Yo, la crisis la veo en un jardín desahuciado de Marbella . Abro la puerta falsa de un chalet tan hortera como pretencioso, y veo las plantas muertas (como los caballos de Roca), el césped amarillento con maleza y jaramagos, la caseta derruida del perro, que colea flaco y con pulgas persiguiendo una lagartija entre la espesura de unas flores salvajes, y unas mesas de  mármol de Macael con ceniceros llenos de colillas y puros, botellas mustias de Vega Sicilia, copas rotas, langostinos de Sanlúcar decapitados y pastillas de viagra desordenadas en la existencia agónica de un pañuelo de seda con iniciales. Marisol Yagüe es un espectro resacoso y no dice más que: ka pasao aquí, ka pasao aquí. El panorama es desolador, y hay una tele encendida con Piqueras anunciando estadísticas del paro, detenciones y registros. Parece una fiesta que acaba muy mal. Si París era una Fiesta (de Hemingway, la felicidad, el hambre y el amor), Marbella era una orgía (de gente grosera y ambiciones fastuosas). Y la bacanal se murió de impotencia y de infarto focalizado en la exageración. El jardín es un vergel de melancolía, y una alegoría de nostalgias repartidas, como las que ahora nos afectan. Nostalgias de aquellos tiempos de los Mercedes descapotables, los dientes blancos, la gomina y la moda de Prada. Nostalagia de las grandes pólizas de crédito sin avales ni avalistas, de los bancos simpáticos y paternales al estilo ong´s (uno  no sabía muy bien si hablaba con un director de  banco o con los primos de Teresa de Calcuta, que llevaban las pymes) , dilapidando el remanente, de aquellos tiempos de las subvenciones para las fincas de la Nobleza y la duquesa llamando maleducados a los jornaleros, de los subsidios firmados en los bares de Andalucía, de aquella época en la que el concejal de festejos de Bollullos del Condado tenía coche oficial para llevarle a comer a Aracena con el alcalde de Cortegana, de los aviones privados, Irlanda y los lehendakaris, del Imperial Hotel de Nueva Delhi y los consejeros de Madrid, de aquellas recepciones de actos oficiales que parecían bodas o primeras comuniones de príncipes, de aquellos tiempos del ménage a trois burocrático, cuando se jugaba al francés en los despachos, bajo la Ley del Favor y la Mamada, y del puto barco del Pocero. Vale, que hemos cambiado poco, con una salvedad, que ahora somos los nuevos miserables, y antes éramos aprendices de millonetti, y no hay ibuprofeno para la resaca. No lo encuentran. Si ser nuevo rico era cateto, ser nuevo pobre es una venganza de dioses, aparte de una tremenda putada, cuando se ha vivido previamente la experiencia de la ignorancia y el dinero. Aquel día que fuimos nuevos ricos, exuberantes y guapos. Y cuando la vida viene con estas vainas, a sobrevivir y a matar el paro. Y por ahí va la rumba del tarumba. 

martes, 3 de mayo de 2011

Los Ninis son Transcendentales.-





De un tiempo acá, se ha venido hablando mucho de la "Generación Ni- Ni". Yo creo que los Ninis son la continuación en el tiempo de aquellos nómadas y remolones que acababan en el trullo con la Ley de Vagos y Maleantes, con la salvedad de que ahora aparecen desprendidos de todo rasgo de bohemia, y lucran su placer en la vida fútil, tan llena de vacío. No es que me quiera poner moralista, sino que esos desiertos de la existencia han salido de sus propias bocas. Yo lo he visto en la tele. A un Nini le pones una cámara delante y acaba con una trascendencia que le honra y humilla en paralelo, y que queramos o no, tiene su fracción de vergüenza ajena y descojone generalizado. Y es que como todo ser excesivo (tipo María Jiménez, Falete, Jaime Ostos, que parecen Ninis vestidos de gente bien y demás ralea del cosmos grosero), un Nini, en cuestión de cinco minutos puede ponerte un cuchillo jamonero en el cuello, arrodillarse delante de ti, llorar, autolesionarse, encender un cigarro, servirse un coñac, hacerse un porro, insultarte y encender la tele para ver las motos. Los Ninis, por lo general, no son tan Ninis, son hiperactivos, con tendencias esquizofrénicas. Chavales, que parecen haber sido encontrados en la selva adiestrando hienas para ponerlas a pelear, incapaces de decirte la tabla del 9, la capital de Aragón, o escribir una palabra aguda, salvo maricón. Ahora unos psicólogos se les cuelan en casa, para grabarles las movidas con la madre. Los pisos son de protección oficial, y tienen cuadros de montaña, jarrones chinos, televisiones titánicas, posters del Madrid, tubos fluorescentes, y puertas rotas del desaire y las hostias. Las madres tienen el pelo frito y estirado, son gordas y llevas leggins. No se comprenden, se insultan, se pegan. El Nini le pone la frente al rostro de la  madre al estilo  Javi Navarro. Luego le dice a su madre que le gustan mucho las pollas. Más tarde, lloran. Al rato, el Nini intenta autolesionarse propinándose un puñetazo. El psicólogo le llama al orden. Se lo lleva a un prado. Parecen los gays de Brokeback Mountain. La cara del psicólogo en el abrazo es de trágame tierra. El Nini es un surrealista de la vida que no esconde las lágrimas. El psicólogo tiene trabajo. El Nini piensa un poco, y llora. Luego rematará la puerta. O qué sé yo.